Lo que Andorra no quiere ver y España no quiere mirar en el caso VALORA

La sociedad de inversión andorrana quebró en 2007
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Hace 12 años, la quiebra y posterior liquidación de la sociedad gestora de fondos VALORA dejó a centenares de clientes en una difícil situación, no sólo económica, también fiscal, al no poder justificar el origen de sus fondos invertidos en Andorra

Fue en el mes de enero de 2007 cuando la sociedad de inversiones VALORA alertó al regulador bancario andorrano (INAF) que sufría graves pérdidas patrimoniales y su situación era insostenible.

En un principio, un agujero de 16 millones de euros obligó a las instituciones financieras andorranas a intervenir VALORA, nombrar administradores y empezar su proceso de liquidación.

El funcionamiento de VALORA

VALORA contaba por aquellas fechas con algo más de trescientos clientes y gestionaba unos 110 millones de euros de patrimonio.

Como gestora de fondos, la andorrana VALORA, recibía el dinero de sus clientes, ya fuera en metálico o por transferencia bancaria. Pero cómo VALORA no era un banco, ese dinero debía ingresarse en una entidad bancaria para poder ser gestionado.

De este modo, los clientes de VALORA, se veían obligados a mandar sus ahorros vía transferencia bancaria a las cuentas que la gestora andorrana tenía en Andbank o en el banco Dexia de Luxemburgo.

A cambio de depositar el dinero en un banco a nombre de un tercero, la gestora andorrana VALORA emitía un recibo al cliente como justificante de su ingreso.

Los hechos

El desaguisado financiero y la posterior quiebra de la gestora se produce, precisamente, por la utilización totalmente irregular y desleal del dinero de esas cuentas, que era de los clientes, pero que estaba a nombre de VALORA, según se indica en el informe pericial encargado por la Batllia (juzgado) de Andorra al auditor y censor de cuentas, el francés Philippe Riu, al que ha tenido acceso eltaquigrafo.com.

En dicho informe se especifica que el máximo responsable de VALORA, en aquel momento, Xavier Felipó Codina, empezó a realizar, ya en el año 2001, operaciones financieras de elevado riesgo basadas en productos derivados y de apalancamiento.

Estas operaciones se realizaban en la cuenta ómnibus de VALORA, es decir, la cuenta bancaria donde los clientes tenían sus ahorros, pero que estaba totalmente controlada por Felipó.

Así las inversiones que, sin autorización de los clientes, realizó Felipó fueron ruinosas. En cuatro años las pérdidas acumuladas alcanzaron los 7 millones de euros y sólo en el ejercicio 2006 el quebranto se elevó a 16 millones. En total fueron 23 los millones de euros que perdieron sin saberlo los clientes de VALORA.

Lo que VALORA esconde

Otro de los misterios que rodean al caso VALORA es la relación entre las entidades financieras que servían de apoyo a la gestora de inversiones o que incluso fueron accionistas de ella, como fue el caso del banco español Fibanc.

El propio perito judicial establece en su informe que el triángulo de cooperación entre VALORA, Andbank y Fibanc (actualmente Banco Mediolanum) arroja muchas sospechas.

En sus conclusiones, el experto judicial, destaca la existencia de una cuenta de cliente, la 777 de la que se han acreditado movimientos de ingresos y reintegros en Andbank, pero que en realidad se trataría de una caja fuerte localizada físicamente en Fibanc en España.

Al parecer, según indica el experto, la caja fuerte de Fibanc en España se utilizaba para depositar el dinero líquido de los clientes. Un dinero que, posiblemente, apareciese después en la cuenta de VALORA en Andbank.

Este tipo de procedimientos, totalmente irregulares, en materia de gestión de fondos y transacciones de dinero líquido sin declaración ni control, plantean obligatoriamente numerosas preguntas sobre como estas entidades financieras cumplían con sus obligaciones legales en la lucha contra el blanqueo de capitales y el terrorismo.

Compensaciones de efectivo

Expertos financieros consultados por este medio, apuntan, que este tipo de operaciones de movimiento de efectivo podrían ser operaciones de compensación de saldos entre clientes, y que la caja 777 de Fibanc sería una “especie de cuenta ómnibus o cajón de sastre donde acudirían personas a buscar o depositar efectivo según sus necesidades, evitando mover el dinero físicamente por la frontera para eludir los controles policiales”.

Lo más sorprendente, según han indicado estos expertos, es el hecho de que “el Banco de España o el SEPBLAC no hayan tomado cartas en el asunto para investigar a Fibanc, la información proviene de un perito judicial y de un caso que está en el juzgado, y esto debería ser motivo suficiente para que las autoridades investiguen, no sólo en España, posiblemente también en Andorra, a estas entidades”.

Pero hoy la realidad es distinta. Tras más de 12 años de investigación judicial, y con Felipó como único procesado, todavía no se ha fijado fecha para el juicio de este episodio financiero, que afecta sin duda a los dos países, pero donde parece que Andorra no quiere ver que ocurrió y a España tampoco le interesa mirar demasiado.

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