Inteligencia Artificial: la clave para la 4ª Revolución Industrial

Antonia Rocha y Narciso Ortega | el taquígrafo
photo_camera Antonia Rocha y Narciso Ortega | el taquígrafo
El futuro ya está aquí. La Inteligencia Artificial ya es una realidad pero ¿estamos preparados? De eso nos hablan Narciso Ortega, policía y experto en ciberseguridad, y la abogada, Antonia Rocha.

Con un público dividido entre los que confían en el futuro de la Inteligencia Artificial (IA) y los que no, el aula 62 del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona (ICAB) acogía este jueves una conferencia sobre el desarrollo y la legislación de la conocida como Inteligencia Artificial. Pero ¿de qué hablamos cuando nos referimos a este tipo de inteligencia?

Máquinas capaces de desarrollarse

Narciso Ortega, policía –exjefe superior del Cuerpo Nacional de Policía en Catalunya– y experto en ciberseguridad, explica que la IA se asocia a aquellas “máquinas inteligentes, con un cómputo inteligente, capaces de desarrollar e ir mejorando sus capacidades intelectuales y cognitivas”.

Ortega, que dirige una empresa especializada en ciberseguridad y es un erudito en lo que se refiere a Inteligencia Artificial, cree que la 4ª Revolución Industrial estará precedida y protagonizada por la IA, junto con la robótica, asegurando que, aún con muchas carencias sociales y judiciales por resolver, “no estamos lejos de este cambio”.

Lo beneficios serán muchos y en muchos ámbitos –proseguía–, como en la energía nuclear, la inteligencia artificial será beneficiosa para el ser humano si éste tiene en cuenta ciertos valores morales a la hora de decidir cómo y para qué se utiliza este tipo de inteligencia”.

Varios estudios relacionados

El policía explicaba, en la conferencia organizada por la Comisión Justicia Penal Internacional y Derechos Humanos del ICAB, que varias universidades norteamericanas, así como grupos de investigación y grandes empresas, como Google, han hecho distintas clasificaciones de los tipos de Inteligencia Artificial existentes.

En general, hay dos clasificaciones comunes en todas estas investigaciones, relataba Ortega; un nivel más básico, programadas para realizar ciertas tareas –máquinas capaces de ganar al ajedrez a los actuales campeones del mundo, como ya pasó–; y otras de un nivel más elevado, capaces de desarrollar y mejorar su inteligencia y capacidad cognitiva.

Ortega proseguía explicando que, más allá de estos dos primeros escalones, “hay quienes aseguran que estas máquinas habrá un momento que empezarán a desear cosas e incluso a tener consciencia”. Precisamente, estos dos últimos escalones se relacionan con lo expuesto por la abogada Antonia Rocha, quien aseguró en su ponencia que existe una carencia casi absoluta en lo que a legislación se refiere, relacionado con la IA.

¿Los robots tienen derechos?

La abogada y miembro de la Comisión Justicia Penal Internacional y Derechos Humanos del ICAB, Antonia Rocha, revisó la legislación vigente en materia de IA y llegó a la conclusión de que no existe nada firme. Ambos ponentes coinciden en lamentar que los avances tecnológicos van muy por delante de los cambios y regulaciones judiciales.

El principal interrogante que se plantean los países, y también la Unión Europea, es decidir si estos robots, que van desarrollando su inteligencia al igual que lo hace un ser humano a lo largo de su vida, tendrán derechos y podrán ser juzgados como un humano. Un ejemplo práctico, explicaba Rocha, es el de los coches automáticos. En caso de accidente, ¿quién sería el culpable? ¿la empresa, el conductor o el coche?

En general la abogada explicaba que “en el marco de la UE, no existe una normativa oficial, sino simplemente unos planes para que los Estados Miembros se coordinen en el desarrollo de la IA y todos ellos prioricen unos sectores en concreto”.

¿Qué pasa con los puestos de trabajo?

Ambos ponentes coinciden en que el marco laboral sufrirá y, de hecho, ya sufre, un cambio notable ante la incorporación de robots y máquinas inteligentes. “Ya existen robots coordinadores de equipos” explicaba Ortega, refiriéndose a que la figura supervisora del ser humano ya está siendo sustituida por la de nuevos robots.

En este sentido, Rocha explicaba que habrá que regular el tema de las cotizaciones e imponer impuestos o tasas especiales a aquellas empresas que prescindan de empleados humanos.

Con todo, lo que sí que se ha establecido han sido los sectores en los que se va a priorizar la incorporación de estas máquinas inteligentes. Siendo la sanidad uno de los más destacados, según ambos ponentes.

Seguridad vs Intimidad

La abogada también insistió en la necesidad de legislar muy bien las posibles confrontaciones entre “la excusa de la seguridad y el derecho a la intimidad”. En este sentido, Narciso Ortega aseguraba que “las empresas de inteligencia artificial obtienen a diario información de todos nosotros, porque nosotros se la damos”.

Ambos coinciden en la estrecha frontera que existe entre obtener datos para la seguridad de todos y el derecho a la intimidad de cada uno. “Existen y existirán máquinas inteligentes que vulnerarán la intimidad de las personas; ¿qué priorizaremos? ¿hasta qué punto la dignidad humana no se verá mermada por estar bajo la supervisión o el cuidado de un robot?” se preguntaba Rocha.

En general, existe un trabajo enorme en materia legislativa relacionada con la IA y la robótica. Hay que hacerse todas las preguntas, para poder abastecer el máximo de vacíos legales en este sentido.

Cambio social

Y el cambio social también llegará. Entre los murmullos de los asistentes, algunos más catastrofistas que otros, el más mayor de la sala concluía el turno de preguntas con una bonita reflexión. “Yo confío en la Inteligencia Artificial, así como en la inmortalidad, confío en los beneficios que nos traerá ese cambio, aun con mucho trabajo por hacer, pero estoy orgulloso de haber vivido en una de las mejores épocas de la historia”.

En conclusión, el futuro está aquí y la humanidad no está preparada. El desarrollo de la tecnología inteligente avanza a pasos agigantados, mientras que todo a su alrededor sigue carente de medidas relacionadas que regulen el sector.

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