¿Qué es el ‘hawala’? ¿Por qué este tradicional método de intercambio de capital es ahora el sistema financiero de los narcotraficantes? Fuentes de la UDYCO explican los detalles de esta práctica milenaria: sus peculiaridades y el uso que hacen los criminales
Hace siglos, los comerciantes de la ruta de la seda idearon un rudimentario, pero ingenioso, sistema de intercambio de capital para protegerse de los posibles asaltos que podrían sufrir, al portar elevadas cantidades de dinero en efectivo durante sus largos viajes. A este sistema se le bautizó como ‘hawala’ y pretendía evitar el movimiento físico del dinero de un punto a otro del territorio mediante una red de “hawalladares”.
Este sistema, como si de un banco se tratase, funcionaba de la siguiente manera: el viajero o comerciante entregaba en el origen la cantidad que necesitaba transportar a un hawalladar, que debía poseer dinero en efectivo en el destino. Así, cuando el viajero terminaba el trayecto, se ponía en contacto con otro hawalladar, colega del primero, quien, tras recibir un código pactado con anterioridad, le entregaba el montante acordado. Así, los comerciantes evitaban llevar encima dinero en efectivo y se aseguraban llegar al destino y poder pagar las mercancías.
El ‘hawala’ no deja rastros…
Esta rudimentaria operación de compensación o intercambio ha ido evolucionando y con la aparición de los bancos estas transacciones se realizan de forma automática. Sin embargo, las antiguas redes de “hawalladares” siguen existiendo, convirtiéndose en la actualidad en los bancos privados y clandestinos de los delincuentes. En especial, de los narcotraficantes, que evitan, gracias a este sistema, dejar rastro de sus operaciones; en especial a la hora de comprar y vender alijos de droga.
Fuentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional han explicado a eltaquigrafo.com que las organizaciones criminales se valen de estas redes para evitar ser ellos mismos quienes deban mover físicamente el dinero ilícito, obtenido de sus actividades criminales.
Operaciones de ida y de vuelta
De este modo, ejemplificaban las fuentes policiales consultadas, “un narcotraficante de Madrid pueda pagar un alijo de cocaína en el puerto de Algeciras (Cádiz) sin necesidad de viajar con el dinero. Se hace el pago a un hawalladar en el origen y los contactos de éste le entregarán el montante acordado a los socios del narco en Algeciras para que proceda a la compra”.
Es más, las mismas fuentes de la UDYCO explicaban que las redes de hawalladares son tan extensas y abarcan tantos territorios dispares, que, incluso, el narco que recibe el dinero por el alijo vendido puede contactar con el mismo hawalladar o con otro de su confianza para que esa cantidad que acaba de percibir pueda ser recogida en otro punto del país, incluso, en el extranjero. Y así, los narcos, con ayuda de esta extensa red de hawalladares, consiguen ir moviendo el dinero que obtienen del crimen organizado de una punta a otra del mundo. Muchas veces, apuntan desde la UDYCO, el dinero termina en países como Turquía, Dubái o en paraísos fiscales.
A cambio, los hawalladares se llevan una comisión que puede variar en función de la dificultad, la distancia, el riesgo y las características de cada caso.
Caen los banqueros del narco en España
Aunque existen varias redes de ‘hawalas’, los reyes en España eran un clan de sirios, dueños del restaurante ‘El Alma de Damasco’ en el polígono industrial de Cobo Calleja (Fuenlabrada, Madrid). El líder de esta organización criminal y buena parte de su familia se convirtieron en los banqueros privados de decenas de grupos de narcotraficantes que acudían a su restaurante a entregar el dinero que querían mover hacía distintos destino; hasta que su entramado fue desarticulado por agentes de la Policía Nacional, el pasado mes de septiembre de 2022.
Se calcula que llevaban desde el año 2020 realizando entregas y recogidas de dinero para financiar el narcotráfico y retornar las ganancias obtenidas. La investigación policial que consiguió desarticular este entramado estimó unos beneficios de 32 millones de euros al año, pero se cree que pueden superar los 300 millones. Ganancias que obtuvieron de la realización de estas operaciones de compensación, además de trabajar con intercambios de criptomonedas.
Los investigadores detectaron vínculos de esta organización con decenas de países: con España, Italia, Francia, Países Bajos, Alemania, Finlandia, Bélgica, Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Polonia, Suiza y Noruega, así como Marruecos, Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Colombia, Bolivia, Perú, Brasil y China.
Las pruebas en el bloc de notas
El cabecilla del clan llevaba el control de todas las operaciones y en una nota (del bloc de notas de su teléfono móvil) los investigadores encontraron todos los movimientos. Además, se pudo localizar un chat, en una app de mensajería instantánea, donde participaban entre 15 y 20 hawalladares repartidos por todo el territorio nacional y alguno por otros puntos de Europa. El cabecilla, además, había participado activamente en varios envíos de marihuana y cocaína, por lo que en alguna ocasión también desempeñó el papel de narcotraficante.
Para poder acreditar que el dinero que entregaban o que les era entregado se destinaba a fines ilícitos, los investigadores desmantelaron a la vez dos organizaciones criminales, clientes habituales de los regentes de ‘El Alma de Damasco’. Ambos grupos se dedicaban al tráfico de sustancias estupefacientes: en un caso, se intervino a un grupo de chinos que traficaba con marihuana y, por otro lado, a una potente organización de se dedicaba al hachís.
Identificación de decenas de delincuentes
Además, las vigilancias permitieron identificar a decenas de presuntos delincuentes y, de hecho, se sigue trabajando para poder detener a todos las organizaciones que se valían de este clan para mover su capital criminal. En este caso, los investigadores detectaron la participación de varios grupos de chinos – presuntos evasores fiscales – que también utilizaban el sistema del ‘hawala’ para mover su capital y realizar operaciones de compensación con otros clanes chinos o, incluso, para financiar el narcotráfico.