Sigue siendo el Rey

Fotograma de "El barrio contra mí" (King Creole, Michael Curtiz, 1958)
photo_camera Fotograma de "El barrio contra mí" (King Creole, Michael Curtiz, 1958)

El barrio contra mí (King Creole, Michael Curtiz, 1958) fue la cuarta película de Elvis Presley y está considerada la mejor cinematográficamente y como su mejor actuación. De hecho, era la favorita del Rey y nombres como Michael Curtiz, Walter Matthau, Carolyn Jones o Russell Harlan tienen bastante que ver.

Elvis no era actor ni falta que le hacía, pero su carisma y su presencia es incuestionable y el amor de la cámara hacia él se percibe en cada plano. Incluso para aquellos que no aprecien al Rey musicalmente (porque le habrán oído poco o mal), es innegable que perciben ese “algo” que han tenido las grandes estrellas y que diferencian a una cara de la calle de un personaje para la eternidad. Sus treinta películas dieron dinero y, sobre todo, nos dejaron buena música, pero lejos de la condescendencia habitual de quienes no las han visto, destaquemos también su humor, su escapismo, su diversión o hasta el compromiso social… como en El barrio contra mí (King Creole, Michael Curtiz, 1958).

Elvis, como todo joven de los cincuenta, idolatraba la rebeldía y personalidad de Marlon Brando y de James Dean. Se dice que se sabía los diálogos de Rebelde sin causa de memoria y, precisamente, El barrio contra mí va a tener bastante de la película de Ray. El joven Danny Fisher vuelve a fracasar en su intento de acabar el instituto y empieza a trabajar como cantante en un club nocturno, el King Creole, pese a la oposición de su padre (siempre sobrio Dean Jagger). Este aparentemente tópico y cincuentero enfrentamiento padre-hijo no es tan sencillo porque realmente el padre no ha sabido volver a trabajar tras la muerte de su esposa y acepta trabajos en los que es maltratado para disgusto de Danny. Por si fuera poco, la hermana de Danny se enamora del dueño del King Creole… que la saca veinte años. Y, más todavía, el gánster local (tremendo Walter Matthau) intentará hacerse con los servicios de Danny como sea para sus garitos.

Todo este material algo melodramático y sórdido podría haberse salido de madre si no contara con la dirección de Michael Curtiz. Sí, el director de Robín de los bosques o Casablanca saca lo mejor de Elvis y de esta historia aportando colores noir a las escenas en los garitos y a dos callejones muy significativos: cuando atacan al padre de Danny en una noche lluviosa y cuando salen las navajas a relucir en una pelea final. Fue la tercera y última película en blanco y negro de Elvis, quien también se benefició de una estupenda fotografía de Russell Harlan (Río Rojo, Testigo de cargo, Matar a un ruiseñor… buf). Harlan retrata el ambiente de Nueva Orleans (esos patios de entrada a las casas) y fotografía el humo entre la música o nos mete en las peleas en las que Elvis no hace prisioneros y pega como si le debieran dinero (memorable el sillazo que le da Matthau y que le costó odio eterno de las adolescentes).

Pero el gran matiz diferencial de la película lo ponen las chicas. Dolores Hart interpreta al virginal amor de Danny, la dependienta Nellie, sosita y devota del Rey hasta el final. La realidad supera la ficción pues Hart, sobrina de Mario Lanza, se hizo monja benedictina en 1963 y ha sido la única monja miembro de la Academia de Hollywood. Nunca despotricó del cine y hasta le dedicaron el documental God is the Bigger Elvis (Rebecca Cammisa, 2012), que fue nominado al Óscar. Supera eso, Hollywood.

Será Carolyn Jones como Ronnie quien robe la función en su papel de prostituta con corazón de oro. Jones ya había aparecido en La tentación vive arriba o El hombre que sabía demasiado y alcanzaría la fama como Morticia en la serie de La familia Addams de los sesenta. En El barrio contra mí Jones se nos presenta borracha al amanecer con dos impresentables en el local donde Danny va a barrer. Allí iniciarán una relación de insinuaciones y comprensión mutua, en la que dos pájaros con el ala rota intentan volar juntos… si el siniestro personaje de Walter Matthau lo permitiera. Ronnie llegará a rescatar a Danny y a refugiarlo en algo que se parece a su sueño: una casita en el mar apartada de todo. Esa Ronnie relajada y casi maternal demuestra lo buena actriz que era Carolyn Jones y mete a Danny en un trío amoroso inesperado…

¿Hay un final amargo? La última canción podría darnos una pista. Hay varias canciones en la película (a capella, dixieland, rock…) para lucimiento personal, obvio, pero también para dar guiños o hacer avanzar la trama (memorable el Trouble que Danny “dedica” a Walter Matthau). Ahora bien, la última balada es As Long As I Have You (Mientras te tenga), que parece abrazar el reencuentro feliz entre padre e hijo, sin embargo, la canción incluye versos como “No eres mi primer amor, pero eres el último”, que ya no parecen dedicados al padre sino ¿a Ronnie, que había tarareado antes este tema? Más todavía porque Danny le ha pedido a Nellie “un tiempo” de reflexión, ya que todavía tiene a la otra en su recuerdo. No, no es el típico final que esperaríamos en una película de Elvis, porque a lo mejor tendríamos que preguntarnos cuántas películas de Elvis hemos visto (¿recuerdan aquella que termina con la muerte del personaje de Elvis? Pues eso).

Su música es eterna e inmortal, pero el cine de Elvis Presley también esconde otros tesoros que trascienden lo melódico. Atrévanse a viajar a Hawái, Las Vegas o… Nueva Orleans y recuerden cuando éramos rebeldes con causa o sin ella.

Comentarios