Empar Fernández (Barcelona, 1962) y Pablo Bonell (Barcelona, 1961) son escritores y profesores de instituto. Hasta aquí nada extraño. Lo curioso ocurre cuando comienzas a leer su última novela publicada, Líbranos del mal (Editorial Almuzara), y ves que los protagonistas de dicha obra son ellos mismos. Alternando capítulos narrados en primera persona por Pablo o por Empar, nos meteremos en un thriller que nos llevará a visitar los entresijos de un instituto.
Terror en las aulas
Pablo. Mañana de examen. Pablo se dirige al salón de actos con su grupo de alumnos para realizar una prueba escrita. Acostumbrado a las bromas, voces y demás comportamientos extraños de los jóvenes, tarda en darse cuenta de que se encuentra ante un espectáculo dantesco. Detrás de la pantalla de proyección pueden verse los cuerpos sin vida de dos estudiantes del centro.
Empar. Ha escrito tantas y tantas veces sobre asesinatos e investigaciones policiales que no da crédito a que, en estos momentos, ella sea parte de un caso que bien podría tratarse del argumento de una de sus novelas.
El día a día de un instituto
Una de las bazas fuertes con las que cuenta la pareja de escritores es el lugar de ubicación de su obra: un instituto. Su experiencia como docentes les lleva a relatar una historia realista y creíble. Reflejan a la perfección cómo es la rutina en un centro educativo: corrillos y carreras en los pasillos, pérdidas de tiempo para saltarse la clase, una larga inventiva para disculpar retrasos y falta de material…
También podremos observar su experiencia en cuanto se refiere al comportamiento de los jóvenes cuando hablan de sus reacciones ante unos crímenes tan espantosos como los que tienen lugar en Líbranos del mal. Crímenes que se han cobrado la vida de dos de sus compañeros y ellos tendrán que seguir adelante con sus exámenes, sus amigos, sus rolletes… en definitiva, con sus vidas.
A pesar de este punto a favor, en ocasiones la historia no fluye como debiera. Saltamos de un narrador a otro y esto, que a la vez le dota de originalidad, le resta peso al argumento. Algunos personajes no tienen gran profundidad, estando apenas perfilados. Aun así, el caso es lo suficientemente interesante como para mantener la atención del lector en sus páginas.
Los problemas de la educación
La lectura de Líbranos del mal nos acerca a un tema de gran interés para todos: la educación. Los enseñantes se ven muchas veces impotentes ante las normativas que les vienen de arriba como programas de inclusión o fomento de la diversidad, que tienen un nombre tan idóneo de cara a la galería como complicado de aplicar sin que nadie se vea en desventaja.
También nos hablan de la dificultad de mantener el orden en las aulas, en el que hay dos bandos bastante diferenciados: quienes son partidarios de aplicar castigos a quienes incumplen las normas, frente a los que opinan que todo mal comportamiento tiene origen en algún hecho, normalmente con origen en el entorno familiar, y que hay que ayudar y apoyar a esos alumnos agresivos que no respetan las reglas.
Está claro que ser educador, además de ser una profesión complicada, hoy en día no se valora como merece, y en sus manos está el futuro de una nación. Profesores y padres son quienes tienen el poder de modelar e inculcar en niños y adolescentes los valores que les acompañarán durante toda su vida, y esto, no es tarea fácil, ni para unos, ni para otros.
“La educación es el camino, no el objetivo”.