Hace unas semanas, mi compañera Alba R. Prieto hizo una entrevista a Ángel Gil Cheza (Vila-real, 1974) con motivo de la presentación de su novela ‘Otoño lejos del nido’. En dicha entrevista, Ángel hablaba no solo de sus libros sino de su apoyo a diversas ONG y causas sociales. Lo cierto es que su discurso me convenció y me animó con la lectura de su última obra, una novela negra con altas dosis de denuncia social.
Un nido en el bosque
Ivet Portabella, sargento de los Mossos d’Esquadra, es la encargada de la investigación de un asesinato que ha ocurrido en la sierra de Collserola. Una joven ha aparecido colgada dentro de una esfera construida con ramas, cuya semejanza con un nido sobrecoge a quien la observa. Aunque pudiera parecer un suicidio, pronto se descarta esa posibilidad y dan comienzo las indagaciones para capturar al culpable.
Por otro lado, en Barcelona, en la habitación de un hotel, han encontrado asesinado a un alto cargo alemán. Cuando sale a la luz que la víctima tenía un tatuaje en la ingle con la palabra OTOÑO, Edgar Brossa recibe la llamada de un antiguo amigo cuyo hermano, un famoso escritor, desapareció un año atrás sin que la policía llegara a descubrir nada. Edgar, reputado editor hace años, está en sus horas más bajas, sin trabajo y a punto de perder la habitación que ocupa, su lucha por sobrevivir cada día es todo un reto que debe afrontar. Pero no puede decir que no a su amigo y se pone manos a la obra para intentar averiguar qué paso con el novelista.
El equilibrio entre la ficción y la denuncia social
Partiendo de estas dos investigaciones, Ángel se permite poner en el punto de mira varios aspectos de la sociedad actual que merecen nuestra atención y lo hace sin descuidar la trama policíaca y el entretenimiento, que son otros aspectos a tener en cuenta en una novela negra.
El inicio es lento, quizá demasiados temas a desarrollar, pero el autor tiene tablas y capítulo a capítulo consigue captar la atención del lector hacia el hilo conductor a la vez que pone el dedo en la llaga, en la justa medida, sobre el asunto a evidenciar. A medida que avanzamos, la narración va cogiendo ritmo para llegar a una velocidad frenética en el último cuarto de la novela.
Los personajes son muy creíbles, sin caer en los manidos estereotipos. Con sus miedos y sus complejos a superar, es muy fácil empatizar con ellos aunque nuestra situación sea completamente diversa.
La pobreza desde dentro
Gil Cheza defiende que la novela negra lleve implícita una gran carga de crítica social y recurre a sus novelas como vehículo para hacer reflexionar al lector sobre los asuntos elegidos que, como he dicho, son varios. Pero ha habido uno, quizá por la que se nos viene encima a raíz de este maldito coronavirus, que me ha impactado más que los demás: la pobreza, pasar de tener una vida cómoda a necesitar ir a un comedor social para no morir de hambre. Y esto el autor lo hace muy bien, mostrándonos el proceso de cómo se puede acabar necesitando ayuda de la noche a la mañana.
Vivimos tiempos duros, el autor refleja la situación de hace unos años, pero da miedo pensar en cómo va a quedar nuestro país una vez se supere la crisis sanitaria actual y nos tengamos que centrar en una económica por la que se van a ver afectadas miles y miles de personas. Personas que contaban hasta ahora con un trabajo digno, que les permitía vivir bien, darse algún capricho, ir de vacaciones… y que ahora si pierden sus trabajos, si sus negocios no pueden reabrir, tendrán que reinventarse o verse en la calle como Edgar, el protagonista.
Se te ponen los pelos de punta cuando lees sus sentimientos la primera vez que va a un comedor social, las caras de quienes como él dependen de ese plato de comida que les dan. Cómo unas simples monedas se convierten en un tesoro que hay que administrar bien a la hora de ir a un supermercado.
No quiero terminar esta reseña con un toque amargo. En ‘Otoño lejos del nido’ hay lugar para la esperanza, para el reinventarse, para afrontar tus miedos, para volver a vivir cuando la vida te golpea y la naturaleza tiene un papel muy importante en ello. Naturaleza que estos días está renaciendo sin los límites que le ponemos los hombres, está ahí para que extraigamos su fuerza y valoremos esas pequeñas cosas que nos ofrece sin pedir nada a cambio.