Escritor, un oficio admirable
Como amante de la lectura, la de escritor es una de las profesiones que más admiro. Ser escritor implica modelar las palabras para formar una historia. Dotar de alma a sus personajes y hacer que quien la lea se sienta parte de la misma y conseguir que algo se remueva en su interior.
Si hacer todo esto me parece complicado, cuando me encuentro ante un libro escrito a cuatro manos, mi curiosidad se dispara. Me encantaría colarme por un rinconcito y ver cómo surge esa historia cuando son dos los creadores, cómo organizan el trabajo, igualar los distintos estilos narrativos y unificar dos visiones distintas de una historia, para que parezca solo una.
Esto es lo que han hecho el abogado criminalista Luisjo Gómez (Barcelona, 1961) y el empresario Jordi Badia (Barcelona, 1961). Amigos desde que tenían 14 años, han firmado hasta el momento tres libros, aunque todavía no se consideran a sí mismos escritores, sino autores.
Aunque las dos primeras novelas siguen una misma línea argumental, la tercera cambia de registro completamente, siendo el sargento Ramón Palau el único nexo de unión entre las tres: ’El legado del valle’ (RBA, 2011), ‘La cruz de Saraís’ (RBA, 2013) y ‘Desde las tinieblas’ (RBA, 2016), son su contribución al panorama literario hasta el momento.
En busca de la sangre real
Templarios, cátaros y la Santa Inquisición, son algunos de los ingredientes que nos encontraremos en sus dos primeras novelas. Con una magnífica labor de documentación, la narración alternará el presente y diversos momentos del pasado, donde insertarán con gran habilidad acontecimientos históricos reales con la historia de ficción y nos trasladaremos a las cruzadas en Tierra Santa, a los salones del Vaticano y a la Cataluña pirenaica del siglo XIII.
La trama parte de ese eterno misterio que más de una vez ha sido tratado tanto en libros, como películas: la sangre real de Cristo. La posibilidad de un linaje fruto de la relación entre Jesús y María Magdalena. En ‘El legado del valle’, esta hipótesis cobra vida, y nos encontramos ante el grupo que intenta proteger la estirpe de Jesús de un sector fanático de la Iglesia Católica que trata no solo que no se descubra su existencia, sino eliminarlo para siempre. Esta lucha durará siglos y siglos, llegando a nuestros días y situándonos en el Vall de Boí (Lérida), donde un sargento de los Mossos d’Esquadra, Ramón Palau, hará indagaciones sobre un extraño suicidio que le llevará a dar con esta trama de siglos de antigüedad.
En ‘La cruz de Saraís’, Badia y Gómez, nos harán viajar por la Vall de Boí, descubriendo todo el simbolismo del arte románico que allí se encuentra, al igual que Badia, se encontró con una extraña cruz, realizando una ruta de senderismo, el sargento Palau también se topará con ella, cobrando en esta segunda entrega mayor protagonismo. Esto hace que la trama policiaca tenga más importancia y dinamismo, sin restar valor a la parte histórica. En cuanto al estilo narrativo, la evolución de los autores es palpable y conseguirán que la historia fluya a la perfección.
Un asesino en serie en Barcelona
‘Desde las tinieblas’, la tercera novela firmada por los barceloneses, a pesar de contar de nuevo con el protagonismo de Palau y algún que otro personaje anterior, el argumento da un giro considerable y pasamos de una historia de aventuras a un thriller con escenas de violencia no aptas para todos los estómagos.
Un asesino en serie está actuando en Barcelona. Dada la brutalidad de los crímenes, el comisario Castro decide pedir a Palau que le ayude con el caso. Este abandona su valle, para prestar ayuda, sin saber que la investigación iba a ser mucho más complicada de lo que parecía en principio.
En esta ocasión también se alternarán episodios del pasado con el presente, dando comienzo la historia en el desierto del Kalahari, en 1831, con la muerte accidental de un hechicero de una tribu africana, que desatará una maldición que llegará hasta nuestros días.
La religión a examen
En las dos primeras novelas, nos encontramos con una temática que suele suscitar pasiones, como es la posibilidad de que Jesucristo hubiera tenido descendencia. Investigaciones que han llegado hasta la actualidad, realizando pruebas de ADN a distintas reliquias como la Síndone de Turín o el Sudario de Oviedo, mantienen abierta la posibilidad a que hubiera tenido hijos o hermanos.
Este es un tema fascinante, no solo por lo que significaría en sí, el hecho de que entre nosotros vivieran una o varias personas que compartieran lazos de sangre con Jesús de Nazaret, con todo lo que este hecho implicaría.
Paralela a esta probabilidad se ha ido cuajando la idea de que una parte de la Iglesia habría intentado ocultar esta hipótesis a cualquier precio, ya sea escondiendo manuscritos, como eliminando partes incómodas de algunas obras de arte, como el ejemplo que figura en las novelas que nos ocupan, el Pantocrátor de Taül. Jordi Badia, amante de la historia del románico de la zona, investigó el motivo por el que una parte de tan magnífica pintura había sido eliminado, y la razón que más peso cobra es la de incluir imágenes heréticas que iban contra el canon romano.
Asimismo, los autores hacen una llamada de atención a la sinrazón del fanatismo en las religiones. La lucha de dos facciones opuestas dentro del cristianismo: una que intenta volver a la esencia de lo que en principio fue el cristianismo, una religión que predicaba el amor al prójimo, frente a los que a lo largo de la historia han derramado sangre inocente con la excusa de hacer prevalecer la palabra de Dios, mientras que el principal propósito era seguir ostentando un dominio sobre la población.
Que la mayoría de las religiones tengan un rastro de sangre a sus espaldas, es algo que debería hacernos recapacitar. No todo vale para conseguir un bien superior.