Mutilación Genital Femenina II: la reconstrucción física y psicológica

Una niña es sometida a la mutilación genital femenina | EFE
photo_camera Una niña es sometida a la mutilación genital femenina | EFE
La Clínica Dexeus Mujer de Barcelona practica la reconstrucción de clítoris gratuita a aquellas mujeres que han sido víctimas de la Mutilación Genital Femenina, una práctica que causa dolor, falta de sensibilidad, infecciones urinarias, desgarros genitales, fístulas y, en muchos casos, esterilidad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, actualmente, hay más de 200 millones de mujeres y niñas en todo el mundo que han sido víctimas de la Mutilación Genital Femenina (MGF), una práctica que, lejos de ofrecer beneficio alguno, deja secuelas físicas y psicológicas irreparables. Aunque no se tienen datos concretos sobre el número de mujeres que residen en España que han sido mutiladas, entre 2010 y 2020 se han judicializado 234 casos solo en Catalunya. 

Con la intención de revertir el horror de la MGF, desde el año 2007 el centro Dexeus Mujer de Barcelona ofrece un programa de reconstrucción genital post-ablación totalmente gratuito para aquellas mujeres que hayan sido víctimas de esta práctica. Desde ese año y hasta el 31 de enero de 2021, la clínica Dexeus de Barcelona ha atendido a 173 pacientes y ha reconstruido el clítoris a 116 mujeres. El impulsor de este programa, pionero en nuestro país, es el Dr. Pere Barri Soldevila, el primer médico en realizar esta operación en España. 

“La iniciativa nace a raíz de diferentes viajes realizados a África en misiones humanitarias para ofrecer atención médica, y de una estancia realizada en el Hôpital Bichat de París”, explica el Dr. Barri. La intervención que realiza el reputado Dr. Barri Soldevila junto con su equipo, formado por ginecólogos, cirujanos y una psicóloga, dura aproximadamente unos 45 minutos. Este breve lapso de tiempo es suficiente para restituir anatómicamente el clítoris y otros órganos que hayan podido resultar afectados durante la rudimentaria amputación. La operación se centra en devolver la capacidad sensitiva de las pacientes y en mejorar la apariencia de los genitales de estas mujeres. “En el 85% de los casos la reconstrucción mejora el aspecto estético y en el 78% aporta beneficios a nivel sexual”, explica el doctor.  

Las secuelas de la MGF

Esta cirugía es el primer paso para cicatrizar la herida de un episodio extremadamente traumático para las mujeres que lo experimentan. La ablación deja secuelas sexuales, psicológicas y obstétricas. Esta práctica cultural genera dolor, falta de sensibilidad, infecciones urinarias, desgarros genitales, fístulas y, en algunos casos, esterilidad. Además, durante el parto, aumenta el riesgo de que se produzcan lesiones, desgarros y sufrimiento del bebé.

“Para garantizar el éxito en este tipo de cirugías siempre es mejor que la mutilación se haya producido en la infancia y no en la edad adulta”, confirma el Dr. Barri. “También es importante que la paciente tome la decisión por sí misma y acuda de forma voluntaria”. La mayoría de las mujeres que dan este paso, explica el doctor, son chicas muy jóvenes de origen africano pero que ya han nacido o se han criado en Catalunya. 

Además de tratar disfunciones sexuales y obstétricas, esta cirugía las ayuda a reconciliarse con su cuerpo y a ganar seguridad en sí mismas. La cirugía de reconstrucción suele tener un impacto positivo en la autoestima de estas mujeres. Pero esto no es inmediato. En Dexeus Mujer se desarrollan dos tareas en paralelo: por un lado el trabajo ginecológico y por otro, la labor del servicio de psicología. De hecho, el doctor considera que este apoyo supone una buena parte del éxito de la intervención. 

Una intervención a espaldas de la familia

Cuando se habla de Mutilación Genital Femenina siempre se hace referencia al daño físico, pero rara vez se profundiza en las secuelas psicológicas derivadas de esta práctica cultural. Alba Palazón, psicóloga del Servicio de Psiquiatría, Psicología y Medicina Psicosomática (Psicodex) del Hospital Universitario Dexeus, explica que estas secuelas abarcan un espectro muy amplio: desde síntomas ansioso-depresivos, pasando por la actitud hostil, hasta el estrés postraumático. “Muchas de las víctimas presentan un trauma por un suceso que les cuesta muchísimo asimilar y que reviven continuamente”. Este episodio traumático acaba derivando en actitudes de evitación, es decir, en rehuir aquellos lugares, personas o actividades que les puedan recordar este trauma, que termina condicionando su vida cotidiana. 

“Normalmente nos encontramos con chicas muy jóvenes entre los 16 y los 29 años”, explica la psicóloga. La mayoría acuden a la clínica solas. A veces las acompaña su hermana o una amiga que también han sido mutiladas y que quieren saber si el proceso de reconstrucción es efectivo para realizarse la misma intervención. “Apoyo de los padres, casi nunca”, dice la psicóloga. Algunas de las pacientes, explica, ni siquiera sabían que habían sido mutiladas hasta que les comunicó durante una revisión ginecológica o hasta que lo descubrieron por sí mismas. Por eso, continúa Palazón, es habitual que muchas de las chicas le oculten a su familia que se han sometido a una reconstrucción. “ Si su familia supiera eso, sería como un pecado, sería excluida”, dice Palazón.

Tal y como explica la psicóloga, la ablación lleva ligado un componente cultural muy fuerte en el que se asume que quien debe obtener placer durante las relaciones sexuales son los hombres y que ellas deben sacrificarse y anteponer el placer del otro al suyo propio. Lo cierto es que el impacto de esta mutilación, con la que se coarta el disfrute de las mujeres, llega a generar trastornos en esferas importantes de la vida de las víctimas, como son las relaciones sexoafectivas. En el caso de mujeres con parejas estables, por ejemplo, apenas hay relaciones sexuales y, en caso de haberlas, no suelen experimentar placer. “En el plano sexual, además del daño físico real y obvio también hay un daño emocional evidente. Las mujeres se repiten: “yo no soy suficiente” o “no llego al orgasmo y es lo que mi pareja se merece””, explica Palazón. También entre aquellas mujeres que no tienen una pareja fija, a la hora de entablar una relación o de mantener relaciones esporádicas suelen presentar una mayor reticencia por el “qué pensarán” de su aspecto genital o de lo que les ha pasado. 

Humanizar la intervención

La Clínica Dexeus ofrece acompañamiento psicológico en el preoperatorio, entre un mes y una semana antes de la intervención, y en el postoperatorio. Antes de la cirugía, el equipo de psicología hace un screening general. El primer paso es evaluar la historia psicosexual de la paciente: si ha recibido educación sexual, si ha sufrido maltrato sexual, físico o psicológico y si mantiene relaciones sexuales. A continuación se entra a valorar si hay disfunciones sexuales como la anorgasmia (la imposibilidad para alcanzar un orgasmo), un deseo sexual inhibido o dolor durante las relaciones sexuales. Finalmente, se valoran otros aspectos de la sexualidad más amplios como la satisfacción o el placer. 

A continuación el equipo psicológico entra a valorar si existen síntomas depresivos o de estrés postraumático, los más habituales, así como en la detección de un riesgo suicida. A veces las víctimas contemplan el suicidio como una opción, por eso, el equipo se afana en detectar estos indicadores de alerta para derivar a estas pacientes al área de atención correspondiente. 

Seis meses después de la cirugía, el equipo vuelve a valorar a estas mujeres para evaluar en qué parámetros la reconstrucción de clítoris ha resultado eficaz. “La autoimagen genital mejora notablemente”, explica Palazón. Este extremo es muy importante. El hecho de tener una autoimagen genital negativa es la causa principal de que estas mujeres no se presenten a las visitas ginecológicas rutinarias o que no acudan al médico por dolencias relacionadas con esta área de su cuerpo. Otros cambios que han observado los psicólogos es que las disfunciones sexuales como la anorgasmia, el dolor y el deseo sexual inhibido disminuyen y que también mejora notablemente la sintomatología ansioso-depresiva. 

El acompañamiento psicológico supone un porcentaje importante del éxito. Este espacio les permite compartir con profesionales de la salud mental sus emociones y sus preocupaciones. Además, durante el postoperatorio les ayuda a gestionar un cambio importante, que requiere de un periodo de adaptación. “Transitar por este periodo adaptativo contando con un espacio en el que poder validar sus emociones es algo que las ayuda y que contribuye también a humanizar esta intervención. No se trata solamente de revertir un daño sino darle la importancia real que se merece”. 

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