‘Metástasis’ de José Ramón Gómez Cabezas

Va a subir la marea, y se lo va a llevar todo

Parecen premonitorias las estrofas del Robe pues esa es la impresión que causan las primeras páginas de ‘Metástasis’, última novela de José Ramón Gómez Cabezas (Ciudad Real, 1971) publicada por Editorial Milenio.

Estamos en un tiempo no demasiado lejano en una ciudad de España que no se nombra en ningún momento pero que al lector no le será difícil reconocer. El autor nos presenta un panorama desolador, angustioso y claustrofóbico.

Son vísperas de navidad pero no hay nada de alegría en el ambiente, nada que celebrar. Con una precisión y economía de palabras que me han dejado clavado al sillón, el autor nos arroja su universo a la cara sin darnos tiempo a saber qué está pasando, como un puñetazo, duro y a la encía. Y esto, amigos, es saber escribir, agarrar al lector del pescuezo, poner tus reglas y a jugar.

Hagan juego señores, el mundo esta en la mesa

No ver, no oir, no hablar. Esa parece ser la premisa de la sociedad que se nos presenta en ‘Metástasis’. Una sociedad definitivamente rendida al capital, al poder de las grandes corporaciones y a gobiernos súbditos de estas. Hace años que se permitió la construcción de una gran zona de casinos y hoteles a las afueras de la ciudad. Llegó el capital ruso, llovieron millones de euros, se blindó esa zona y se hicieron leyes a medida para que esta gente, perdón, este capital se sintiese a gusto.

¿Les suena un tal Sheldon Adelson? Hace menos de diez años fue recibido por nuestros políticos y demás fuerzas vivas como si fuese Mr. Marshall. Con sus miles de puestos de trabajo, su riqueza y por supuesto, las generosas mordidas que repartió, rindió a todos a sus pies. Afortunadamente esquivamos ese regalo envenenado, en la novela no tienen esa suerte.

El Estado sucumbe a esta gente, hace dejadez de sus funciones, lo público se privatiza al máximo, desde la sanidad hasta la mismísima policía. Todo el mundo parece querer trabajar para los rusos, las niñas abandonan sus hogares para prostituirse en ese Edén de lujo y diversión. Se aprueban leyes rebajando la edad mínima de consentimiento sexual a los catorce años. Las drogas arrasan con todo. La policía casi no tiene ni para gasolina y los pocos que intentan hacer su trabajo dignamente carecen tanto de medios como de apoyo de sus superiores.

Tanta tristeza sin solución

En medio de este panorama nos encontramos con la muerte de un funcionario en circunstancias comprometidas. Se encarga la investigación al inspector Félix Perea, un tipo que no anda con politiqueos ni medias tintas en un caso que nadie parece interesado en resolver. Un caso que termina infectando a todo y a todos los que se acercan a él. Le acompañan en la investigación Cañete, Patón y David, un informático que ayuda de forma voluntaria a la policía.

El caso se complica por momentos, nada es lo que parece y todas las pistas terminan en callejones sin salida. El panorama es desolador, no solo por la investigación, las vidas de nuestros protagonistas son un naufragio, un caos. Resulta angustioso seguir sus historias personales a la vez que intentan resolver el caso. La sensación de asfixia es constante, no hay un resquicio a la esperanza.

Metástasis

Un noire canónico que te sorprenderá por lo original de su universo. Tres protagonistas que avanzan y se hunden simultáneamente en un mundo hostil y lleno de aristas, no hay bondad ni perdón. Tres policías descreídos, cínicos, con muchas sombras pero que incomprensiblemente arremeten contra todo buscando algo de justicia.

Es difícil representar la ley cuando está construida a medida de intereses bastardos. Cuando sabes que seguirla a rajatabla perpetúa la injusticia de un sistema enfermo. Una enfermedad que se extiende como un cáncer.

Joserra nos regala una historia que trasciende más allá de sus exiguas trescientas páginas. Cuando cierras el libro y miras a tu alrededor una duda se te agarra a las tripas. ¿En qué fase de la metástasis estamos? ¿Es demasiado tarde para frenar el proceso? Reflexiono sobre ello mientras paseo por calles plagadas de casas de apuestas, veo los efectos de los criminales recortes en sanidad, dependencia o educación y tarareo las estrofas de otro grande que hace años se lo vio venir, Evaristo Páramos.

porque tu eres un rico,

pero temes la oscuridad,

oscuridad, que tu riqueza oscura,

suele provocar…

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