Hay quienes ya son madres, otras continúan estudiando. Periodistas, abogadas, criminólogas o investigadoras. En sus ratos libres, entre noticia y noticia, entre artículo y reseña, también amas de casa. Curiosas por naturaleza y lectoras empedernidas. El denominador común de todas las mujeres que componen esta redacción: la pasión por las letras, la fascinación por el crimen, el mundo de los tribunales y la novela negra. Si todas ellas han apostado por este pequeño proyecto es porque creen en las causas justas y en el trabajo riguroso y bien hecho gestado en un ambiente feminista y que parte de los valores de la igualdad.
Núria, abogada, activista y amante de la vida
De raíz granaína, se define a sí misma como una vidista lorquiana. Es callejera, le gusta salir y ver el amanecer aunque, como ella explica, tenga que madrugar al día siguiente. De sangre andaluza, Núria González es una apasionada del flamenco. Y del mar.
Badalonesa de nacimiento, siguiendo sus raíces, se graduó en derecho en Granada. Recién licenciada comenzó a trabajar en UGT y de ahí fue saltando a otras instituciones. “Ya desde muy joven he tenido puestos de mando y por eso he sufrido el machismo más rancio”, asegura Núria, “siempre que sacas los pies del plato, al patriarcado le molesta que estés ahí”. Abogada especializada en Derechos Humanos, activista, feminista hasta la médula, abolicionista de la prostitución y de los vientres de alquiler, Núria se dedica a defender con uñas y dientes los derechos de las mujeres y los niños.
Lo ha hecho aquí y al otro lado del charco. “Se fue una Núria y volvió otra”, dice recordando su etapa en México, donde llegó a trabajar dentro de cárceles de mujeres del D.F.. “Nos jugábamos la vida”, rememora. A pesar de que lo recuerda como una de las mejores experiencias de su vida, decidió regresar a su barrio, del que nunca se olvida, para continuar con su lucha. “Cuando pierdes el origen lo pierdes todo”, dice ella.
Lara, emprendedora, lectora y narradora
Estudió farmacia, pero nunca se dedicó a ello. Siguiendo con la tradición familiar, Lara Adell se enorgullece de continuar con el negocio que fundaron sus abuelos en Valencia: una tienda dedicada al interiorismo y a la decoración. Ella, de la barriada de Nazaret de Valencia reivindica la importancia de la mujer en la supervivencia del comercio de proximidad y de la identidad de barrio.
Los libros siempre han sido su pasaporte, su vía de escape. Devoradora de novelas innata, fue su pasión por las letras lo que la hizo aterrizar en esta redacción. Primero haciendo reseñas literarias con el grupo ‘Negra y Mortal’ y ahora coordinando la sección “Un mundo de libros”. “La literatura me permite viajar desde casa y viajar es lo que más me gusta”. Con especial debilidad por la novela negra, Henning Mankell fue su “maestro”.
Innovadora y emprendedora de nacimiento, Lara se define a sí misma como un ser “culturalmente muy inquieto”. Se mudó a Morella para reencontrarse con sus raíces y ampliar el negocio familiar. Aprovechó su estancia para coordinar el certamen de novela negra de Morella, siempre buscando oportunidades para crecer, innovar y superarse. “Amante de los animales y asquerosamente ordenada”, dice tener mala memoria y por eso anotaba sus impresiones en pequeñas notas al inicio de cada libro. Fueron precisamente esos apuntes a mano lo que la motivaron a abrir un blog donde escribir sus reseñas. A partir de ahí todo fue viento en popa.
Paz, criminóloga, jurista, escritora, profesora y madre
Adora la soledad elegida casi tanto como leer. Es, lo que se conoce como, un ratón de biblioteca. Al año devora una media de entre 70 y 75 libros sin tener en cuenta todo lo que cae en sus manos sobre criminología, su verdadera pasión. De hecho, Paz Velasco de la Fuente, colgó la toga para dedicarse en exclusiva a este campo. “Igual que no puedes dividir tu corazón en el amor, tampoco lo puedes dividir en lo profesional así que decidí terminar mis días enfocada en la criminología”, explica Paz. “Mi mayor miedo era salir de mi zona de confort para enfrentarme a una nueva profesión, muy desconocida, para la que me he estado preparando muchísimos años”.
Criminóloga, jurista, escritora, profesora universitaria y madre, Paz Velasco ha publicado, además, dos libros. “Lo que la gente no sabe es que no solo escribo sobre criminología, escribo muchas historias inventadas acerca de la violencia de las mujeres, la dicotomía entre lo bueno y lo malo, historias cortas para mí, que no ha leído nadie. Algunas basadas en personas que he conocido y otras que son producto de mi imaginación”, explica Paz. “He tenido la suerte de no haberme encontrado nunca con una dificultad a nivel profesional por ser mujer. Me considero afortunada porque siempre se me ha tratado con mucho respeto. Es ahora, en el campo de la criminología, cuando empiezo a escuchar comentarios jocosos de señores, que no me molestan, pero que creen que me van a herir. Me producen risa. Para tener sarcasmo hay que ser muy inteligente…”
En el anonimato, banquera, valiente y sin tapujos
Siempre ha trabajado en un entorno sumamente masculino. “Empecé trabajando en un banco, donde si no eras un hombre, nadie, ni tus superiores, ni tus clientes, te tenían en consideración”. Esta colaboradora de mediana edad, que prefiere mantener su anonimato “en este mundo tan sumamente salvaje”, relata su experiencia con tranquilidad y sin tapujos. Creció profesionalmente en un entorno donde mujeres al mando sólo había dos, y por enchufe, sufriendo la discriminación que se padece tras ser madre “porque cuando vuelves de un embarazo no te tratan igual, pero realmente a mi no me importaba” y aprendiendo que, por desgracia, “a veces para escalar en lo profesional debías bajarte el escote y subirte la falda”. Esta colaboradora, fuerte, decidida y muy consciente de todos los extras que deben superar las mujeres para ser consideradas como iguales ahora explica, orgullosa, haber encontrado un marido “cero machista” con el que poder educar a sus hijas bajo los valores de la igualdad, el esfuerzo y la superación.
Para ella, sin embargo, esta educación ya le venía de familia: hija de una mujer con dos licenciaturas en una época en la que las mujeres se quedaban en casa, dejando paso a los hombres en los estudios y en los negocios. “Con esto quiero decir que estos valores también se traspasan de madres a hijas”. Tildada de “marimacho” por jugar a un deporte de contacto, en más de una ocasión su físico ha sido el detonante para culminar una buena venta.
Selva, ciberexperta y amante del deporte
Es una referencia estatal en reputación digital y ciberseguridad. Selva Orejón, colaboradora activa de esta redacción, es perito judicial especializada en Identidad digital y reputación. Fundadora de onBRANDING, cumple 14 años al mando de una agencia especializada en la gestión de crisis reputacional online para celebridades como clubes de 1ª división de fútbol, agentes de futbolistas y jugadores; empresas y ciudadanos anónimos. Tiene el privilegio de dar clase de las mismas especialidades a la Policía de Israel, y en el Consejo General del Poder Judicial. Apasionada de la cultura israelí, estudia hebreo y cocina judía sefardita.
Selva, curiosa de nacimiento, es además una amante del deporte. Entrena boxeo dos veces por semana y patina sobre ruedas y sobre hielo desde que es pequeña. Por encima de todo, está su familia y sus amigos. Con los años, dice, “he aprendido a que no me cuesta pedir ayuda y a decir no cuando algo no me huele bien”. Ahora, va camino de publicar su sexto libro, en esta ocasión sobre las apps de dating, Dating en pandemia.
Miriam, periodista, bailarina y futura novelista
Bailar es lo único que la tranquiliza y la ayuda a liberarse del mundanal ruido que la rodea. Su naturaleza extremadamente perfeccionista la ha coronado varias veces como campeona y subcampeona de España en baile coreográfico. Además de esta disciplina, es una devota de las letras. Una de las benjaminas del grupo, Miriam de Saint Germain es, sin embargo, de las más veteranas de la redacción. Su personalidad arrolladora, su espontaneidad, su profesionalidad y su carisma la han llevado a hacerse un hueco en la prensa escrita desde bien temprano. De hecho, dejó el trabajo en el que estaba para centrarse al 100% en el periodismo, como ella dice “de verdad, de papel y boli, de los medios tradicionales”.
Aunque como documentalista ya ha trabajado en varios proyectos, ahora, su sueño es escribir un libro en solitario. Lejos de la tendencia general, la influencia no le preocupa. “Prefiero ganar fidelidad y poder realizar reportajes que transmitan mensajes y moralejas más allá de la pura información”, explica, “también me gustaría trabajar en TV como especialista en crimen organizado”. En este sentido, tiene un buen mentor. “Trabajar en el taqui, me cambió la vida y me hizo recuperar la confianza en mí misma. Me crucé con Carlos en el momento y lugar oportuno y surgió la ocasión de hacer lo que yo quería”.
A nivel laboral, dice, nunca se ha sentido infravalorada o discriminada por el mero hecho de ser mujer y, además, muy joven. “Siempre hay algún entrevistado que, de manera puntual, se piensa que te puede torear pero el machismo lo he vivido mayoritariamente en la calle”. Detrás de esa fachada dulce, Miriam, dice, que “por suerte”, tiene muy mal carácter. “Con levantar la ceja ha sido suficiente para entender que se estaban equivocando”.
Sara, periodista y de curiosidad insaciable
Con un acento gallego encantador, Sara Cid es la última incorporación a esta familia. De curiosidad insaciable, Sara llegó con ganas de comerse el mundo. Especializada en terrorismo yihadista, a sus 25 años ya tiene dos carreras y un máster. El conocer no ocupa lugar y ella es un claro ejemplo de ello. Con tan solo 6 años vivió los atentados del 11-S con tremendo asombro y muy temprano empezó a leer “de una forma anormal para la edad que tenía” todo lo que tenía que ver con los atentados que se producían en occidente. Su fijación por estudiar medicina pronto se disolvió al entender que su verdadera pasión era intentar dar respuesta a las preguntas que ella misma se hacía y eso la condujo a estudiar Periodismo y Relaciones Internacionales, primero, y un máster en Prevención de la Radicalización Yihadista, después.
Trabajó en una multinacional que la limitaba, rodeada de un mundo de lujos y ostentaciones que no iban con sus valores, que no la representaban. A raíz de un pequeño bache personal se dio cuenta de que ese no era su lugar y lo dejó todo para mudarse de Madrid a Barcelona persiguiendo el amor y su sueño de convertirse en analista sobre terrorismo para algún medio de comunicación. Su verdadero sueño. Y por casualidades del destino, su sueño empezó a cumplirse en esta redacción, analizando precisamente el juicio por los atentados del 17-A.
Leer sobre todo lo que le provoca interrogantes es una de sus distracciones favoritas. Pero su afición preferida en la actualidad es, sin duda, estudiar árabe. Aunque los paseos por la playa, si pueden ser por su Galicia natal mejor, son su dosis de desconexión necesaria. En el ámbito laboral, asegura, nunca se ha sentido discriminado por ser mujer. Por desgracia, sí en otros contextos, algo que la desquicia.