‘Hermanos de alma’ de David Diop

Mirar atrás, al pasado, hace brotar la nostalgia y a la vez el vértigo al ver el paso veloz del tiempo. En mis recuerdos de infancia aparecen miedos y complejos, la inseguridad era mi acompañante diario. Pero soy afortunado de no haber vivido una guerra. Por muchas dificultades laborales, sociales o políticas que hubiera no las puedo comparar, nunca, con la experiencia de estar involucrado en un conflicto bélico. Por ello hemos de tener siempre presente de dónde venimos, de las penurias que han vivido y sufrido nuestras generaciones anteriores.

En tan solo cien años de nuestra historia reciente han sucedido dos grandes guerras mundiales, sin olvidar la propia Civil. En esta última, la española, la generación en la que me encuentro tuvo como testigos directos a sus abuelos.

Deslumbrante primera obra de David Diop (París, 1966) que nos cuenta parte de las atrocidades de la Primera Guerra Mundial. ‘Hermanos de alma’ es el relato desgarrador de un joven senegalés reclamado por el ejército francés para sumarse a una batalla terrorífica.

Los orígenes de un nuevo escritor

Son incontables las veces que David Diop ha hecho que vuelva a releer su biografía durante la lectura de ‘Hermanos de alma’. La historia transcurre hace ya un siglo, y esta es una narración con tantos matices que parece increíble escribirlos sin haberlos vivido. Diop pasó gran parte de su infancia en Senegal y es seguro que tanto su documentación como sus charlas con los más viejos del lugar han sido indispensables para sacarse su primera novela de la manga.

El aspecto de la documentación para escribir una novela histórica es algo parecido a un monstruo para los escritores, la gran parte de ellos disfrutan investigando sobre la época y lugar en concreto pero siempre parece poco el trabajo realizado. Otro asunto es meterse en las mentes y tormentos de los personajes anónimos de antaño. Ahí hay que tirar de talento, como el de David Diop.

La Légion Étrangère

Durante la Primera Guerra Mundial, o antiguamente conocida como la Gran Guerra, el ejército francés se nutría de milicia extranjera. La archiconocida Légion Étrangère contaba en sus filas con soldados procedentes de colonias de muchos lugares, en gran medida de África. Los que procedían de Senegal eran conocidos como fusileros senegaleses.

Con la conquista, años atrás, de Francia sobre África, reclutaban árabes, argelinos y bereberes para que lucharan por ellos en distintas guerras.

La gran parte de esas gentes eran lanzadas al campo de batalla para defender a un país que jamás antes habían visto ni conocido. De hecho, gracias al refuerzo extranjero, Francia pudo contener a la Alemania nazi a orillas del Mediterráneo. Durante la contienda era imposible encontrar una unidad 100% francesa, y mucho menos que todos fueran blancos.

Tras la liberación del país galo, De Gaulle inició un desmantelamiento de los tirailleurs senegaleses con la intención de blanquear o decolorar el país. No era esclavitud pero se le aproximaba mucho.

Horror en el campo de batalla

Alfa Ndiaye es reclutado por las tropas francesas para luchar en las trincheras ante el enemigo alemán. Nos adentramos en lo más hondo del personaje en una sórdida narración en primera persona. Mademba Diop, su más que hermano, es derribado mortalmente y su agonía de tres días se convierte en el tormento de Ndiaye. Una tortura psicológica que afrontaremos en una distancia muy corta. Una posición (la nuestra) en el relato que nos hará contener la respiración. Los recuerdos de su infancia le pesan a Ndiaye, perteneciente a una cultura ancestral y a la vez mística y espiritual. Ritos y magia negra acompañan de manera sempiterna a los africanos, algo que da miedo y pavor tanto a compañeros como a enemigos.

En las pocas 156 páginas de las que consta la novela no habrá lugar para la relajación mental. David Diop nos trae un crudo recuerdo donde los problemas sociales de antaño hacen pequeños los actuales. Almas rotas de dolor sin expectativas de un mañana mejor.

La guerra es atroz. Sobrevivir en las trincheras es imposible, y los que lo consiguieron pagaron un peaje de por vida. La vida humana pende de un hilo en los conflictos bélicos, contiendas que nos parecen lejanas pero aún suceden en, posiblemente, menor escala.

Hermanos del alma

Anagrama continúa con su excelente línea narrativa. La crítica habla maravillas de esta publicación y yo no voy a ser el que les lleve la contraria. He disfrutado con cada una de las páginas de ‘Hermanos de alma’, lectura que perdurará con el tiempo en mi memoria.

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