Bien mirado, el mundo produce tanta fascinación como estupor… ¡Y esos son, en el fondo, los dos ingredientes esenciales de la novela negra!...
Pero la novela negra también es forma, estructura y andamiaje narrativo.
En este sentido estamos acostumbrados a que las novelas negras, más aún las novelas negras de corte clásico, sean un edificio narrativo construido desde el argumento.
Sin embargo de vez en vez surgen novelas,en general más originales, en las que, en medio de la típica fauna pintoresca pero realista de la ficción noir, lo que más destaca y brilla es el espacio donde se sitúa la historia (como en la novela negra nórdica, el noir hispanoamericano o el country noir), o, mejor aún, novelas en las que lo que sobresale es el personaje protagonista: un personaje protagonista forjado con personalidad, talento y muchos matices; uno que funciona en cualquier ámbito y situación; que escapa al cliché; que tiene fondo, forma, alma, sueños frustrados, identidad singular, más hartazgo vital que anhelos y, cómo no, cierta ansia de redención de la gente que lleva inmersa toda su vida en la violencia…
Y eso es lo que ocurre en la última novela del acreditado narrador, uno de los grandes nombres de la ficción en lengua castellana, Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú, 1964) titulada EL ASESINATO DE LAURA OLIVO (Alianza Editorial, XIX Premio de novela Fernando Quiñones).
Se trata de una novela negra muy literaria y con doble lectura sobre “Colorado” Larrazabal (un expolicía buenista pero doctorado en supervivencia).
Larrazabal es negro, peruano, de origen vasco y con novia marroquí, y, además, vive en el madrileño barrio de Lavapiés (otro epítome de la identidad mestiza del mundo postcolonial y globalizado de hoy día),donde trabaja como investigador del bufete de Tejada, un abogado también peruano…
Ha muerto en violentas circunstancias Laura Olivo, la agente literaria más poderosa, reverenciada y envidiada del país, la temperamental abeja reina del complejo mundo literario.Y la principal sospechosa es la sobrina de la casera de Larrazabal. Y ha de encargarse él del caso.
Larrazabal se adentrará pues en ese mundo repleto de competitividad, luchas, trasfondos y quemaduras a causa de aproximarse demasiado a la hoguera de las vanidades (sí, este mundo saturado de agentes literarias expertas en tejemanejes, ambición y traición, y escritores con tantas miserias como talento, o más). Y, mientras lo hace, mientras se inmiscuye acompañado por su amada “la morita” (muy útil en este caso por ser una ávida lectora) en los trasfondos turbios de las agencias literarias y las grandes editoriales, mientras descubre así que en la industria editorial hay mucho dinero y eso lo emputece todo,se ve obligado a investigar también la autoría de ciertos textos insólitamente muy codiciados…
Y justo entonces resulta que muere en extrañas circunstancias también su jefe, el abogado Tejada… Y entonces empieza en esta historia lo peor, y lo mejor.
Sin embargo el nervio, la dureza y el vértigo propios del género negro no son lo que prima en esta novela. Tampoco la atmósfera. Ni el ritmo endiablado.
Lo virtuoso es tanto ese fronterizo personaje Colorado Larrazabal (que, como decimos, resume en sí mismo el mundo de hoy) como esa prosa demorada de perdurable esteta aderezada con diálogos propios de escritor con buen oído.
Esta novela de acusado clasicismo, amén de ser una parodia postmoderna, por decirlo con términos de la célebre teórica de la literatura Linda Hutcheon, del mundillo literario (el cual presenta como sofisticado, turbio, voraz y decepcionante por repleto de miserias y esperanzas que no se cumplen), compendia a su vez toda la teoría literaria postcolonial, desde Eduard Said hasta hoy, y la pone carne y hueso, mediante ese personaje tan original, matizado y poderoso llamado “Colorado” Larrazabal que bien parece en verdad un resumen del mundo de hoy.
De hecho esta novela, más allá de su lectura superficial como parodia del negocio literario saturado de ambiciones y egos revueltos, tiene una lectura realista (nos referimos al realismo que retrata con una mezcla de humor, intriga y sutileza psicológico-política los conflictos contemporáneos) sobre la identidad multiétnica, el mestizajey la porosidad de fronteras y orígenes. Sí, tiene peso y poso...
Habrá lectores puristas de novela negra a los que eso les parezca un hándicap.
Para mí es su mejor medalla.
Chis pum.