Un asunto demasiado familiar

Me gusta pasear por las calles de mi ciudad, visitar los mismos bares, las mismas tiendas y saludar a mis vecinos. Soy un urbanita de proximidad. Naturalmente eso se traslada a mis gustos literarios, me gustan las historias pegadas a la realidad. Que hablan de la gente corriente, de sus miserias y alegrías.

En una de esas librerías de barrio me recomendaron hace unos meses, ya que mi pasión por el género negro es bien conocida, la ‘Trilogía de los años oscuros’ de Rosa Ribas (El Prat de Llobregat, 1963) y Sabine Hofmann (Bochum, 1964). Enseguida conecté con esa manera de narrar, con su costumbrismo y sencillez, esa forma de llevarme a la Barcelona de los años cincuenta de la mano de Ana Martí.

Ahora volvemos a la Barcelona actual, bueno, al popular barrio de Sant Andreu, con la última novela de Rosa Ribas publicada por Tusquets, ‘Un asunto demasiado familiar’. Una historia de detectives nada convencional.

La familia y los trastos viejos, pocos y lejos

Este refrán tan castizo ha estado siempre muy presente en mi casa. Tardé en comprender su significado. Al parecer es un método de defensa ante la multitud de problemas que causa la convivencia, la cercanía. Está claro que los Hernández no comparten esa máxima.

Rosa Ribas nos presenta una familia muy peculiar. Además de parentesco, comparten oficio y no uno cualquiera, son detectives privados. Hernández Detectives es una agencia ubicada en el corazón de Sant Andreu. Allí trabajan Mateo Hernández, el padre de familia y fundador; su mujer Lola; sus hijos Amalia y Marc; además del encargado del trabajo sucio, Ayala. También trabajaba junto a ellos Nora, la hermana mayor, pero lleva casi un año desaparecida. Este hecho pesa como una losa, es algo de lo que casi no se habla pero que está pudriendo la convivencia.

“En todas las familias hay por lo menos un pariente del que se habla en voz baja.”

A causa de esto y pese a tener una eficacia más que demostrada en la resolución de los casos de desapariciones, la familia decide dejar de investigarlos. Al menos hasta que un día aparece por la agencia Carlos Guzmán, un poderoso y turbio empresario de la construcción, antaño amigo de Mateo. Le pide que investigue la desaparición de su hijo. Este hecho va a desencadenar una serie de conexiones entre los personajes, el barrio, su pasado y su presente, que tendrá consecuencias para todos los implicados.

Conforme más van indagando en los secretos ajenos, más van aflorando los propios. Es curioso que aquellos que viven de desenterrar todo aquello que los demás esconden, tengan tanto que esconder. Así pues, mientras van resolviendo varios casos, van encajando sus propias vidas, se atreven a mirar hacia dentro.

Los Hernández son una familia que podría ser la de cualquiera, con sus afectos, sus rencores y sobre todo con sus secretos, una familia que seduce, intriga y emociona.

Etiqueta negra

Hay tantas cosas que me gustan de esta novela que no sé por dónde empezar. Me encanta cómo mira Rosa Ribas, es una mirada traviesa, juguetona a ratos y llena de humanidad. Sus historias y sus personajes consiguen engancharte a la trama, intrigarte, emocionar hasta la lágrima y sobre todo te presenta un universo cercano, creíble e inmensamente humano.

Utiliza una literatura precisa, cada palabra, cada frase están tan bien construidas que el leer es un disfrute tal que a ratos la trama pasa a un segundo plano, y eso para un lector es gloria bendita.

Además de ser una historia genuinamente noir trata temas tan universales como la enfermedad mental, la soledad, la familia y sus secretos. Lugares comunes que todos compartimos. Qué sería de nosotros sin nuestros vecinos, el barrio con sus bares, sus abueletes, sus chismorreos, la vida, esa que rebosa en cada página de esta novela.

¡Joder! Lo que daría yo porque Rosa Ribas escribiera una historia así sobre mi barrio y sus gentes. Pero mientras tanto, disfrutad de este asunto demasiado familiar.

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