Afortunadamente parece que ya poco nuevo se puede añadir sobre la saga de El crack de José Luis Garci. Hubo un tiempo en el que eran películas de culto (y o-cultas), postergadas por cierta mafia crítica que no perdonaba la independencia de Garci y el poder tener amigos de derechas y de izquierdas, pecado capital en este país. Como digo, eso ya ha pasado.
Hoy sería ridículo criticar negativamente El crack (1981) o El crack dos (1983) y docenas de reseñas libres, profundos estudios en libros y nuevos y jóvenes admiradores subrayan la calidad innegable de las mejores películas de la historia del cine negro español. Ah, y su precuela, El crack cero, fue lo mejor de 2019 de largo.

El mismísimo Alfredo Landa decía que su mejor interpretación era la de El crack dos, sí, superando la de Los santos inocentes pues en esta “actuaba”, pero, en aquella, él “era”. No en vano Garci se empeñó (en pleno landismo) en que Alfredo tenía que ser su detective y hasta le puso su mismo nombre. Germán Areta, en efecto, viene directamente de Alfredo Landa Areta. Y es que el landismo quedó enterrado para siempre con el prólogo de El crack. La primera línea de Germán cambia la historia del cine y se convierte ya en un icono: “Baretta, dame el mechero o te quemo los huevos”.
Aparte de su forma de fumar o de su manera de coger el revólver, hay dos primeros planos de Landa en los Crack que son incomparables. Un primerísimo de sus ojos tras una explosión en la primera película te hiela la sangre por todo lo que ves pensar y sentir. En El crack dos otra mirada de Areta con el revólver apuntando al cielo y en contrapicado es un aviso de tormenta interior y exterior. Mirada de excampeón que sabe que va a perder pero que aún le queda la última pelea.

Pero estamos en Navidad y los tres Crack se desarrollan en Navidad. Nunca he estado en Madrid en estas fechas pero El crack dos nos mete en un Renault 18 y nos lleva al clímax final viendo las luces, las calles, la gente, el tráfico y, sobre todo, oyendo un “Especial Navidad” que parece un viaje en el tiempo y en el espacio. Con la memorable voz de Manuel Martín Ferrand, en un programa “capitaneado por Carlos Pumares” (sí, la Antena 3 de verdad), las palabras nos llenan de esa extraña melancolía que tiñe la Navidad y que va en aumento según va cumpliendo uno años (o películas, como dice Garci).

“Eso que llaman calor de hogar”, Martín Ferrand dixit, lo ha intentado reflejar Garci en muchas películas (en You’re the one brilla esa representación infantil que todos hemos hecho de niños y recreamos con hijos y nietos: eso es Navidad).
Creo que nunca se ha captado mejor que en esa secuencia de El crack dos. El Piojo Areta va a ver al villano a su mansión para intentar amargarle el turrón, con ninguna esperanza de victoria. Otra vez ese excampeón a quien solo le queda la dignidad.
Y la guinda, o la estrella en el árbol, la pondrá El Abuelo. Un José Bódalo que de ser americano tendría premios de todos los colores (y esto se lo dijo Robert Wise a Garci) y que en El crack dos es el invitado sorpresa a ese clímax. El policía retirado que se ha tragado demasiados sapos y que ya no soporta el chalecito ni la burrocracia. “¿Y la orden judicial?” “Está en la guantera. Calibre del nueve largo. ¿Te gusta?”. Poesía pura de ese grandioso escritor que también es Garci.
Feliz Navidad a todos nuestros lectores. Regálense la trilogía de El crack. Tendrán una mejor Navidad y las revisarán constantemente en 2021.