Ya son más de 50 días encerrados en casa por la pandemia del coronavirus; y, del mismo modo que está pasando con las mujeres víctimas de violencia de género, los niños y adolescentes que sufren maltrato infantil en el núcleo parental tienen que convivir, sin vías de escape, con su maltratador.
Aunque no en todos los casos detectados recientemente el foco de violencia está en el hogar, éstos suelen ser los más frecuentes y, ahora en plena cuarentena, los especialmente más preocupantes.
De hecho, distintas organizaciones – como ANAR, Aldeas Infantiles o Save the Children -, así como, expertos en la materia, como la neuropsicóloga, Ivet Morales (col. núm. 27637), llevan alertando desde el principio del confinamiento sobre cómo “esta situación de encierro preventivo multiplica la vulnerabilidad de los menores que sufren violencia en el hogar. Sobre todo, si tenemos en cuenta que esta situación de crisis ha conllevado un aumento del estrés y de las preocupaciones que pueden agravar, negativamente, ciertas conductas violentas”, señala la experta. Si normalmente es difícil saber lo que pasa de puertas adentro de un hogar, ahora aún más.
En este sentido, según los últimos datos del Portal Estadístico de Criminalidad, dependiente del Ministerio del Interior, en 2018 el 70,4% de los casos atendidos, por las distintas organizaciones de soporte a menores maltratados, se debieron a violencia en el hogar, ejercida por los padres – biológicos o no -.
Se disparan los casos de violencia
Ahora, en pleno confinamiento no nos queda más remedio que estar día y noche en casa, en familia. En el que se supone que debería ser un entorno seguro. Sin embargo, la Fundación ANAR ha atendido desde el pasado 23 de marzo a 1.441 niños y adolescentes que necesitaban ayuda. Las psicólogas detectaron 863 casos graves. Y, casi la mitad de ellos (47%) se debía a episodios de violencia padecida por los menores. Además, más de 400 críos se han conectado durante estas últimas semanas al chat de la organización para solicitar auxilio.
“Hay casos en los que hay que acudir directamente a las casas, por la gravedad de la situación”, señala Benjamín Ballesteros, director de ANAR y psicólogo de profesión, como todas las personas que están detrás de ese chat y que cada día hablan con los niños y también con los adultos que alertan de situaciones que no deben darse. “El escenario no es que, con el confinamiento, una familia que discurre con normalidad se convierta en trincheras, sino que, en aquellas casas en las que hubiera problemas, éstos han aumentado en demasía”, señala.
Estas peticiones de ayuda, que atienden los profesionales de la fundación, llegan a través del email de la Fundación y de su chat ANAR, que posee una tecnología que borra automáticamente la conversación en el lado de la víctima evitando poner en riesgo al menor de edad en caso de ser sorprendido por su agresor. Además, ahora que los niños pueden volver a salir a la calle, ANAR ha vuelto a abrir todas sus líneas de ayuda y ha reforzado su chat las 24 horas.
Problemas psicológicos derivados
Según un artículo del Colegio de Psicólogos de Madrid, publicado por los psicólogos Alejandro Amores-Villalba y Rocío Mateos-Mateos, “en general, los problemas neuropsicológicos derivados del maltrato infantil se relacionan con las dificultades de adaptación de los niños, así como los problemas a la hora de relacionarse”.
También destacan problemas de empatía, la tendencia a experimentar emociones negativas, la mayor percepción de hostilidad en los otros, el comportamiento impulsivo, las limitaciones en los dominios intelectuales y la mayor probabilidad de ejercer violencia en la vida adulta.
Aun así, Ivet Morales, psicóloga clínica y trabajadora de uno de los Centros de Desarrollo Infantil y Atención Precoz (CDIAP) de la Generalitat,especifica en una entrevista con este medio que “no existe un patrón concreto de consecuencias neuropsicológicas, pues a cada niño le puede afectar de formas distintas y puede desarrollar distintos patrones psicopatológicos. La mayoría de ellos, eso sí, relacionados con alteraciones en el desarrollo del comportamiento. Como pueden ser: problemas con los compañeros, depresión, ansiedad, problemas con el lenguaje o fracaso escolar, entre otros”.
La psicóloga clínica, con un máster en neuropsicología, hace un apunte interesante en relación con la probabilidad, incluso demostrada por varios estudios, que un niño que ha sufrido maltratos de pequeño es más propenso a desarrollar una conducta similar en su vida adulta, lo que en términos más específicos se conoce como “mecanismo modelado negativo”.
Morales detalla, además, que las consecuencias psicológicas derivadas de estos malos tratos también pueden variar en función del tipo de agresión o desprecio que se este ejerciendo sobre el menor. Y matiza que en los casos dónde se dan prácticas de abusos sexuales, estas consecuencias – que pueden ser de corto y/o largo plazo – pueden manifestarse, siempre según la edad del pequeño, en estrés postraumático, ansiedad, pesadillas o en casos de niños más mayores en conductas agresivas, neuróticas, incluso suicidas.
En este sentido, ANAR señala que las ideas e intentos de suicidio es uno de los problemas que más se ha incrementado durante estos días de confinamiento pasando del 1,9% de media el último año a un 8,3% durante estos días.
Faltan medidas más eficaces
Lo cierto es que los expertos y las organizaciones con las que ha podido contactar este medio echan en falta medidas dirigidas específicamente a los menores que sufren violencia durante el confinamiento, como se ha hecho con las víctimas de violencia de género, incluso con las víctimas de trata.
“Al principio del confinamiento, los casos de violencia que nos llegaban eran un 36% del total. El día 3 de mayo estábamos en un 47,7%”, explica Ballesteros. Desde que se decretó, pues, el estado de alarma se han disparado las llamadas registradas, algo que vinculan estrechamente con la situación de confinamiento a la que estamos sometidos.
Según la percepción del equipo de psicólogas de la citada fundación, coincidiendo con la explicación experta que la psicóloga clínica Ivet Morales ha ofrecido a este medio, entre las causas de este aumento puede estar: la frustración que produce el encierro, la incertidumbre económica en los hogares, la convivencia en espacios reducidos o el abuso de alcohol entre los progenitores.
En general, resume Morales “el aumento de la tensión en los hogares, así como de las situaciones de estrés y de las preocupaciones por la pandemia son un claro agravante de las conductas violentas y si una persona tiene tendencia a este tipo de comportamientos – añade - la situación puede ir en detrimento del menor maltratado”.
Un 25% de los menores habrían sufrido abusos
La ONG Save The Children calcula que en España más del 25% de los niños y niñas son o han sido víctimas de maltrato por parte de sus padres, madres o cuidadores principales y apunta que, cuando el maltrato ocurre, menos del 10% de los casos se denuncian.
Matiza que este maltrato se padece en cualquiera de sus manifestaciones, que incluyen desde violencia emocional hasta un castigo corporal como un bofetón o agresiones físicas más graves. Según estos cálculos, unos dos millones de niños y adolescentes han sido víctimas de maltrato en España.
Por otro lado, otro estudio de Aldeas Infantiles SOS estima que unos 40 menores al día en España son víctimas de violencia intrafamiliar y actualmente, atiende a 3.778 niños en sus programas de prevención.
De acuerdo con lo comentado, desde esta organización también se entiende que el confinamiento provoca que se eleve el riesgo, por las situaciones expuestas y por la dificultad de detectar posibles negligencias o casos de maltrato por vías como servicios sociales, la consulta del pediatra o el colegio.
Por eso, Pedro Puig, presidente de la organización, hace un llamamiento a la sociedad y publica la guía No consientas el maltrato infantil, donde explica cómo habría que actuar en caso de una posible situación de maltrato.