Hija del camino

¿Te has parado a pensar qué se siente cuando eres siempre el diferente, el raro? ¿Cuando en tu día a día tienes que probar tu valía más que los demás? ¿Cuando esa sensación de no pertenencia a ningún lugar te abruma y se convierte en tu razón de vivir? Sobre esos temas y mucho más nos habla Lucía Asué Mbomío Rubio en ‘Hija del camino’. Una novela con toques autobiográficos, que nos hace recalar en la vida de una mestiza, nacida en España en los años 80.

Nadando entre dos aguas

Hoy en día, en las ciudades principales de España, encontramos una mezcla de razas, culturas y personas procedentes de distintos países del mundo. Pero hace cuarenta años, esto no era así. Por eso la infancia de Sandra Nnom Edjang, una niña hija de madre blanca española y padre negro guineano, fue distinta a la del resto.

Ser la única negra del colegio no fue tarea fácil para ella. Ya sea por comentarios sin malicia, por curiosidad o los peores, esos comentarios despectivos y llenos de odio que tuvo que aguantar, el color de su piel se convirtió en algo a tener en cuenta en todo momento.

Todas esas ideas y frases que tuvo que escuchar hasta la saciedad han hecho que ella misma, años más tarde, se sorprendiera con pensamientos endorracistas, del tipo “es demasiado aplicado para ser negro”, pensamientos que se han ido arraigando en ella de tanto escucharlas.

Y así tuvo que crecer Sandra, rodeada de prejuicios, los de los blancos hacia ella por ser de color. Pero también los de los negros porque ella era una “españolita” que no tenía ni idea de lo que era ser africano.

Negra y además mujer

No hago ningún spoiler si comento que nuestra protagonista Sandra, en un afán de encontrar su sitio en el mundo, decide ir a Guinea, donde espera hallar lo que busca. Sentir que pertenece a un lugar, a un grupo de personas.

Allí sin embargo se da de bruces con una realidad que no esperaba y donde aparte de su color, que también es distinto al de los demás, se topa con que ser mujer se convierte en un obstáculo más en su día a día. Y es que por desgracia, en Guinea, las mujeres aún son consideradas ciudadanas de segunda. Es mucho el camino que les queda por recorrer para lograr unos derechos que les pertenecen por ser personas, independientemente de su sexo.

Un toque de atención necesario

Lucía Mbomío ha escrito un libro que me ha hecho pensar y recapacitar. Vivo en una ciudad pequeña, donde todavía no es frecuente esa mezcla de culturas y razas, y no es normal es encontrarte con gente que no sea de aquí. Desde mi postura cómoda de quien no ha tenido que abandonar la ciudad en la que nació, pocas veces te pones en el lugar de quien lo debe hacer para conseguir un presente y un futuro mejor. Las dificultades, no solo para llegar hasta aquí, que esas ya se encargan en la prensa y el telediario de mostrárnoslas, sino las que se encuentran en su día a día, en cada una de las acciones cotidianas que tienen que realizar, son algo en lo que pensamos en raras ocasiones.

Si nos preguntan si somos racistas, la mayoría responderíamos sin la menor duda que no, por supuesto que no, aunque a posteriori ciertos comportamientos demuestren lo contrario. Esos prejuicios que nos vienen casi de fábrica están ahí, aunque los queramos tachar de curiosidad e interés, lo cierto es que no son otra cosa que prejuicios.

Hija del camino’ es una interesante visión de la migración y del racismo, desde el punto de vista de quien lo ha vivido y lo ha sufrido. De quien ha tenido que luchar el doble para llegar donde está y quien espero, que después de su largo camino, encuentre su lugar rodeada de gente que no vea en ella más que lo que es, una persona con talento independientemente de su religión, raza o procedencia.

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