El metro de Barcelona, en estado de emergencia

Eliana Guerrero patrullando en el metro de Barcelona
photo_camera Eliana Guerrero patrullando en el metro de Barcelona
Algunos carteristas llegan a acumular más de 20.000 euros de beneficio al mes por los robos que perpetran en el metropolitano de Barcelona.

«Estoy trabajando» les gritaba un conocido carterista del metro barcelonés a la patrulla de ‹cazacarteristas› dirigida por Eliana Guerrero. La situación en el metro de Barcelona, según la misma Eliana, es de total emergencia. Los carteristas se han adueñado del suburbano de la ciudad condal, al que acuden diariamente para lo que consideran «su trabajo». 

Eliana, en una entrevista con eltaquigrafo.com, ha lamentado que estos carteristas multirreicidentes justifiquen su presencia en el suburbano, argumentado que «están trabajando». «Es para flipar» añadía Guerrero, «los patrulleros, encima, tenemos que aguantar como estos sinvergüenzas nos gritan y amenazan, diciéndonos que les estamos molestando, que ellos están ahí trabajando, pero ¡por favor!, ¿en qué mundo vivimos?», se preguntaba sorprendida. 

Aunque la temporada de verano, la más fuerte para los carteristas y multirreicidentes, ha pasado, Guerrero explicaba que la falta de leyes firmes que condenen este tipo de delitos de manera contundente conlleva la proliferación de delincuentes. La delincuencia en el metro ha dejado de ser estacional. De ahí que, Eliana, su equipo, los trabajadores de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) y los cuerpos policiales que trabajan codo con codo en el suburbano barcelonés consideren que, actualmente, se vive una situación de emergencia. 

Más de 20.000 euros al mes

A la semana, se pueden llegar a registrar más de 1.000 hurtos acaecidos en el metro de Barcelona. La capital catalana es la ciudad con el índice de hurtos más alto de España, en relación con su superficie y número de habitantes. ¿Las víctimas? Éstas suelen ser o gente mayor o turistas despistados. ¿Los beneficios? Según Guerrero, los carteristas pueden llegar a ganar más de 20.000 euros de beneficio mensual por los robos que perpetran en el metropolitano de Barcelona.

Además, lamenta la ‹cazacarteristas›, «como muchos de ellos no tienen registrada ninguna actividad laboral, pues, evidentemente, aunque digan que es su trabajo, no pueden registrarlo como tal, por lo que reciben todo tipo de subvenciones y ayudas». Encima, según su testimonio, algunos de los multirreincidentes reconocen que «viven muy bien» y que ganan «lo que un trabajador normal no podría ganar ni en una década». 

¿En qué se lo gastan? Según la misma fuente, entrevistada por este medio, el dinero que obtienen va destinado, en un alto porcentaje de las veces, a drogas y prostitutas. 

Sin respuesta institucional 

Preguntada por la respuesta que han recibido de las administraciones públicas, tanto del Ayuntamiento de Barcelona como de la Generalitat o de TMB, Guerrero explica que siguen a la espera. «Silencio absoluto; parece no interesarles el tema», lamentaba. «Como no nos consideran un buen servicio para la sociedad, nos apartan a un lado». 

La popular ‹cazacarteristas› considera que la gestión de control del metro que están ejecutando las administraciones competentes en Barcelona, es escasa e insuficiente, comparándola con la de otras ciudades españolas, como Valencia. «Es un metro mucho más pequeño y de uso mucho más ocasional y hay cámaras nuevas y visibles cada tres metros», aseguraba Guerrero. Aunque la ley contra los multirreicidentes es la misma en todo el país, otras ciudades parece que han sabido ejecutar más medidas de control y prevención. 

Lamenta también, que la Policía Nacional, encargada del control de extranjería, no tenga competencias para patrullar a sus anchas por el metro de Barcelona. «Aunque Mossos y Policía Nacional trabajan conjuntamente, tengo la sensación de que en Catalunya la gestión para extraditar a los extranjeros que residen aquí de forma ilegal y que, encima roban en el metro, es mucho más lenta que en otras comunidades autónomas». Aun así, se satisface y agradece la total colaboración e implicación de todos los cuerpos policiales y de seguridad privada que trabajan en el metro, pues según ella, la coordinación es total y absoluta. 

Buena coordinación

Pero no todo es malo en el metropolitano barcelonés, Guerrero se satisface de la buena coordinación que existe entre todos los agentes —Mossos, Guardia Urbana, seguridad privada del metro, trabajadores de TMB y patrulleros— que trabajan en el metro. Explica que, aunque algunos políticos vean a los patrulleros como «algo innecesario y más bien molesto», los trabajadores que viven en primera persona cómo se vive el día a día en el metro barcelonés, les agradecen constantemente su implicación y trabajo. 

«Trabajamos de forma coordinada, nos conocemos todos entre todos y si vemos que hay policías de paisano en la zona donde hay también carteristas, les dejamos su espacio para que estudien los movimientos de los delincuentes y los detengan, si así lo creen necesario». El problema, parece ser, es que los delincuentes también los tienen fichados a ellos, y es ahí cuando empiezan lo enfrentamientos. 

Agresivos y armados

La popular ‹cazacarteristas› explica que el problema llega a niveles tan insólitos como que todos los días algún vigilante del metro es agredido física o verbalmente por uno de estos delincuentes. Encima, asegura, «los carteristas suelen llevar encima alguna arma blanca, por lo que los vigilantes del metro son los primeros en recibir sus agresiones en caso de disputa». Guerrero relata que hay seis nacionalidades al frente de este tipo de delitos: personas procedentes de Marruecos, Argelia, Chile, Perú, Rumanía y Bosnia. Siendo los chilenos, según su testimonio, los más agresivos, con diferencia. 

Ante el auge de criminalidad y agresividad en el metro barcelonés, dos de los principales sindicatos de trabajadores de seguridad privada de TMB, ADN Sindical y SPS, exigen un aumento de los efectivos y de las medidas de seguridad, así como una reformulación de la ley de seguridad privada. Con esta reforma, los agentes podrían tener más margen de actuación en caso de altercado y más garantías en caso de juicio. 

Tanto Nacho Arroyo, de SPS, como Sergio Sánchez, de ADN Sindical, consideran que los vigilantes deberían ir dotados de más medidas de seguridad. Los vigilantes reclaman soluciones: un aumento de la plantilla, operativas conjuntas de los trabajadores de seguridad del metro con la Guardia Urbana y la policía autonómica, así como la obligación de que todos los vigilantes vayan dotados de los Equipos de Protección Individual (EPI) adecuados a su trabajo, como chalecos antipinchazos; guantes; cascos, cuando sea necesario, etc. 

Lamentan, por otro lado, la lentitud del Departamento de Interior en cumplir con su promesa de dotar a los agentes de espráis de gel. Arroyo y Sánchez señalan que los ataques violentos a vigilantes se están convirtiendo en «algo habitual, demasiado habitual».

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