En 1981, el presidente francés François Mitterrand y el ministro de Justicia, Robert Badinter, pasaron a la historia al proclamar la abolición de la pena de muerte en Francia y, con ella, las ejecuciones mediante la guillotina, la herramienta más utilizada hasta la fecha en el país galo al proporcionar una muerte eficaz e instantánea. El tunecino Hamida Djandoubi se convertía así en el último ajusticiado mediante ese instrumento en septiembre de 1977.
Entre 1789 —año de su estreno como invento de la Revolución Francesa— y 1981, más de 15.000 cabezas fueron decapitadas mediante la afilada cuchilla. Entre ellos se encuentra el protagonista de esta historia, el francés Henri Désiré Landru, "el seductor de viudas", el asesino en serie más tristemente famoso de la historia del país.
20 palabras incineradas
Henri nació en una familia humilde, con un padre que trabajaba en la industria y una madre costurera. Casado con una prima suya, intentó llevar una vida normal y ganarse el pan de manera honrada. Pero sus aspiraciones a disponer de un caudal más abundante hicieron que se pasase al lado oscuro.
A finales de la primera década de 1900 ya se había convertido en un estafador y delincuente, denunciado por más de una mujer. Pero fue la I Guerra Mundial y la destrucción que esta dejó en medio mundo, lo que permitió a Landru disponer del escenario perfecto para iniciar sus fechorías, apostar más alto en el crimen y convertirse en el “salvador” de esas viudas que la contienda iba dejando a su paso.
“Viudo, dos hijos, 43 años, solvente, afectuoso, serio y en ascenso social desea conocer a viuda con deseos matrimoniales”.
De esta forma se anuncia Landru —o Guillet, Dupong o Frémyet, que eran algunos de los nombres falsos que usaba— en los distintos periódicos franceses. Las mujeres que habían perdido a sus maridos y que no podían, o no sabían, subsistir sin la figura masculina caían rendidas a sus encantos, si este tenía a bien responder a sus misivas. Todo dependía del patrimonio de estas y su caché.
La casa Ermitage del Barba Azul de Gambais
“Contacto, cortejo, aislamiento, crimen y venta”. Estas eran las fases de conquista que ponía en práctica Landru. Este, que seguía casado y con hijos a su cargo, necesitaba disponer de otros espacios donde llevar a sus amantes y cortejarlas hasta que llegaba el día de pasar por el caluroso horno o ‘cocina económica’. Por ello, decide trasladarse a la mansión Ermitage, en Gambais. Por la ubicación y su incipiente barba, se le acabó conociendo como el Barba Azul de Gambais.
El autor y su obra. Colección Mi expediente favorito
David Verdejo (Madrid, 1976) nos cuenta de forma novelada la vida y obra de este personaje. Nos sumerge en la época francesa de principios del siglo XX donde Francia era un país lúgubre y de callejuelas oscuras, convirtiéndose además en uno de los peor parados de la I Guerra Mundial, por delante de Alemania y el resto de aliados, y exigiendo por ello el famoso Tratado de Versalles. Fue una época convulsa. Más de un millón y medio de franceses murieron y más de cuatro fueron mutilados o heridos.
Ese panorama desolador fue el escenario perfecto en el que fructificaron estafadores, manipuladores y personajes de la vieja escuela criminal. Désiré se convirtió en el más famoso. El fin de la guerra fue también el fin de Landru. Tras el armisticio, comenzó la búsqueda de aquellos familiares desaparecidos.
Me ahorraré explicar cómo fue la investigación. Dejaré que el lector descubra que, a veces, la propia vanidad puede convertirse en aquello que desvele nuestra mejor baza.
El 25 de febrero de 1922 Landru fue guillotinado en la cárcel de Versalles. Nunca confesó sus crímenes.