Cuando se estrenó Fuego en el cuerpo (Body Heat, Lawrence Kasdan, 1981), los críticos alabaron la película, pero muchos se quedaron cegados por el fuego erótico que les impidió ver otras virtudes. Hoy, la sexualidad de la pareja protagonista casi se ha quedado en elegante erotismo, por lo que podemos analizar y disfrutar de muchos otros aspectos, sin quedarnos en la epidermis.
Lawrence Kasdan venía de escribir El imperio contraataca y En busca del arca perdida, es comprensible entonces que en su estreno en la dirección pudiera elegir lo que quisiera. Su guion rinde homenaje al cine negro clásico, en especial a Perdición o El cartero siempre llama dos veces. Mujer misteriosa que cautiva a un pardillo para cometer adulterio y hacer surgir la idea del crimen para heredar de su no menos pardillo, pero acaudalado, marido. Ese triángulo amoroso fatal es viejo como la vida y Kasdan era consciente de que no valía con una simple actualización sexualizada de las películas noir.
Para empezar: ella. Kathleen Turner debutaba en el cine como Matty Walker y su belleza, su duro acento de Missouri o sus interminables piernas parecían encasillarla de por vida como femme fatale (más sensualidad en ese plano de su pierna pisando un cigarro que en las escenas explícitas). Tomando como referencia a Lauren Bacall, Turner es la nueva mujer de los ochenta capaz de utilizar todos sus recursos para cumplir sus objetivos, como homenaje a todas las “fatales” del pasado. Curiosamente, en una vuelta de tuerca cinéfila, suya es la voz de Jessica Rabbit en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, otra peligrosa mujer con más curvas que una serpiente.
Ned, el abogado pardillo, es un excelente William Hurt que comienza desnudo en su habitación contemplando cómo arde un local en la distancia, mientras su enésima amante ocasional se viste. Ese simbólico fuego ya no le abandonará en toda la película, sobre todo, una vez que conozca a Matty.
Como no podía ser de otra manera, Kasdan sabía que el cine negro solo se sustenta en diálogos con varias lecturas, respuestas insinuantes y actores que transformen las palabras en poesía: “No eres muy listo, ¿verdad? Me gusta eso en un hombre” “¿Y qué más le gusta? ¿Vago? ¿Feo? ¿Caliente?... Lo tengo todo” “No parece vago…” La escena en la que la pareja se conoce en un paseo nocturno frente al mar es tan memorable que sus diálogos podrían ser transcritos por entero. De hecho, en una metáfora genial, el helado de ella parece derretirse y se le cae en la blusa: “¿Me puede traer una toallita o algo así? Mójela en agua fría” “Ahora mismo. Yo la limpiaré…” “¿No quiere lamerla?” No, a Lauren Bacall no la hubieran dejado decir eso… porque hubiera ardido el cine.
Pero Kasdan no se conforma con el argumento y los diálogos, sino que los homenajes son también sutiles. En un momento de su relación, Matty le regala a Ned un sombrero claramente anticuado, tal vez como inconsciente advertencia de hacia dónde va su relación: hacia un triángulo amoroso del cine negro. Además, en la película se bebe y se fuma constantemente. En una escena irónica, Kasdan reúne a varias personas en una sala y, en cuanto una pregunta si les molesta que fume, todos sacan el cigarro y lo encienden. Chiste ligero, sí, pero también cinismo, hipocresía y, de nuevo, fuego.
Y es que el calor que sobrevuela la película es otro personaje. La fotografía parece transmitir calima; Florida no parece soleada sino húmeda; y, de nuevo, otra escena para la retina. La pareja descansa unos minutos de su maratón sexual metiéndose en una bañera con agua fría… a la que hay que echar hielos para poder bajar la temperatura. Calor humano lo llaman. Como para no llamar la atención.
No olvidemos interpretaciones y personajes notables de Richard Crenna, Ted Danson o Mickey Rourke. Además, una memorable banda sonora de John Barry cuyo saxo con piano envuelve a la pareja mientras anuncia algo ominoso o criminal: oro puro del genio inglés a la altura de sus clásicos Bond o de sus premiados vuelos por África.
Dos últimos detalles de Kasdan. Hacia la mitad de la película y sin venir a cuento, Ned se detiene en la calle y ve pasar un coche conducido por un payaso. Sin más. Un toque surrealista que anuncia que hay alguien haciendo el payaso en la película… ¿quién será? Y, por último, en el clímax final Turner lleva un traje blanco que es iluminado en la noche de tal manera que brilla sobre la oscuridad. Cuando desaparece, la luz sobre el vestido se apaga porque Matty es la luz. Y el fuego. Fuego en el cuerpo es ideal para ver en verano. Aunque sea desde la bañera. Y con cubitos cerca.