Al tratar de descubrir el funcionamiento del cerebro, ponemos en tela de juicio muchos conceptos, entre ellos el libre albedrio y la libertad. ¿Tuvo Patrick Nogueira otra opción? ¿Tuvo alternativa? Sí, la tuvo. Y cometió este atroz crimen múltiple, un familicidio, porque quiso hacerlo. El siglo XXI es el siglo del cerebro, y hoy podemos mapear el cerebro de los asesinos y ver la maldad reflejada en una imagen. Porque para asesinar, no hay que estar loco. Hay que ser malo.
Nogueira es el segundo protagonista de esta serie documental que pretende desengranar aquellos crímenes cometidos en nuestro país y que, por la razón que sea, han supuesto un punto de inflexión en el modo de investigar, perfilar o juzgar a los delincuentes más mediáticos con lo que se ha topado la crónica negra española. Despiadado y a sangre fría, el descuartizador de Pioz se presentó esa tarde de agosto en casa de sus tíos dispuesto a terminar con la vida de todos.
Antecedentes: cuatro muertes a sangre fría
El timbre del chalé del número 594 de la calle de Los Sauces, en Pioz (Guadalajara) sonó sobre las cuatro de la tarde del 16 de agosto de 2016. En ese momento, solo Janaína Santos y sus dos hijos de cuatro y un año, María Carolina y David, estaban en casa. Patrick Nogueira, de origen brasileño, sabía perfectamente que su tío, Marcos, estaría trabajando. Llegó con un par de pizzas y con todo el material para acabar con la vida de todos los ahí presentes. También la de los niños. Con absoluta normalidad el asesino les invitó a comer y almorzaron juntos en el jardín, como prólogo de la ola de asesinatos que el acusado estaba a punto de emprender.
Después de comer y charlar un rato se dirigieron al interior del inmueble. Fue ahí, con el amparo que le daban las cuatro paredes de la casa, que Nogueira puso en marcha el plan que horas, tal vez días, antes había planeado. La primera víctima fue Janaína. Mientras ella lavaba los platos en el fregadero, Nogueira se acercó por la espalda y la apuñaló en el cuello. Acto seguido, fue a por sus primos pequeños. Se esperó a limpiar la terrible escena que había protagonizado hacía escasos minutos. Aún faltaba su tío. Todas sus “hazañas” fueron retransmitidas en directo por WhatsApp. Patrick, sin obviar detalles, relató los hechos a su amigo Marvin, que aguardaba expectante desde Brasil. Comió, salió al jardín y esperó al encuentro con Marcos, su tío.
Cuando su tío llegó a la casa encontró atónito los cadáveres de su esposa y sus hijos. No tuvo tiempo a reaccionar que Patrick se abalanzó sobre él. Seguidamente descuartizó los cuerpos, los metió en bolsas de basura, selladas con cinta americana, limpió los ríos de sangre que había provocado y se duchó. Esa noche, Nogueira durmió en el chalé con las bolsas que ocultaban los restos mortales de sus familiares. Días después, el 22 de agosto, sin que nadie supiese aún qué atrocidad había sucedido en el interior del número 594 de la calle de Los Sauces, el joven asesino huyó a su país natal.
Búsqueda y captura del asesino
No fue hasta la noche del 17 de septiembre que, alertados por el hedor que desprendían los aledaños de la casa, las autoridades de Guadalajara hallaron los cadáveres descuartizados de Marcos, Janaína y los niños. Días después del macabro hallazgo el juez ordenó la búsqueda y captura del sobrino de los asesinados: Patrick Nogueira. Todo hacía pensar que el joven, con antecedentes en Brasil, había matado a sus familiares para luego huir. La geolocalización de su teléfono móvil le delató. Patrick se entregó a las autoridades brasileñas y confesó ser el autor del crimen cuádruple de Pioz. Regresó a España, donde fue encerrado en prisión provisional por los cuatro asesinatos.
Tras casi dos años de instrucción se procedió al juicio oral. A pesar de la insistencia de la defensa de Nogueira en querer demostrar que se trata de un enfermo mental, los miembros del Jurado Popular lo declararon culpable y el Tribunal de la Audiencia Provincial de Guadalajara lo condenó a tres penas de prisión permanente revisable por los asesinatos de sus dos primos y de su tío, además de otros 25 años por la muerte de su tía. Dicha sentencia, tras ser recurrida hasta llegar al Supremo, fue ratificado por el Alto Tribunal en mayo de 2020.
Tres hitos del crimen de Pioz
A.- El cerebro de Patrick Nogueira a juicio. Se afirmó que cometió los cuatro crímenes debido a que una anomalía cerebral afectó a su capacidad volitiva y cognitiva. Fue la primera vez que se presentaron pruebas de neuroimagen en un tribunal español para justificar un acto criminal de esta magnitud. Estas evidenciaron su baja actividad neuronal en varias zonas del lóbulo temporal derecho. La letrada encargada de su defensa trato de demostrar que sufría un daño cerebral que le impedía controlar sus impulsos, y que esto debía tenerse en cuenta como atenuante de modo que no debía ser condenado a prisión permanente revisable. Defendía, un determinismo criminal que ya no tiene cabida en la sociedad moderna. Lo cierto es que Nogueira tiene marcados rasgos psicopáticos y antisociales, que no le impidieron tener una plena conciencia de los hechos realizados y pudo haber elegido NO MATAR.
B.- Es el primer crimen ocurrido en España que se retransmite prácticamente a tiempo real. Nogueira no solo fue informando de todas sus acciones criminales, sino que al mismo tiempo enviaba fotografías, de las víctimas y de él mismo en modo “selfie” al tiempo que las comentaba con su amigo. Ocho fotografías que muestran el horror gestado esa madrugada, a través de Whatsapp. Siete horas de conexión en las que Patrick y Marvin mantuvieron una conversación perversa y jocosa acerca del asesinato y descuartizamiento de una familia.
C.- Fue la primera vez que, en Brasil, una persona era acusada y condenada como colaborador virtual de un delito. Marvin Henríques envió el siguiente tweet: “Hoy ha ocurrido una locura que jamás podré contar a nadie”. Sin embargo, lo hizo a través de esta red social sin ser consciente que desde el momento en que escribió esos 56 caracteres se estaba reafirmando como cómplice del cuádruple crimen.