Desde que se analizó, policial y externamente, el disco duro del ordenador de Helena Jubany, las informaciones relacionadas con la trama no han dejado indiferentes a nadie. Primero se descubrió que la joven asesinada tenía un acosador anónimo, un tal “@Rius_Kant” que la molestaba por el chat de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC). Luego, se demostró que Xavi Jiménez, el último imputado en la causa, había intercambiado varios correos con Jubany. Y, ahora, se conoce la última persona con la que la bibliotecaria habló virtualmente antes de desaparecer el 30 de noviembre de 2001.
¿Quién es “Ómicron”?
Según ha adelantado el perito informático forense Bruno Pérez en TV3, se trata de un usuario, amigo de Helena, que se hacía llamar “Ómicron”. Curiosamente, este individuo, desvinculado de la trama criminal, utilizaba la 15ª letra del abecedario griego como apodo virtual, coincidiendo con el nombre asignado a la última variante del coronavirus.
Sin embargo, según ha podido saber eltaquigafo.com de fuentes cercanas a la investigación, lo realmente interesante de esta conversación no es el nickname, sino que fue la última persona con la que Helena Jubany habló a quién, además, reveló información crucial sobre los miembros de la Unidad Excursionista de Sabadell (UES). Entidad a la que pertenecían los principales sospechosos de la muerte de la joven: Montse Careta -se quitó la vida en prisión-, Santi Laiglesia –nunca se pudo demostrar su implicación, a pesar de ser el principal sospechoso de los investigadores y la familia- y, también, Xavi Jiménez.
Helena estuvo en el ordenador hasta las 00:14h del día 30
Gracias a la extracción de esta conversación, se puede saber que Helena Jubany estuvo utilizando el ordenador hasta las 00:14 horas del día 30 de noviembre de 2001, día que desapareció. Su cuerpo, sin embargó, no se halló hasta el día 2 de diciembre, en un patio interior. Estaba desnuda y con el cuello lleno de quemaduras. No era su vivienda habitual. Casualmente, una de las acusadas, Montse Careta, vivía entonces en el edificio colindante.
La autopsia determinó que la habían lanzado desde la azotea cuando se encontraba en estado de semi-coma, pues se le detectó una dosis de Benzodiacepinas en sangre 35 veces superior a la normal, cantidad que la dejó inconsciente, pero insuficiente para causarle la muerte. Un mes antes del crimen Helena recibió dos anónimos, uno de ellos, era un zumo de naranja “aliñado” con estas mismas Benzodiacepinas que la dejaron inconsciente antes de ser empujada desde la azotea.
Las últimas novedades del caso
En este sentido, cabe recordar que el pasado mes de diciembre, a pocas horas de que prescribiera el crimen, el juez de Instrucción 2 de Sabadell abrió nuevas diligencias. Ahora, el caso por el asesinato de Helena Jubany gira entorno a la figura de Xavi Jiménez, un exmiembro de la controvertida Unión de Excursionistas de Sabadell (UES).
Con todo, las evidencias halladas por el informático forense Bruno Pérez en el disco duro del ordenador demostrarían que Jiménez envió varios correos a Helena con contenido idéntico a los anónimos que recibió poco antes de morir y que la investigación vinculó directamente con su muerte. Gracias a estos hallazgos, el juez pudo imputar a Xavi Jiménez, 20 años después del crimen y a pocas horas de que prescribiera el caso, para todos aquellos que nunca habían sido investigados.
Los correos de Xavi Jiménez
Como pudo saber esta redacción hay varios elementos delatadores que vinculan los corres enviados por el nuevo sospechoso con los anónimos manuscritos que recibió Helena antes de morir. Por un lado, el imputado hace referencia en uno de los e-mails a un examen de inglés: «Me coincidieron unas cuantas situaciones malas: negativa en una entrevista de trabajo, examen de inglés hasta las 21h», se podía leer en los extractos digitales. Y, por otro lado, a una excursión en la que ambos coincidieron con la UES. «La última salida de los Ports fue todo un éxito. Espero que vengas a alguna de las próximas que hay en el calendario».
Curiosamente, ambos apuntes también aparecen en las cartas que Helena recibió antes de morir, junto al zumo de naranja “aliñado” con benzodiacepinas. En ellas se podía leer el deseo del autor de «volver a coincidir en una excursión» y de «encontrar un sitio bueno, bonito y barato para perfeccionar el inglés».
Ante estas coincidencias, el magistrado solicitó la práctica de una nueva prueba pericial de caligrafía que compare la letra del sospechoso con la de los manuscritos que obran como pruebas en la vigente causa.