La revolución inglesa

El 5 de octubre de cada año se celebra el James Bond Global Day porque fue el día en el que se estrenó Agente 007 contra el Dr. No (Dr. No, Terence Young) en 1962 y el cine cambió para siempre

El 5 de octubre de cada año se celebra el James Bond Global Day porque fue el día en el que se estrenó Agente 007 contra el Dr. No (Dr. No, Terence Young) en 1962 y el cine cambió para siempre. La primera película de James Bond es el inicio de un mito cinematográfico mundial y de una nueva forma de hacer cine de acción, pero también sigue siendo una excelente película.

Si pensamos en el cine de espionaje anterior, pensaremos en Mata Hari, en las aventuras inglesas hitchcockianas o en Harry Lime huyendo por la Viena subterránea, es decir, oscuros agentes con vidas más o menos trágicas o grises todavía vinculados a la sombra de la guerra. James Bond irrumpe a todo color para llevarnos desde un casino a Jamaica, conquistando el corazón de varias mujeres con aparente facilidad y desinterés y salvando el mundo con elegancia y sofisticación. Vale que el Dr. No (frío y amenazador Joseph Wiseman) podía parecerse a Fu Manchú o que el estilo de 007 ya lo tenía Cary Grant en Con la muerte en los talones, pero añadamos la violencia criminal del protagonista y la sexualidad de la Chica Bond y ahora sí que tenemos lo nunca visto.

007 La revolución inglesa  doctor no

La presentación de Bond en el casino no hace falta recordarla. Ya no es que todos hayamos recitado en alguna ocasión el “Bond, James Bond” o cualquier variante, sino que la escena ha sido imitada y parodiada incluso en la propia serie Bond. Sin embargo, ay, creo que nadie como Sean Connery, con el cigarro en la boca y el esmoquin como segunda piel, se ha presentado jamás igual en la pantalla ante una dama, mientras le gana el dinero a las cartas y flirtea verbalmente con la que será la primera conquista de la película. Cuenta la leyenda bondiana que el director, Terence Young, era el verdadero paladín de la elegancia de la producción, por lo que, cuando vio al tosco escocés, le hizo dormir con el traje a medida puesto para que se sintiera cómodo con él. Objetivo más que conseguido.

Una de las escenas cumbres de la película y la que dejó boquiabiertos a los atónitos espectadores es la muerte del profesor Dent. A sueldo del Dr. No, Dent se introduce en la habitación de Bond con nocturnidad para matarle a tiros mientras duerme (antes le había llevado también una viuda negra, pero eso ya es otra historia). Dent dispara con saña, pero Bond descubre su posición tras la puerta y le encañona y desarma, pues en la cama solo había una almohada cubierta. Tras unas palabras, Dent se hace con su arma de nuevo y dispara, pero ya no tiene balas. Bond le ejecuta a tiros y sopla la pistola con tranquilidad. Que el héroe mate al malo es una cosa, pero que acribille a un villano desarmado fue una bomba para el cine y para el nuevo mundo de la Guerra Fría: 0 0 7, licencia para matar.

La revolución inglesa

Por si fuera poco, siempre está el “amor”. Con comillas, claro, pues pocas veces Bond conocerá ese sentimiento y casi siempre lo vivirá como entretenimiento, descanso o premio del guerrero secreto que no necesita reconocimiento público. Ursula Andress como Honey Ryder saltó a la fama en el acto cuando salió del agua caribeña con un biquini minúsculo para la época y un cuerpo monumental para cualquier época (Ursula Un-dress, la renombraron con guasa). Era suiza y la tuvieron que doblar, pero con ese bronceado y esa salida del mar propia de Venus, es más divina que humana y su belleza exótica la convierte en una de las Chicas Bond más inolvidables de la historia (en la novela original de Ian Fleming, por cierto, la chica salía del agua solo “vestida” con el cinturón y el cuchillo: eso sí que ya era demasiado para James). Además, aclaremos que nada de mujer florero, Honey es hija de un zoólogo, fue violada y a su asaltante le premió con una araña cuya mordedura le hizo agonizar una semana hasta su muerte. Sí, el protagonista es Bond pero las Chicas Bond no son lo que algunos piensan.

A ese vanguardista acercamiento a la violencia y al sexo hay que añadir los viajes y los lujos para una Europa que todavía veía cerca el racionamiento de la Guerra. El champán, el caviar, los viajes transoceánicos, los coches descapotables o hasta las mesas de bacarrá parecían pertenecer a otro mundo a millones de kilómetros. El mundo de los sueños. En la creación de ese mundo tuvo mucho que ver el gran Ken Adam, diseñador de producción que aportó imaginación, ingenio, sentido del humor y un punto de fantasía para crear maravillas como la memorable guarida del Dr. No.

La revolución inglesa

Y no olvidemos que en esta película escuchamos por primera vez el tema de James Bond, compuesto por Monty Norman pero arreglado por la percusión pop y modernísima de John Barry, que sigue siendo una melodía reconocible y eléctrica en su sonido original o en las docenas de versiones que se han creado y se siguen creando con los Bonds siguientes.

Dejo para el final el arranque. Unos circulitos blancos se desplazan por la pantalla hasta que se abre el interior de un cañón de una pistola (¡!) que apunta a Bond. Este se gira, dispara y cae la sangre… ¡del espectador! La música explota y el genio de Maurice Binder nos regala unos desquiciados circulitos de colores casi warholianos que nos meten en un nuevo cine: ha nacido el bondismo. Sesenta años después, no lo duden, James Bond volverá. Feliz día mundial del escapismo, de la fantasía y de los sueños. Feliz día de James Bond.

Comentarios