La distopía como crítica a la sociedad
Leer una novela distópica te adentra en una sociedad futura, donde el individualismo se ha perdido y prima por encima de todo el pensamiento único; ya sea por un Gobierno totalitario o por una deshumanización de la sociedad, agarrándose a las últimas novedades tecnológicas para ejercer el control sobre la población. Una población sometida que sabe que sobre sus cabezas pende una condena de muerte si deciden no acatar las normas.
En la literatura, la novela distópica apareció en el siglo XIX, siendo ‘1984’ de George Orwell y ‘Un mundo feliz’ de Aldous Huxley sus principales representantes. En el caso que nos ocupa hoy, Christina Dalcher en ‘Voz’ (Roca Editorial) nos presenta una distopía sexista, donde son las mujeres el elemento subyugado de la sociedad.
100 palabras al día
La protagonista Jean McClellan, doctora neurolingüísitica, nos cuenta en primera persona, en lo que se ha convertido la sociedad estadounidense, una sociedad donde la mujer no tiene ni voz, ni voto.
Poco a poco, casi sin que la población se diese cuenta y bajo las directrices del reverendo Carl y el presidente Myers, se ha ido relegando a la mujer a algo menos que un segundo plano. Científicas, fruteras, senadoras, dependientas, médicas, profesoras, panaderas… han dejado de ejercer sus profesiones y están ahora dedicadas por entero a las labores del hogar.
Todas ellas portan en su muñeca izquierda un brazalete, que hará las veces de contador de palabras y sumará cada una de las palabras que digan durante 24 horas. En el casoque se supere la palabra número 100, empezará a soltar descargas eléctricas que irán aumentando de intensidad si se continúa hablando.Y así un día tras otro.
100 palabras al día como máximo. Ni una más.
El lenguaje, la cultura y la educación como base del poder
Las mujeres de esta sociedad, no tienen tampoco acceso a ningún tipo de información: Internet, libros, revistas y todo tipo de material de escritura,les está vetado.
La autora ha cimentado una sociedad en la que tanto lenguaje, como cultura y educación son las bases para ostentar el poder. Si un individuo no tiene acceso a esas armas, se convierte en manejable, sumiso.
Es imposible que un tema tan candente como este no te haga pensar, sobre todo siendo mujer. En estos momentos la cuestión de la igualdad es un asunto de rabiosa actualidad con todos los movimientos tipo “Me too” que nos rodean. Conocerla experiencia de la protagonista, Jean, cuando su hija de cinco años se despierta durante la noche presa de una pesadilla, y ser incapaz de consolarla porque su contador marca 100 palabras, consigue que algo se remueva dentro del lector.
No puedo evitar imaginarme esa situación y muchas otras, decir adiós a las conversaciones entre amigas, a cantar una canción en el coche, las confidencias de pareja… Que te priven de estos pequeños placeres de la vida, por tener dos cromosomas X, es algo que verdaderamente se escapa a la razón, a la mía, a la de la protagonista y a la de muchos hombres y mujeres tanto dentro de la historia como de la vida real.
‘Voz’me ha hecho recapacitar acerca del papel de la educación en nuestros días. Las enseñanzas que recibimos en nuestros primeros años marcarán al individuo del mañana, los conocimientos y las experiencias vividas en nuestra infancia irán dando forma a la persona que seremos. Aunque, lamentablemente, la percepción que tengo es que últimamente a este tema se le está restando importancia, lo cual me parece un grave error.
Cuando la distopía se convierte en thriller
‘Voz’ es la primera novela de la autora norteamericana Christina Dalcher, doctora en lingüística por la Universidad de Georgetown. Aunque ha escrito numerosos artículos para distintas revistas y diarios de todo el mundo, esta es su primera incursión en el género literario. Y como se puede observar por mis palabras anteriores, parecía que con buen pie, pero…
Sí, hay un pero. Hacia mitad de la historia, la principal virtud de la novela, que es una idea potente, actual y bien estructurada, se empieza a desdibujar para acabar leyendo un thriller bastante corriente.
Una verdadera lástima, porque mi cabeza bullía por la injusticia de lo que iba leyendo. Ese Movimiento Puro que ves como algo imposible, pero que al mismo tiempo no puedes evitar preguntarte: ¿Podría suceder esto aquí y ahora? Esas reflexiones de la protagonista, dándose de cabezazos contra la pared, pensando: ¿Cómo no lo vi venir? Ese hijo adolescente de Jean, fiel seguidor del puritanismo, perfectamente adoctrinado, que ningunea a su madre por ser mujer… Todo eso hacía de ‘Voz’, algo diferente, impactante.
Es por eso que cuando la autora cambia de género y nos lleva a un thriller, que además finaliza de una manera bastante abrupta, te sientes un poco defraudada.
Nos quedaremos con lo positivo que es lo mucho que me ha hecho pensar. Y como dato curioso, para que podáis valorar en la justa medida lo que son solamente cien palabras, os diré que pongo fin a mi crítica con la palabra número ochocientos sesenta y dos.