Impunidad cero contra la pederastia en la Iglesia

el pederasta confeso, Joaquín Benítez, en una imagen del documental "Shootball"
photo_camera el pederasta confeso, Joaquín Benítez, en una imagen del documental "Shootball"
La Audiencia de Barcelona celebra esta semana el juicio al exprofesor de educación física del Colegio de los Hermanos Maristas de Les Corts (Barcelona), Joaquim Benítez, por presuntos abusos sexuales a alumnos. Benítez ahora quiere negociar su condena con la Fiscalía y reducir su pena de 22 años de prisión

El Caso de los Hermanos Maristas es, sin duda, el caso más complejo, abundante y alarmante de pederastia en una institución religiosa vivido en España en los últimos años.

Fue el primer caso que se destapó pública y mediáticamente y desde 2016 cuando El Periódico lo hizo público, la Iglesia se ha convertido en protagonista de múltiples episodios similares. Los Jesuitas, los Claretianos, los Salesianos… congregaciones que han ido dejando huella por todo el territorio.

Esta semana la Sección 21 de la Audiencia de Barcelona celebra, de lunes a miércoles, el juicio al exprofesor de educación física del Colegio de los Hermanos Maristas de Les Corts, Joaquín Benítez, por presuntos abusos sexuales a alumnos.

El caso se destapó con la denuncia de un padre, cuyo hijo le confesó haber sido víctima del profesor Benítez durante dos años, cuando cursaba la ESO.

La víctima que hizo saltar las alarmas es Manuel Barbero, quien a partir de este momento empezó a recibir hasta 100 correos de personas que le relataban historias de abusos sufridos, por hasta al menos 12 profesores diferentes, con un total de 43 denuncias en distintos centros.

Fue entonces que se empezó a tirar del hilo y se descubrió el mayor escándalo de pederastia destapado en España, con cerca de 10 profesores implicados y más de 40 víctimas entre 1970 y 2010.

Los Maristas de les Corts, l’Eixample y Badalona se vieron implicados en esta trama y justo la semana pasada, a escasos días del inicio del juicio a Benítez, dos hermanos de Mataró destaparon otro caso de violencia sexual en los Maristas de dicha localidad.

Violencia física y violencia sexual

Germán Vidal y Guzmán Vidal fueron alumnos “internos” de los Maristas de Mataró durante los cursos escolares 1962-63 y 1963-64. Ambos reconocían haber sido víctimas de abusos sexuales durante sus años como internos en el colegio religioso, elevando así la cifra de maristas demandados a 14 y ampliando el radio espacio-temporal.

Cuando existían los internados, añaden los hermanos Vidal, la impunidad de los pederastas se multiplicaba. Para los alumnos que vivían internados en el Valldemia de Mataró aquello "era una cárcel", un lugar impregnado "del miedo" a sufrir abusos sexuales, aseguran los hermanos a una entrevista para El Periódico. Aunque no solo temían ser abusados, lo que era peor eran las auténticas agresiones físicas "sádicas".

En este sentido, los hermanos Vidal aseguran que ambas prácticas forman parte del maltrato infantil que se llevaba a cabo en el colegio, pero dichas fórmulas no se practicaban de la misma manera comentan. "El castigo corporal estaba institucionalizado, entraba dentro de su método educativo. Lo aplicaban arbitrariamente y estaba aceptado por la cúpula. Los abusos, sin embargo, a pesar de ser conocidos, se encubrían”.

Germán y Guzmán relatan auténticas barbaridades. Agresiones físicas brutales, palizas barriobajeras, puñetazos en la cara, pérdida del conocimiento… Ambos presentarán una denuncia en los Mossos d’Esquadra. Lo harán, dicen, para que nadie cuestione el testimonio que revelan ahora, a pesar de que son conscientes de que sus demandas quedarán archivadas por la prescripción de los delitos.

De hecho, la mayoría de las agresiones han prescrito hoy en día y la práctica totalidad de aquellas 43 denuncias contra docentes maristas quedaron archivadas, pero es una manera de denunciar públicamente esta lacra. El único profesor marista que se sentará en el banquillo de los acusados es Joaquim Benítez, pues sus abusos se prolongaron hasta 2010 y fue denunciado por Manuel Barbero.

Joaquim Benítez se sentará en el banquillo, pero ni estarán presentes todas sus víctimas ni tomarán asiento junto a él todos los culpables. A puerta cerrada, Benítez ahora quiere negociar con la Fiscalía.

¿Pacto?

El acuerdo implicaría rebajar en algunos años la condena al pederasta Benítez, que se enfrenta a una petición del fiscal de 22 años de cárcel. Si hay pacto, descenderían hasta situarse alrededor de los 15 años de privación de libertad.

Evitar la celebración de un juicio convencional no significaría renunciar a la declaración de Benítez. Las acusaciones particulares tienen interés en preservarla, de modo que el profesor dé su versión acerca de si existió o no encubrimiento por parte de la institución de los Maristas.

Encubrimiento eclesiástico

Pasó con el caso de Montserrat, denunciado por Miguel Hurtado, y pasó también con los Maristas. El colegio era consciente de que Joaquim Benítez había abusado sexualmente de un menor, anterior a Barbero, porqué así lo había confesado el profesor, pero dicha confesión quedó enterrada.

En el 2013, cuando el colegio supo por Barbero que había, por lo menos, una segunda víctima del mismo profesor, la dirección del centro no se preocupó de averiguar si aquel pederasta había acorralado a más niños. Barbero, además, asegura que no recibió por parte del centro ninguna ayuda para afrontar los costes médicos y psicológicos que su hijo necesitó durante los años siguientes.

A comienzos del 2016, cuando padre e hijo se sintieron con fuerzas para tirar de la manta, denunciaron los hechos. No solo ante los Mossos d’Esquadra, también colgaron carteles para saber si había habido alguna víctima más de Benítez en ese colegio, incluyendo en estos pasquines la cuenta de correo [email protected]. Esta estrategia les permitió conocer hasta 4 nuevas víctimas de Benítez.

Una estrategia similar fue la que empleó Miguel Hurtado para conocer más víctimas del monje Andreu Soler de Montserrat. Como en los Maristas, la sagrada institución eclesiástica era consciente de que dicho monje había abusado sexualmente de varios menores, pero la actitud fue de una pasividad absoluta. Por eso, cuando Miguel Hurtado denunció de manera pública su caso, abrió un correo para encontrar más víctimas. La cifra ya alcanza 9 víctimas a manos de Andreu Soler.

La caja de pandora

Parece que la caja de pandora se ha abierto para no cerrarse, estos últimos meses la Iglesia y sus centros e instituciones se han posicionado en el punto de mira de los medios de comunicación debido al tsunami de casos que han salido a la luz. Solo en Catalunya casos como los de Montserrat, Vilobí d’Onyar (Girona), Constantí y Cambrils (Tarragona), los Claretianos de Barcelona o los Jesuitas de Sarrià han llenado portadas y titulares. Una lacra que no cesa, más bien lo contrario.

Las víctimas se sienten apoyadas por otras víctimas y se les hace más llevadero denunciar su caso públicamente. Mientras, la Conferencia Episcopal Española (CEE) sigue sin querer dar resultados e informes reales que demuestren y ejemplifiquen los casos de pederastia denunciados.

La ministra de Justicia, Dolores Delgado, pidió información sobre las investigaciones de los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes aquí en España en los últimos años y en el pasado más lejano. Dicha petición fue rechazada por la CEE alegando que no tenían competencias para ofrecer la información que se les pedía.

¿Autocrítica?

El papa Francisco parece ser consciente del problema que arrasa la Iglesia a nivel mundial, no solo en España, y que por eso organizó unas jornadas para la Protección de la Infancia en la Iglesia. Por primera vez, se trató a cuestión de los abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes como "un problema global" de la institución religiosa. Pero la peor crisis que sufre la iglesia en su milenaria historia está lejos de resolverse.

La cumbre llegaba casi seis años después de que el actual Papa se pusiera al frente del Vaticano y tras constatar que cuantas medidas se habían tomado hasta la fecha, muchas decretadas por su antecesor, Benedicto XVI, habían resultado inútiles.

Francisco organizó- ocupándose personalmente de todos los detalles del encuentro- una reunión planetaria que, en sus propias palabras, se celebrará "tarde por la gravedad del problema y tarde en la asunción de responsabilidades" por parte de la Iglesia católica.

En esta cumbre, y eso fue algo nuevo, se encontraron víctimas, curas, responsables de todas las conferencias episcopales de planeta, jefes de las órdenes religiosas, 'ministros' del Vaticano, representantes de los cardenales y tres mujeres.

Pero la autocrítica no es suficiente. De hecho, unos días antes de la cumbre vaticana, el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, expresaba su perplejidad por que se focalizara el caso de los abusos sexuales sobre los sacerdotes cuando “ocupan solo un 3% de la estadística”.

Declaraciones que demuestran el convencimiento de todavía muchos religiosos, de que esta lacra no es un problema relevante.

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