El inagotable arte de novelar se justifica porque nos entretiene, tiene sentido porque nos introduce en un mundo, y propaga sentido cuando nos explica el mundo.
Pero su origen primigenio está en ese entretener, ese ayudar a pasar las horas muertas, y a rellenarlas, y a intensificarlas, que, según teóricos de la literatura narrativa como György Lukács, fue antes que el sentido de mitologizar el mundo (véase su análisis hegeliano del género de la novela titulado TEORÍA DE LA NOVELA, publicado en 1916, visionariamente anticipatorio de la novela que vendría después y todavía vigente en lo que tiene que ver con el origen del arte de novelar).
Por eso merece respeto siempre la literatura comercial.
Como explica Paco Camarasa en su tan pedagógico manual noir SANGRE A BORBOTONES la muy interesante batalla comercial clásica en el ámbito de la novela negra la ganó de largo Agatha Christie con la novela enigma, con el mal como un acartonado juego de ingenio, derrotando el noir comercial con un mal más delincuencialmente perfilado de George Simenon.
Pero la batalla continúa porque el arte de novelar, mientras alla gente que no se conforma solo con la vida, no tiene fin.
Por ejemplo, la batalla comercial en la novela negra española actual ha tomado tres directrices: el historic noir a lo Arturo Pérez Reverte, el country-noir atmosférico y con elementos pintorescos de Dolores Redondo, y la novela phyco-policial incisivo molar de los seguidores de Carmen Mola…
¿Y qué tienen en común estas tres vetas del noir comercial de nuestro rabioso hoy? Ese estar encastradas todas ellas en una estructura de novela phyco-thriller a lo film americano con justiciero de moral pervertida.
Está de moda esa contra justicia desvalorizada e inflamada de venganza hasta límites patológicos que es la criminalidad justiciera.
Está de moda la catarsis extra democrática que estos personajes fuera de la ley y de la moral, pero sádicamente atractivos.
Vean a tal efecto sino la última novela incisivo molar de Santiago Díaz titulada EL BUEN PADRE (Pegin Random House), y la cual versa precisamente sobre un padre coraje justiciero donde los haya que se aplica a su venganza con demorado sadismo. Las novelas incisivo-molares se caracterizan por su espectacularidad fílmica, por su estructura de guión cinematográfico con el peso narrativo cargando sobre la trata sorprendente cargada de puntos de giro argumental, y se caracterizan también por la crudeza casi gore de su verismo noir. ¡Y de todo esto hay en este “buen” padre anhelante de justicia tan justa como extrajudicial para su hijo en esta novela de Santiago Díaz cuya trama está tan trenzada de subtramas y complejidades efectistas que, en un guión filmado, seguro que se seguirían visualmente muy bien, pero que hay quien diría que negro sobre blanco en una novela conforman un barullo muy muy muy espectacular y entretenido!
Indira Ramos, la neurótica y maniática investigadora de esta obra que destaca por su acusado TOC de limpieza, se tiene que enfrentar a un octogenario secuestrador que tiene en su poder a tres personas relacionadas con el juicio de su hijo, acusado de asesinar a su esposa, jefa de obras en una urbanización de alto standing donde ha ocurrido un hallazgo increíble. Ese buen padre, que no lo es tanto, sostiene la inocencia de su hijo, y obliga a la inspectora a reabrir el caso si quiere salvar la vida de esos tres secuestrados. A su vez, y mientras el novelista va desarrollando las cuatro subtramas que acaban concluyendo en la trama principal, la novela trata temas criminales peliagudos de rabiosa actualidad como el blanqueo de dinero, las mafias de Europa del Este y las americanas, la prostitución de lujo, la corrupción financieras y judicial, etc... Y de fondo en el tratamiento temático que esta espectacular y recomendable novela hace de tales lacras sociales está el novelero tema de la Ley del Talión.
¿Es justa la transgresión de la ley que promueve que se haga justicia?
Otra novela reciente muy en la línea de la actual moda narrativa de los justicieros, la tenemos en la nueva novela de Roberto Sánchez SALVARÁS A MIS HIJOS o ASESINOS DE SERIES 2 (Roca Editorial), una novela metaficcional, ficción sobre una ficción, que retoma personajes y situaciones de la novela anterior del autor (ASESINOS DE SERIES) para construir ahora una parábola sobre los lindes noir entre la ficción y la realidad, a la par que este novelista nos introduce con mucho saber y mucha destreza en el mundo del periodismo corporativo: ha pasado un año desde que Velasco y Benítez, junto con los tres blogueros Marta, Rubén y Aitor, colaboraron codo con codo para desentrañar el misterio que se ocultaba tras los crímenes que estaba cometiendo un asesino que se inspiraba en series de ficción. Y ya la novela “Asesinos de series”, inspirada en el caso real que consagró a los tres blogueros, se ha publicado convirtiéndose en un auténtico best seller.
Aprovechando al máximo el tirón y éxito que ha cosechado entre los lectores esa novela, se va a entrenar en las pantallas de cine la película de “Asesinos de series”, producida por el grupo multimedia Universo Media Cine, a pesar de las reticencias mostradas por Rosa Galiano, jefa de ficción del grupo televisivo Universo Media, quien no era en principio muy partidaria de su grabación y que finalmente tuvo que sucumbir a la decisión adoptada por la cadena.
Pero en vísperas del estreno de “Asesinos de series”, Rosa Galiano es encontraba muerta en extrañas circunstancias en su casa de Las Rozas tras haber mantenido una acalorada discusión por teléfono. Aunque todo pudiera apuntar a que se trata de un desafortunado accidente doméstico, la inspectora jefe Velasco y Benítez, tienen motivos para sospechar que se trata de un asesinato.
Como en un culebrón, enseguida se nos hace saber que Rosa Galiano estaba liada sentimentalmente con Arturo Agustí, Director General de Universo Media y marido de Almudena Granados (quien, aprovechando el tirón y repercusión que tuvo el caso de Asesinos de serie, dejó su puesto como Directora de Comunicación de la Policía para dar el salto a Universo Media).
Como en una serie negra de Netflix, se nos cuenta a continuación que la autopsia revela que el cuerpo de Rosa Galiano contenía una alta concentración de Lormetazepan, un fuerte inductor del sueño, y que Rosa Galiano estaba siendo extorsionada y estaba recibiendo amenazas a través de correos electrónicos que salían desde el servidor de Universo Media y, más concretamente, de la IP del ordenador de Almudena Granados.
Como en una novela de George Simenon, se nos dice que, por si esto fuera poco, a los pocos días, su amante, Arturo Agustí, aparece muerto en su despacho de un tiro en el pecho y habiendo dejado una nota de suicidio.
Y, como en una novela de Roberto Sánchez, Velasco y Benítez se ponen al frente de la investigación en la que, conforme avanzan, van encontrando pistas que les hacen sospechar que podrían encontrarse de nuevo ante el asesino de las series, o un imitador, un justiciero en cualquier caso, sorprendiéndose de que alguien pueda disponer de tantos detalles precisos de la investigación que nunca se hicieron públicos.
¿Es justo tomarse la justicia por tu mano? ¿Y por qué resulta tan anhelado y atractivo? ¿Es por culpa de la justicia o por nuestra psicoanalítica y sadiana sed de venganza y sangre?
Igualmente, sobre el espíritu justiciero versa la última novela publicada por el maestro del noir comercial contemporáneo espectacular y de buena y eficaz factura César Pérez Gellida ASTILLAS EN LA PIEL (Suma de Letras). Pero, en esta novela, se nos ofrece una luz distinta para abordar el tema de los justicieros: el traumado psicópata.
¿Un traumado cuyo trauma infantil le ha producido una psicopatía está justificado para tomarse la justicia por su mano contra quien le produjo su abobinable trauma?
Para responder a esta pregunta les recomendamos la lectura de este absorbente phyconoir de César Pérez Gellida que tiene algo de juego macabro, que está localizado en una villa medieval de Valladolid y eso convierte a la novela en muy atmosférica, que está repleta de interesantes diálogos con pinceladas culturales sobre filosofía, teología y literatura, y que está escrita con gran sentido de la acción, saber procedimental criminalístico y prosa con mucho galope.
Y, al abordar el tema de los justicieros en la novela negra española reciente, no podemos dejar de citar a Carlos Salem, que acaba de dar a la luz LOS QUE MERECEN MORIR (Ed. Alrevés), una novela sobre una asesino en serie justiciero que se hace llamar Nadie y que se dedica a ejecutar a aquellos que han salido indemnes de sus culpas gracias a las grietas del sistema. Se trata de una novela que aporta lo que Carlos Salem viene aportando desde hace años a nuestro noir: una irreverente y refrescante construida mediante su realismo trufado de impregnaciones fantásticas, y de personajes estrafalarios que rozan el esperpento de Valle-Inclán, y de una prosa que rezuma de lirismo coloquial de Benedeti e Ida Vitale y su hechura narrativa que resulta el mestizo e híbrido y sorprendentemente brillante cruce de una novela de Hammett y una de Jorge Amado.
También se acaba de publicar una novela muy en la comercial línea de Dolores Redondo firmada por Susana Rodríguez Lezaun y titulada BAJO LA PIEL (Harper Collins).
Pasen y lean.