En el mismo césped en el que Sara Ismael debutó profesionalmente en la temporada 2014/2015, cien años antes, un equipo de mujeres disputaron el primer partido de fútbol femenino del que se tiene constancia en nuestro país. En aquel momento, en 1914, los medios se refirieron a aquellas pioneras que se atrevieron a jugar al fútbol en el campo del Espanyol como “las niñas futbolísticas”. Las crónicas las ridiculizaron afirmando que el “sexo débil” pretendía parangonarse con el “fuerte”. Un siglo después, la historia ha vuelto a demostrar que las mujeres no solo pueden destacar en este deporte, sino también conseguir victorias.
Sara Ismael, de 22 años, debutó en el Espanyol con tan solo 15. Solo hacía tres que jugaba al fútbol. Empezó en el equipo femenino de su municipio, en Ripoll (Girona), después de probar varios deportes. Su soltura en el campo y la agilidad que la joven Sara demostró con el balón, hicieron que finalmente dejara la gimnasia artística para centrarse únicamente en este deporte. Tras su paso por el Espanyol, Sara abandonó el Estadio Cornellà-El Prat por el césped del Johan Cruyff. Desde 2016, y hasta el día de hoy, Sara juega en el FC Barcelona. Ya hace cinco temporadas que forma parte del elenco de las azulgranas, actualmente, en el Femenino B.
Nunca se ha sentido cuestionada
A pesar de haberse decantado por un deporte históricamente masculino, Sara nunca se ha sentido cuestionada por el mero hecho de ser jugadora de fútbol. Al contrario. Siempre se ha sentido muy arropada por su familia. Precisamente su hermano mayor fue una de las personas que más la animó a apuntarse a fútbol. Solo recuerda un episodio algo grotesco, precisamente en el campo amateur donde ella empezó a jugar. “Un señor mayor soltó un comentario machista seguido de un ‘partidle las piernas a la 8’. Yo era la 8…”.
Aunque el fútbol femenino sigue acaparando mucha menos atención mediática que el masculino, la extremo del Barça se muestra satisfecha con los progresos que han ido conquistando en los últimos años. “Las cosas se están haciendo bien y lo estamos demostrando. Queda mucho que trabajar pero estamos allí, poco a poco”. Sobre la diferencia de los salarios entre los titulares del Barça y ellas, aunque muy lejos de los contratos millonarios de los jugadores, Sara dice que confía en poder vivir exclusivamente de su pasión.
Su sueño: debutar con el primer equipo
Lejos de los prejuicios y estereotipos, que nunca la han frenado a la hora de perseguir sus sueños, los mayores obstáculos a los que ha tenido que enfrentarse en su carrera han sido las lesiones aunque, dice, forman parte del proceso. Su mayor reto ahora es debutar en el primer equipo. De hecho, la futbolista ripollesa fue de las pocas jugadoras del filial que pudo realizar la pretemporada de este año con el primer equipo. Algo que ella vincula con el esfuerzo diario por mejorar su juego y sus técnicas.
A pesar de su juventud, es muy consciente de los sacrificios que eso conlleva pero también confía en que su espíritu de superación y su potencial la lleven, como hasta ahora ha hecho, a alcanzar la meta de forjar un futuro prometedor tanto dentro como fuera del césped. Sara, risueña y amable, ha crecido con los valores de un equipo de mujeres empoderadas, valientes y luchadoras.
El deporte femenino se impone
A cualquier niña que disfrute practicando el deporte que ella ha elegido u otro tradicionalmente masculino, Sara le traslada un mensaje motivador: “Que juegue, que no tenga miedo. Que no importa lo que digan los demás, sólo que sea ella y haga lo que le haga sentir bien y feliz”. Ella espera poder vivir haciendo lo que más le apasiona y confía en que las cosas están cambiando. De hecho, el deporte femenino se impuso hace años y exigió la equiparación con los equipos masculinos. La campaña que se inició entonces, con una serie de huelgas indefinidas por parte de las deportistas, se ha traducido en otras acciones reivindicativas. La última, el spot que salió a la luz en 2020 bajo el lema: “Si no ves deporte femenino te estás perdiendo la mitad del espectáculo”.
Las deportistas lo han conseguido. Se han ganado el respeto, la repercusión y el reconocimiento tanto dentro como fuera del césped. Las mujeres que practican deportes tradicionalmente masculinos han llegado para cambiar las reglas del juego. Para imponer su valía y demostrar que ni el fútbol, ni el baloncesto, ni ningún deporte del mundo, entiende de géneros. Como dice Sara, lo único importante es el esfuerzo y la pasión que una ponga en aquello que esté haciendo.