Ataviadoscon sus vistosos chalecos de cuero, sus decenas de insignias de colores y sus barbas espesas, los Ángeles del Infierno aterrizaron en España a mediados de los años 90. En un primero momento, lo hicieron como invitados de honor en una convención motera organizada en Castellón de la Plana por los ya extintos Centuriones MC, el precedente de les Hells Angels Motor Club (HAMC)en nuestro país.
Las similitudes en lo legal e ilegal entre unos y otros han conducido a los investigadores de la Policía Nacional, especializados en la investigación de bandas moteras, a concluir que los Centuriones fueron quienes asentaron las bases, el caldo de cultivo y prepararon el terreno para la llegada de los HAMC a España. Su objetivo era fusionarse y continuar, más fuertes que nunca, con el legado que los primero habían iniciado. Y es que el punto de inflexión, que motivó la entrada definitiva de los Hells Angels a la Península, se dio tras un macro dispositivo policial contra los Centuriones en 1996. Treinta-y-seis miembros de la banda quedaron detenidos por tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas.
Forman parte del 1%
Tras este suceso, el primer capítulo de los Hells Angels en España – como se denominan a sus subgrupos repartidos por todo el mundo – se abrió en 1997 en Barcelona; ciudad que había tenido más movimiento de bandas moteras outlaw (fuera de la ley) hasta la fecha. De hecho, visiblemente orgullosos de ello, unos y otros se presentaban (y se presentan) en sociedad como parte de ese 1% de los clubs amantes del motor al margen de la ley. “Se jactan de ello, aunque luego no lo reconocerán abiertamente y tratarán de camuflarlo con otras acciones benéficas que promueven en sus redes sociales”, matizan fuentes policiales a eltaquigrafo.com.
De este modo, el encuentro en Castellón fue el germen de todo lo que estaba por llegar. En la actualidad, España cuenta con 15 capítulos oficialmente constituidos, al margen de aposentado en las Islas Canarias (Canary Islands) que va por separado. Además, según las mismas fuentes policiales especializadas en la investigación de bandas moteras, los HAMC poseen a día de hoy la mayor red de logística, infraestructura y contactos de las bandas outlaw en España y en el mundo.
Apariencia legal, intereses ilegales
Esta realidad, al margen del beneficio y el lucro que obtiene el propio motor club, es un gancho para otras organizaciones criminales, que beben de sus redes para transportar la droga por toda Europa, aseguran las mismas fuentes. Si bien es cierto, las investigaciones policiales que se ejecutan en relación con los Ángeles del Infierno y las otras bandas moteras al margen de la ley en nuestro país demuestran que ellos también sacan partido de su propia infraestructura para llevar a cabo actividades ilegales: principalmente el tráfico de drogas. De hecho, recientemente, la Policía Nacional desmanteló una red liderada por los HAMC que había abierto una ‘narcoruta’ entre España y Dinamarca.
Por todo ello, los cuerpos policiales les relacionan en especial con el tráfico de drogas y armas. Trabajos ilícitos que combinan con otros de legales: convenciones moteras, talleres de reparación, estudios de tatuajes, venta de merchandising (nunca de los HAMC, siempre de bandas asociadas o suporters); así como el control y la vigilancia de discotecas, prostíbulos y pubs. Es más, paradójicamente, los distintos capítulos, tanto de los Hells Angels como de las otras bandas moteras, a pesar de presumir de estar fuera de la ley, se llegan a inscribir legalmente en el registro de asociaciones. “Apariencia legal con intereses ilegales” sentencian las voces policiales.
El status social y criminal
Así pues, la imagen que tenemos de los Ángeles del Infierno con sus pomposos chalecos, sus motos Harley-Davidson y su aspecto digno de haber salido de cualquier serie norteamericana constituye además un status social y criminal. “Decir que formas parte de una banda motera como los Hells Angels te da prestigio y te protege ante otras bandas u organizaciones criminales que sabrán que, si te hacen algo, tendrán el peso de toda tu gente detrás”.
No obstante, sus miembros no suelen ser conflictivos al margen de las disputas internas que se generen con otras bandas rivales. “No atentarán contra la ciudadanía, más bien todo lo contrario, querrán ofrecer una cara amable. De este modo, lo que se provoca es una especie de violencia sumergida, invisible a ojos de la mayoría, pero presente”.