Los vientres de alquiler protagonizan la primera jornada literaria del Cercle

El periodista y escritor Carlos Quílez, director de eltaquigrafo.com, Núria González, jurista y autora de "Vientres de Alquiler: la mala gente" y Josep Félix Bentz, presidente del Reial Cercle Artístic de Barcelona | El Taquígrafo
photo_camera El periodista y escritor Carlos Quílez, director de eltaquigrafo.com, Núria González, jurista y autora de "Vientres de Alquiler: la mala gente" y Josep Félix Bentz, presidente del Reial Cercle Artístic de Barcelona | El Taquígrafo
El Reial Cercle Artístic de Barcelona y El Taquígrafo inauguran los encuentros mensuales de vermut negro y literatura criminal con un coloquio sobre los vientres de alquiler protagonizado por Núria González, en un espacio de ensueño en la sede de la entidad en el corazón del barrio Gótico

El elegante teatro del Reial Cercle Artístic de Barcelona fue el lugar elegido para celebrar el primer encuentro de “L’Artístic: Vermut negro y Literatura criminal”. Bajo el amparo de un espacio recubierto de mármol, con columnas corintias y un techo en el que resalta un fresco sujeto por ocho torsos esculpidos, los protagonistas de esta primera jornada debatieron sobre el fenómeno de los vientres de alquiler. Carlos Quílez, periodista, escritor y director de eltaquigrafo.com dirigió el coloquio que se abrió tras la introducción de la abogada y activista feminista, Núria González, autora de “Vientres de Alquiler: La Mala Gente”. 

Estas reuniones, que aunarán mensualmente literatura, gastronomía y cultura en un espacio que rebosa arte por todos sus vértices, se enmarcan en la voluntad de abrir “nuevas ventanas” en honor al 140 aniversario de la institución. Su presidente, Josep Félix Bentz, ha sido el encargado de inaugurar estas jornadas con las que la entidad, históricamente centrada en las artes plásticas, dará más protagonismo a la poesía, la literatura y las letras. La entidad dedicada al fomento del arte desde hace más de un siglo, que ha atravesado momentos de bonanza y solemnidad pero también de grandes crisis, mantiene su bohemia con la apuesta de esta nueva vertiente literaria. 

Los vientres de alquiler: la nueva esclavitud 

González, que se define como una férrea activista por la ilegalización de los vientres de alquiler, debatió con los ahí presentes sobre los distintos puntos de vista que existen en torno a este fenómeno. La jurista lo define como “un contrato mercantil, de servicios, donde se paga a una mujer para que se embarace y haga entrega de un bebé”. Esta explotación reproductiva cuyo objetivo no es otro que la trata de seres humanos tiene, para la autora, un claro origen en la desigualdad social. 

Sus argumentos, resumidos y bien documentados en su último libro de investigación, se centran en defender, por encima de todo, los derechos humanos. “El problema no es el dinero que este negocio mueve, que todavía lo hace más vil, el problema principal es que estamos comercializando personas y eso es esclavitud”, argumenta la abogada ante los oyentes. Además, con esta praxis, ilegal en España pero que puede gestionarse desde nuestro país a través de diversas agencias, deshumaniza la maternidad para convertirla en una transacción comercial. Por eso, Núria González tacha a aquellos que recurren a los vientres  de alquiler como “la mala gente”. 

¿Derecho a ser padre o deseo de ser padre?

La abogada también aprovechó para poner en duda varios mitos alrededor de esta práctica, centrándose en que la mayoría de familias que acceden a este “servicio” son parejas heterosexuales y no, homosexuales, como se ha extendido. Esta estrategia comercial, diseñada bajo el paraguas de los supuestos derechos reproductivos de los hombres y de las parejas homosexuales a formar una familia biológica, evita que el negocio sea atacado porque, cualquier persona susceptible de criticarlo, inmediatamente sería tachada de homófoba. 

En este sentido, la abogada recordó que ser padres no es un derecho, es un deseo que se puede cumplir adoptando. El problema, asegura la escritora, es “el caprichito”, el “crear” un bebé a medida, personalizado y “nuevo”, como si de un producto meramente comercial se tratara. Las madres que paren y sus criaturas quedan reducidas a nada: son apartadas de sus familias, están controladas por las agencias de gestación y son olvidadas al cabo de nueve meses. El bebé si no sale como era esperado, se puede devolver durante un plazo de dos años. 

La autora ha aprovechado para recordar que el principal impulsor de los vientres de alquiler en España fue el fallecido Pedro Zerolo y que fue durante el mandato de Zapatero, en 2010, cuando el partido Socialista aprobó la legalización de la inscripción de estos niños en consulados de España en el extranjero. De esta manera, aunque en España es una práctica ilegal y penada con cárcel, aquellos con posibilidad económica pueden tramitarlo fuera de España y regresar tranquilamente al país con los bebés que han comprado. 

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