¿Es posible vivir la vida de otro? ¿El crimen siempre paga? ¿Cuál es el precio de la venganza?
Estas son algunas de las cuestiones que se plantea Alberto Valle (Barcelona, 1977) en ‘Soy la venganza de un hombre muerto’ una historia coral que transcurre en Barcelona a lo largo de cuarenta años.
Cuarenta años llenos de dolor, mezquindad, crimen y odio. Apenas hay resquicios para la esperanza, la vida duele, duele mucho y arrastra a nuestros protagonistas hacia el abismo sin que nada pueda evitarlo.
Crímenes, criminales y mucha oscuridad
Corre el año 1952, hace más de diez años que los fascistas ganaron su cruzada y un velo de terror y oscuridad cubre este país.
Nos encontramos en una Barcelona donde más que vivir se sobrevive. La honradez no es una cualidad que cotice al alza, más bien al contrario, con ella las posibilidades se reducen. Impera la mezquindad, el abuso de poder y el crimen como medio para ascender socialmente o al menos poder escapar de la miseria. Visitaremos los rincones más sórdidos de la ciudad, donde pícaros, prostitutas o carteristas viven al día esquivando el hambre y la policía. También recorreremos las zonas altas, allí donde habita la burguesía y se perpetran otro tipo de crímenes, se compran favores y voluntades con objeto de perpetuarse en el poder.
La desconfianza de un policía
Miguel Morera es la viva imagen del triunfador, un hombre hecho a sí mismo que se codea con las élites de esa España que quiere aparentar modernidad y prosperidad para mayor gloria del Régimen. Banqueros y constructores de la mano de los políticos prosperan sin escrúpulos mientras la población malvive como puede. Pero algo no le cuadra a Guillermo Arganda, un joven inspector de la Brigada de Investigación Criminal, intuye que detrás de esa máscara de triunfo hay un arribista y quién sabe, quizá un asesino.
De esta forma queda ya tejida la trama principal de la novela pero son muchos los personajes que entran y salen de escena en estos cuarenta años de recorrido. Lo que comienza con una sospecha se torna obsesión y arrastra a Guillermo a una loca persecución que le puede llevar a cuestionarse todo aquello en lo que cree y a perder a todos sus seres queridos.
Una sola historia, múltiples miradas
Como voraz lector, una de las cosas que todavía me fascinan es que una narración logre sorprenderme. ‘Soy la venganza de un hombre muerto’ lo ha conseguido. Esa forma de transitar por la historia a través de sus numerosos personajes que siempre en primera persona van conformando el universo creado por el autor, me ha atrapado desde el inicio.
Somos espectadores privilegiados de unas vidas al límite, personajes muy dañados incapaces de salir de la espiral de odio y sufrimiento que padecen e infligen a todos los que les rodean. No solo eso, asistiremos a la evolución de Barcelona a través del tiempo, finalizando en 1991, en los albores del sueño olímpico. Seremos espectadores de un zoótropo donde el movimiento es solo una ilusión, pues pasan los años y los hilos del poder están en las mismas manos.
Una novela que he disfrutado mucho tanto en lo formal como en lo argumental. Va más allá del entretenimiento pero sin que se note, y eso es bastante complicado.
Recomiendo una lectura pausada, paladeando las múltiples caras de la historia. Al fin y al cabo ya se sabe, la venganza es un plato que se sirve frío.