Los riesgos del 5G para la salud

Antenas de telefonía móvil en una ciudad
photo_camera Antenas de telefonía móvil en una ciudad
De las redes 4G ahora pasaremos a las 5G, que nos permitirán conectarnos casi a tiempo real, pero esta mayor velocidad puede tener un riesgo para la salud.

El 5G ya es una realidad. En breve, la tecnología 4G dejará de ser la del momento y dará espacio a la quinta generación de redes de telefonía móvil. Este cambio, que prevé conexiones mucho más rápidas, instantáneas y casi a tiempo real, puede suponer un riesgo para la salud, según fuentes médicas expertas. Mientras que empresas del ámbito privado están publicitando por Barcelona, por ejemplo, el 5G como la gran innovación e invención del momento, los profesionales de la salud —colaboradores del Ayuntamiento de la capital catalana— no están del todo seguros de la inocuidad de esta tecnología, tanto para la salud de los seres humanos como la del medio ambiente. 

Sin embargo, este tema ha puesto el debate sobre la mesa, pues hay quienes afirman que esta nueva tecnología no es más peligrosa ni más dañina que las que llevamos utilizando hasta ahora. Según el portal especializado Xataka, «la tecnología 5G requiere del uso de nuevas estaciones y antenas, pero de la misma manera, también necesita niveles de energía menores que el 4G. Según la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP), una organización independiente y reconocida por la OMS: ‹el nivel máximo de radiofrecuencia al que alguien podría estar expuesto por el 5G (o cualquier otra señal en áreas comunitarias generales) es tan pequeño que no se ha observado ningún aumento de temperatura hasta la fecha›».

¿Qué es exactamente el 5G?

Según un informe publicado por el Ayuntamiento de Barcelona, el 5G se describe como la quinta generación de redes móviles que disponemos. La primera que conocimos fue la red 1G, la de aquellos antiguos teléfonos móviles que sólo permitían hablar. Después la tecnología 2G introdujo los SMS, el 3G incorporó la conexión a internet y el 4G con el que funcionamos ahora nos trajo la banda ancha, gracias a la cual, podemos reproducir vídeos en tiempo real entre otras funciones.

Lo que se busca ahora es la conectividad total con nuestro entorno: neveras, coches, seguridad… Además, navegaremos a 20 GBps (Gigabytes por segundo), 10 veces más rápido que las principales ofertas de fibra óptica del mercado y, por lo tanto, nos podremos descargar una película en cuestión de segundos. Su despliegue facilitará el acceso a lo que llamamos Internet de las cosas y permitirá generar nuevas propuestas innovadoras en ámbitos como el de los vehículos autónomos y conectados, los servicios basados en drones, la industria 4.0 y el acceso a sistemas remotos de e-health, como las operaciones quirúrgicas por control remoto.

Y, ¿por qué hay tantas protestas?

Pero, a pesar de las visibles ventajas, tecnológicamente hablando, presentes en esta evolución, varios grupos ecologistas y de profesionales de la salud se han manifestado en contra de la implantación de esta nueva generación, pues no están seguros de las consecuencias negativas que puede suponer para la salud de los humanos, los animales y el medio ambiente. 

Según la doctora M. Carmen Ruíz Martín, médico de familia del Centro de Atención Primaria (CAP) Indianes (Montcada i Reixac, Barcelona), experta en medicina ambiental (Universitat Complutense de Madrid) y coordinadora del grupo de patología ambiental de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC), los campos electromagnéticos de radiofrecuencia emitidos, entre otros, por las tecnologías inalámbricas (1G, 2G, 3G, 4G, 5G, WIFI, etc.) son cancerígenas en nivel 2B. Dato que fue aceptado y reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2011. Por lo que estos campos electromagnéticos, se entiende, pueden ser dañinos para los seres humanos y para el planeta. 

Según la doctora Ruíz, el 5G, por lo tanto, también sería perjudicial y cancerígeno, pero con el agravante de que su despliegue aumentará notablemente la exposición a los campos electromagnéticos, ya que supondrá un aumento de las potencias existentes, porque el 5G no sustituirá ni al 2G ni al 3G ni al 4G ni al wifi, sino que se añadirá y, además, se utilizarán nuevas frecuencias, se desplegarán nuevas antenas e incluso se habla de que se pondrán miles de satélites en órbita por todo el mundo con el fin de garantizar esta conectividad total. No quedará ninguna zona libre de exposición.

180 científicos firmaron en contra del 5G

Según información publicada en la web del consistorio barcelonés, en 2017, más de 180 científicos y médicos de 36 países firmaron el EU 5G Appeal, un documento en el que prueban, a partir de la elaboración de 10.000 estudios científicos contrastados previos, que la exposición a campos electromagnéticos de radiofrecuencia, como los que genera el 5G (como pasa con las otras tecnologías), son perjudiciales para la salud y el medio ambiente. Entre los efectos en la salud de las personas se pueden citar cáncer, enfermedades cardiovasculares, daños neurológicos, deterioro cognitivo, trastornos del sueño, infertilidad y estrés oxidativo, entre otros. Justo es decir que los niños, las personas mayores y las embarazadas son especialmente vulnerables a este tipo de radiación, por no hablar de las personas electrosensibles.

El impacto sobre el medio ambiente también está estudiado y los campos electromagnéticos afectan tanto a las plantas como a los animales.

Un año después de dicho estudio, a finales de 2018, el SCHEER (Comité Europeo de Riesgos Emergentes) clasificó, en su informe de riesgos, con un 3 sobre 3 el daño potencial para la fauna salvaje que se puede producir por el aumento de la contaminación electromagnética a causa del despliegue del 5G.

Sin embargo, siguen publicitándolo 

Pero a pesar de los múltiples estudios que hay en contra, el debate sigue abierto, ya que otra parte del colectivo científico y profesional no considera que el riesgo haya aumentado respecto a las otras tecnologías precedentes. Según la OMS, el 5G no es peligroso. Al menos, no más que las ondas que estamos usando hoy en día. Como ya ha ocurrido tantas otras veces, la OMS se refiere a esta reacción como un rechazo ante los avances, como ya ocurrió con el wifi, los productos químicos o las vacunas.

Según IEEE Future Networks, uno de los responsables del 5G, una de las grandes preocupaciones es que las antenas del 5G, al ser más pequeñas, se sitúan en zonas como tejados, farolas, señales o paradas de autobús. Se ubican, por tanto, más cerca de las personas. Además, debido a que su radio de alcance es limitado, se instalarán más de estas antenas.

Pese a ello, uno de los beneficios de estas pequeñas estaciones es que no transmitirán tanta potencia como las torres actuales, porque las áreas de cobertura son más pequeñas. Por tanto, el impacto o radiación al que las personas quedan expuestos sería menor. Se espera, además, que el 5G se despliegue en dos fases, la primera en marcha ya, que operaría en bandas más cercanas al segmento del espectro, por debajo de 6 GHz.

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