La evolución de la delincuencia en Barcelona: historia de un policía jubilado

Antonio Navarro, Inspector jubilado. Desde 2011 responsable del Gabinete de Prensa, Relaciones Públicas y Protocolo en Catalunya /   CNP
photo_camera Antonio Navarro, Inspector jubilado. Desde 2011 responsable del Gabinete de Prensa, Relaciones Públicas y Protocolo en Catalunya / CNP
Antonio Navarro, Inspector jubilado, relata la evolución de la delincuencia en Barcelona ligada a su trayectoria en el cuerpo: desde los atracos a mano armada de los 80 a la ciberdelincuencia actual.

Corría el año 78. Con la resaca político-social que había dejado la dictadura franquista, todavía muy presente en las instituciones públicas, la delincuencia callejera había empezado a organizarse en las grandes urbes. El inspector Antonio Navarro, joven y con el ímpetu que caracteriza a los que acaban de incorporarse, aterrizaba ese año en la comisaría del distrito noveno sur de Barcelona, con incidencia en Plaza España, el Paralelo y Montjuic. Formaba parte del Cuerpo Superior de Policía, un cuerpo dedicado exclusivamente a la investigación, antes de fusionarse con la Policía Armada y fundar el actual Cuerpo Nacional de Policía.

Eran años de crecimiento. España se había convertido en un atractivo turístico para los europeos y los delincuentes de la época sacaron tajada de ello. Coches llenos de maletas eran saqueados por los primeros grupos de delincuencia organizada. El inspector Navarro, recién jubilado, ha evolucionado como policía como lo ha hecho la criminalidad en la capital catalana: desde el boom de los atracos a las sucursales bancarias de los 80, hasta el auge de la ciberdelincuencia de los últimos años. De voluntario en el operativo especial ejecutado durante el Mundial de Fútbol del 82 en el País Vasco y con un cargo de responsabilidad en el dispositivo policial organizado para las Olimpiadas del 92 en Barcelona, Navarro relata, como si hubiese sido ayer, algunos de los detalles de su trayectoria.

El boom de los atracos a sucursales bancarias

La delincuencia ha evolucionado como lo ha hecho la sociedad. Delitos que en los 80 eran impensables hoy se han convertido en el pan de cada día y las grandes hazañas de entonces han quedado totalmente desfasadas en la actualidad. Navarro recuerda el auge de los robos a las sucursales bancarias… “Había atracos todas las semanas. Era la manera de conseguir mucho dinero de forma rápida. Dinero que luego gastaban en drogas, en heroína, hachís y cocaína, principalmente”.

La delincuencia iba entonces un paso por delante y fue a raíz de muchos palos que se empezaron a tomar medidas. “Antes, las entidades bancarias no tenían cámaras de videovigilancia en el exterior, ni puertas de seguridad. No veas como este Gran Hermano nos ha facilitado la vida a la hora de investigar atracos u otros crímenes en la vía pública. Los bancos y nosotros fuimos aprendiendo a medida que los delincuentes iban evolucionando y cada vez con más agilidad lográbamos pararles los pies”.

ETA estaba entonces en el punto de mira

A medida que surgían nuevos delitos, el ya constituido Cuerpo Nacional de Policía iba especializándose. Vieron la necesidad de crear grupos especializados en distintas materias delictivas, siendo el primer cuerpo en adoptar buenos y eficaces grados de especialización. Así nació el grupo de delincuencia urbana, el de menores, el de atracos, el de drogas o el especializado en los grupos terroristas del momento, especialmente en ETA.

En este sentido, ETA iba ganando fuerza y Antonio vivió destinado en la región del Baix Llobregat los años de mayor incisión. El primer contacto estrecho, sin embargo, lo tuvo en el Mundial de Fútbol del 82. “Nadie quería ir al País Vasco. Los policías vivíamos amenazados. He visto gente volar por los aires por 'banderas bomba' montadas por ETA”. Explicaba en la misma línea que los Policías estaban tremendamente controlados: “sabían dónde residíamos, delante de nuestra residencia pintaron unos grafitis con amenazas e incluso cuando salíamos de fiesta se nos acercaban muchachas ‘ligando’ con nosotros con el único objetivo de averiguar si llevábamos el arma encima…”.

Fue en esa época, asegura, cuando se redactó la conocida ‘Circular 50’, un protocolo de actuación para la lucha contra las amenazas bomba, que se utilizó (y se sigue utilizando) por el CNP y por otros cuerpos policiales del Estado.

Las Olimpiadas del 92

Siempre vinculado a la policía judicial, diez años más tarde tuvo la oportunidad de participar en el dispositivo policial que se organizó en el marco de las Olimpiadas de Barcelona de 1992. “Seguía siendo una época de mucho conflicto social y se quiso limpiar Barcelona, en especial el barrio del Raval, de la delincuencia común y de los drogodependientes que, como zombis, deambulaban por las calles del casco antiguo. La intención de la clase política era dar una imagen de ciudad europea, decente y segura. Por eso se montó un macro dispositivo que se inició meses antes del verano. A mí me tocó la Villa Olímpica. Llegamos a registrar 40 denuncias diarias por abusos sexuales y tráfico de drogas, en especial”.

En este sentido, hacía años (por lo menos una década) que las drogas habían irrumpido en las calles de Barcelona y su área metropolitana. La heroína arrasó con muchos jóvenes adictos de la época y la cocaína y los excesos dieron pie a los primeros enfermos de VIH. “Era exagerado. Los veías por la calle absolutamente moribundos. Muchos de ellos se autoabastecían de sustancias estupefacientes o bien robando en locales y bancos para conseguir dinero fácil o, directamente, atracando ambulatorios y farmacias para conseguir medicamentos con los que darse un buen chute”. A mediados de los 90 se crearon protocolos de actuación y refuerzo para evitar este tipo de robos a centros de atención primaria y farmacias.

Vínculo con las policías europeas

De 2001 a 2010 estuvo destinado como jefe de la Policía Local en Mollet del Vallès (Barcelona), pero siempre mantuvo una estrecha relación con el CNP. Durante su estancia en Mollet, los Mossos d’Esquadra adquirieron todas las competencias en materia de seguridad ciudadana en Catalunya y la Policía Nacional tuvo que reorganizarse. Navarro asegura que siempre (y por suerte) han mantenido muy buena relación con los Mossos. “Siempre hemos estado muy bien coordinados. Nosotros nos quedamos con las investigaciones transnacionales, extranjería y delincuencia organizada. Seguíamos siendo el cuerpo de referencia para la Europol”.

La delincuencia se había reorganizado también y con la desaparición de las fronteras por el tratado de Schengen el movimiento de delincuentes era constante. A su vuelta a la Policía Nacional y tras un breve periodo en Cornellà, Antonio Navarro aterrizó en 2011 como Inspector al frente del Gabinete de Prensa, Relaciones Públicas y Protocolo de la Jefatura Superior de Policía en Catalunya.

Marihuana, ciberdelincuencia y delitos económicos

Ya en el lugar que ha ocupado hasta el pasado mes de marzo cuando se jubiló, el Inspector ha vivido la proliferación de los delitos de guante blanco, primero de forma presencial y luego en Internet, y también de los delitos económicos.  

Los atracos a mano armada en las sucursales bancarias se cambiaron por estafas cometidas a través del teléfono móvil, robando directamente las cuentas bancarias de las víctimas. La droga se ha mantenido, ha crecido el tráfico marihuana y las redes del narcotráfico han encontrado en Catalunya un buen lugar donde cultivar sus plantaciones. También lo encuentran un buen refugio los fugitivos internacionales que llegan con habitualidad a la costa catalana, huyendo de los crímenes que les persiguen en sus países de origen. Navarro recuerda también los atentados del 17-A, la operación Ícaro tras la sentencia del procés y cómo la pandemia por el coronavirus ha estabilizado unos índices de criminalidad que se habían vuelto a disparar en la gran ciudad de Barcelona.

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