Se dice que es el oficio más antigua del mundo. En la actualidad, es uno de las más excluidos socialmente y, por supuesto, se ha visto afectado por la actual crisis sanitaria. Aunque la mayoría de las casas de relax, clubs de carretera y pisos dedicados a la prostitución han cerrado sus puertas ante el estado de alarma convocado con motivo del coronavirus (SARS-CoV-2), la realidad es que muchas trabajadoras sexuales siguen desempeñando su labor; discretas como hasta antes de la pandemia; algunas por placer, otras por necesidad; pero, sea como sea, aún más invisibilizadas a causa de la COVID-19.
«No podemos hacernos autónomas, la mayoría de las chicas cobra en negro, tampoco podemos acogernos a ninguna ayuda y, mucho menos, acceder al paro», ha asegurado la escort, actriz porno y modelo, Estefani Tarragó, a eltaquigrafo.com. Es por eso, explica Tarragó, que muchas chicas, tanto de forma particular como en clubs pirata, siguen trabajando para poder obtener algo de dinero con lo que seguir adelante.
Sigue habiendo demanda
«Por suerte o por desgracia, aun estar confinados, sigue habiendo mucha demanda en el sector y, por eso, hay chicas que ofrecen sus servicios a domicilio o en clubs que abren de forma clandestina —los clubs pirata— hasta que la Policía les hace cerrar sus puertas», aseguraba la escort de lujo. En su caso, ha podido apagar el teléfono del trabajo desde que se decretó el estado de alarma, pero es consciente de que no todas las chicas, sean o no sean de lujo, han podido o han querido hacer lo mismo.
Desde el Sindicato OTRAS, que vela por los derechos de las trabajadoras sexuales, no se tiene constancia de que queden clubes abiertos, especialmente en la ciudad de Barcelona, y tampoco conocen el caso de chicas que estén siendo forzadas a trabajar. Sin embargo, no pueden saber si, de forma particular, se siguen ofreciendo servicios sexuales.
Contemplan, en todo caso, que son uno de los colectivos más afectados y vulnerables ante esta crisis sanitaria pues, como comentaba Tarragó, a pesar de ser un sector con una alta demanda, siguen siendo invisibles y no cuentan con ningún tipo de ayuda.
Muchas viven en los burdeles
Desde el sindicato de trabajadoras sexuales, coincidiendo con otras entidades y organizaciones que velan por los derechos de las prostitutas, como Askabide, en Navarra y el País Vasco, explican otra de las graves consecuencias de esta situación: más allá del jugarse la salud y una multa por seguir ejerciendo la prostitución y saltarse el confinamiento, las jóvenes que han visto como sus clubes se cerraban están viviendo en los burdeles, creando una deuda económica que deberán saldar cuando esta situación termine.
Todas estas organizaciones, además, están removiendo cielo y tierra para conseguir ayudas. «Cabe tener en cuenta que muchas mujeres son inmigrantes, con los papeles aun por resolver, no están empadronadas, viven en pisos compartidos sin contrato de por medio y con el cese de la actividad, al menos de forma oficial, se están viendo obligadas a ir a comedores sociales», aseguraban desde el sindicato. ONGs como Cáritas o Cruz Roja se están ofreciendo para ayudar a este colectivo, aseguran desde Askabide, por otro lado.
En este mismo sentido, la ONG Médicos del Mundo aseguraba en un comunicado que «las mujeres que ejercen la prostitución tienen miedo a que la situación se alargue y no puedan hacer frente a los gastos de alquiler de las habitaciones. A la vez, temen que los propietarios no las dejen seguir estando refugiadas en estos lugares y las expulsen a la calle. Por ello, demandan un alojamiento, comida y productos de aseo e higiene, así como material de prevención ante la COVID-19, ya que seguir las normas de confinamiento en esas circunstancias se hace especialmente complicado».
Esta situación se agrava, contempla el comunicado, en el caso de las víctimas de trata, quienes tienen deuda con sus explotadores. Si el confinamiento se alarga, la deuda aumentará. Por otro lado, las que ejercen en la calle y en polígonos industriales han manifestado atender algunas peticiones estos días —de transportistas y otros «usuarios» que trabajan habitualmente en polígonos— para poder subsistir en esta tesitura.
Reclamo urgente
Desde Médicos del Mundo se pide, en este sentido, que el Gobierno considere a las mujeres en situación de prostitución como población vulnerable, para que puedan adherirse a políticas públicas de apoyo económico y acceder a los diferentes sistemas de Servicios Sociales o Instituto de la Mujer.
«La situación administrativa irregular de la mayoría de estas personas las deja fuera de recursos adoptados por el Gobierno, como la prohibición a las compañías suministradoras de cortar el agua, la luz y el gas a los hogares que en esta crisis no puedan sufragar el recibo. Además, reclamamos la necesidad de apoyo psicosocial urgente, puesto que son mujeres alejadas de sus familias, sin redes sociales o familiares, confinadas en prostíbulos o pisos, una situación que añade más estrés y ansiedad a la ya de por sí difícil situación que viven el resto de las personas. Médicos del Mundo recordamos la necesidad, no solo en tiempo de crisis, de que haya políticas públicas de apoyo a estas mujeres en temas de recursos habitacionales, recursos económicos, formación, empleo, etc., para salir de la situación de prostitución», se comenta por el comunicado.
Fiestas de lujo clandestinas
Sin embargo, no todas las trabajadoras sexuales viven en una situación de explotación y precariedad. Muchas, como Estefani Tarragó, han podido desconectar sus teléfonos y pasar el cese de actividad con el dinero que tenían ahorrado. «Depende de lo que trabajen y para quién, unas se ganan mejor la vida que las otras” explicaba la también actriz y modelo.
Es consciente, como se ha publicado en distintos medios de comunicación, que hay prostitutas que están pasando por una situación de extrema vulnerabilidad, pero otras siguen ejerciendo su trabajo porque les gusta y acuden a fiestas y orgias clandestinas, organizadas por gente con un altísimo poder adquisitivo, por cantidades que no bajan de los 1.000 euros. Muchas tienen miedo a contagiarse y han reducido su cartera de clientes o han limitado los servicios.
En cuanto al cierre de clubes más modestos, a principios de abril, la Policía Nacional cerró en Madrid un burdel ubicado en el 127 del Paseo de las Delicias, donde el trasiego de clientes era frecuente. Ese mismo cuerpo desmanteló la semana pasada una organización criminal de trata de mujeres. Se detuvo a siete personas como presuntos autores de un delito de trata de seres humanos. Se liberó a 12 mujeres, una de ellas menor de edad, que estaban siendo víctimas de explotación sexual en Córdoba y Jaén. Habían sido captadas en Colombia.