Los agentes de seguridad privada del metro de Barcelona no pueden más. El suburbano barcelonés parece haberse convertido, en el último año, en un espacio de acogida para delincuentes y caraduras. Carteristas; manteros; agresores homófobos, racistas y sexuales; y caraduras que se cuelan sin pagar han encontrado en el metro un espacio donde delinquir, apalear, esconderse y amenazar.
Los ciudadanos de a pie son el colectivo que sale más mal parado de esta situación de ascendente violencia pero, a la vez, los agentes de seguridad privada que patrullan por el suburbano son el grupo que recibe la mayor parte de agresiones físicas y verbales.
Hace meses que, ante el aumento de delitos de todo tipo en el metro barcelonés, así como de agresiones a los agentes de seguridad, dos de los principales sindicatos de trabajadores de seguridad privada de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), ADN Sindical y SPS, exigen un aumento de los efectivos y de las medidas de seguridad, así como una reformulación de la ley de seguridad privada. Con esta reforma, los agentes podrían tener más margen de actuación en caso de altercado y más garantías en caso de juicio.
Esta semana, tras los últimos incidentes acaecidos en el metro barcelonés, dos portavoces de dichos sindicatos han reiterado a eltaquigrafo.com su indignación y cansancio ante «la lentitud del Departamento de Interior para que cumpla con TMB y autorice los espráis de gel», reconocía Sergio Sánchez, de ADN Sindical.
Agresión en la estación de Paralelo
Justamente este jueves, y según confirmaron a este medio las mismas fuentes sindicales, cuatro hombres agredieron con extrema violencia a un vigilante del metro de Barcelona en la estación de Paralelo.
Los individuos apalearon al trabajador cuando éste les reprendió que uno de ellos hubiera accedido al andén de la línea sin validar su billete. Tras ello, los cuatro pasajeros atacaron al vigilante, golpeándole con fuerza. El profesional, sufrió un golpe en la cabeza al caer y topar con las escaleras mecánicas, además de considerables magulladuras.
Ante las recientes informaciones sobre agresiones a vigilantes del metro, como ha sucedido en este caso, Nacho Arroyo, de SPS, cita un problema añadido: que el vigilante, muchas veces patrulla solo.
Arroyo, secretario de organización del sindicato, añade a sus reclamos la exigencia de que, por norma, ningún agente de seguridad pueda patrullar solo. «Eso les hace más vulnerables, con una sola porra y unos grilletes, una única persona no puede hacer frente a los grupos violentos que les plantan cara».
Además, Arroyo exige una modificación de la ley de seguridad privada y su adecuada adaptación a 2020. El secretario de organización del SPS considera que los agentes de seguridad privada que están expuestos a un peligro considerable —como los del metro, Renfe o Tram— sean considerados agentes de autoridad, equiparables a nivel jurídico con la Policía. Así, tendrían más margen de actuación y más garantías en caso de juicio.
Altercado con los manteros
Los manteros encontraron en el metro su escondite. Pero la situación se ha desbordado y, a pesar de las medidas se seguridad impuestas por el consistorio barcelonés y la Generalitat para mantener intercambiadores como el de Plaza de Catalunya, despejados, los vendedores ilegales siguen desbordando la capacidad de actuación de los agentes.
De hecho, esta semana, además de la agresión al vigilante en Paralelo, el intercambiador de Plaza de Catalunya vivió un brutal enfrentamiento, con manteros implicados, en el que salieron heridos dos agentes de la Guardia Urbana de Barcelona (GUB) y una pasajera.
Los hechos ocurrieron sobre las 18.30 horas del miércoles, cuando vendedores ambulantes saltaron a las vías del transporte para escapar de un operativo de la policía municipal de Barcelona. Los vigilantes se vieron desbordados por el número de manteros que se personaron en la estación y requirieron el soporte de la GUB.
Los momentos de tensión se iniciaron después de que algunos de los vendedores se negaran a obedecer las órdenes de la GUB de desalojar el intercambiador de Catalunya. Los agentes estaban llevando a cabo una de las frecuentes actuaciones que, desde hace año, se realizan para mantener la estación despejada de vendedores ilegales.
Sin ir más lejos, este pasado lunes, tras la llamada de agentes de seguridad de Renfe, la GUB se personó en la misma estación para ejecutar un desalojo masivo, que se realizó sin heridos ni incidentes.
Según el secretario general del sindicato de la policía local SAPOL, Manel García, los agentes recibieron una lluvia de pedradas cuando trataron de echar a los manteros del andén del metro.
Se cumple un año desde que el Ayuntamiento y la Generalitat acordaron un plan conjunto con Mossos y Guardia Urbana, con la ayuda de vigilantes de Renfe, para mantener despejado el intercambiador de Plaza de Catalunya, pero desde el pasado mes de diciembre, los manteros han vuelto a esta estación a esconderse de las redadas policiales del exterior.
«No hay seguridad suficiente»
Tanto Nacho Arroyo, de SPS, como Sergio Sánchez, de ADN Sindical, consideran que sus agentes deberían ir dotados con más medidas de seguridad. Los vigilantes reclaman soluciones: un aumento de la plantilla, operativas conjuntas de los trabajadores de seguridad del metro con la Guardia Urbana y la policía autonómica, así como la obligación de que todos los vigilantes vayan dotados de los Equipos de Protección Individual (EPI) adecuados a su trabajo, como chalecos antipinchazos, guantes, cascos cuando sea necesario, etc.
Lamentan, por otro lado, la lentitud del Departamento de Interior en cumplir con su promesa de dotar a los agentes de espráis de gel. Arroyo y Sánchez señalan que los ataques violentos a vigilantes se están convirtiendo en «algo habitual, demasiado habitual».
Se aprovechan del desamparo administrativo
Sánchez considera que la falta de acción por parte de la administración pública transmite una sensación de permisividad para que los delincuentes y caraduras hagan y deshagan por el metro a sus anchas.
El crecimiento de los hurtos por parte de los carteristas y de las agresiones a vigilantes ha desatado una lucha de este sector para que se mejoren sus condiciones laborales. Exigen más implicación por parte del Departamento de Interior, así como una reunión conjunta en lo que seria un «Consejo de Seguridad», en el marco del transporte público barcelonés.
Ante el conocimiento popularizado en relación con las limitaciones competenciales de los agentes de seguridad privada, muchos vigilantes se exponen a diario, según las mismas fuentes sindicales, a provocaciones, insultos y amenazas que culminan en agresiones físicas.