Jordi y Oriol de la Mata son hermanos, ambos, víctimas de violencia sexual por parte de dos padres del colegio Sant Ignasi, de los Jesuitas de Sarrià (Barcelona) cuando tenían 11 y 12 años, respectivamente.
El pasado viernes 1 de marzo, Jordi presentó una denuncia por abusos sexuales en los Mossos d'Esquadra contra el padre Pere Sala, aún en vida, y también contra el padre Lluís Tó (fallecido). Oriol, su hermano, confirmaba la versión de los hechos y el próximo 15 de marzo viajará de México – dónde vive actualmente - a Barcelona para presentar una segunda denuncia contra el monje Sala.
Por su lado, el director general de Jesuitas Educación, Enric Masllorens, ha anunciado que desde la congregación han abierto un "proceso canónico" para esclarecer los abusos denunciados por los dos hermanos y cometidos por los dos religiosos del centro entre 1982 y 1984. Según el resultado de este proceso se podría trasladar el caso del padre Sala a los juzgados ordinarios.
Jordi de la Mata, un hombre atormentado
En declaraciones a El Periódico, Jordi de la Mata reconoció que el padre Pere Sala se había convertido en su amigo y estaba muy vinculado a su familia, incluso le visitaba personalmente a su domicilio y conocía a sus padres y al resto de sus hermanos. “Nunca pensé que él estuviera abusando de mí”, se sincera.
"Jamás fue agresivo, era como si estuviéramos enamorados. Cogía mi mano y la ponía sobre sus genitales para que le masturbara. Se corría sobre mí. En una ocasión, también me penetró y me rogó que no lo comentara con nadie. Al acostarnos quería que durmiera apoyando mi cabeza sobre su pecho", explica Jordi, totalmente atormentado. El recuerdo del padre Sala no ha conseguido desaparecer de su cabeza.
La situación de abusos coincidió con el inicio de su fracaso escolar. Años más tarde, en 1984, la familia de Jordi emigró a México. Una vez ahí, Jordi encontró calma en las drogas (la única manera de hacer desaparecer los recuerdos en el Sant Ignasi).
El hermano mayor de los de la Mata entró en una espiral autodestructiva que le llevaría a perder todos sus trabajos en el sector de la hostelería, a fracasar en el amor y como padre de sus dos hijas y a tres intentos de suicidio, dos por sobredosis y el último cortándose las venas.
Oriol, por su lado, reconoce que a él los hechos le hicieron centrarse totalmente en el área profesional. “Supongo que (Jordi) buscó refugio en las drogas y en el alcohol y yo, por fortuna, en el trabajo", reflexiona.
De vuelta a “casa”
A finales de los 90, Jordi volvió a Barcelona donde le acogió una familiar. De vuelta a la ciudad donde había vivido el infierno, fue la primera vez que verbalizó lo que le había sucedido en su niñez. La primera en saberlo fue su tía, la familiar que lo acogió cuando volvió a “casa”.
Para sus padres descubrir que el padre Sala había abusado de su hijo mayor y que eso explicaba finalmente su trayectoria errática, fue algo imposible de digerir. De hecho, su padre se suicidaría pocos años después. Más tarde supieron que Oriol, el mediano, había pasado por lo mismo.
Pero no ha sido hasta ahora que tanto Jordi como Oriol han dado el paso de hacerlo público. Con la idea firme de que él y su hermano no fueron los únicos que vivieron un infierno a manos de los padres Tó y Sala de los Jesuitas de Sarrià, Jordi ha abierto la dirección de correo: '[email protected]' para encontrar más víctimas.
Por su lado, Enric Masllorens, ha explicado que los hermanos de la Mata le contactaron el pasado mes de febrero para ponerle al corriente de los abusos sufridos por parte del padre Sala y del padre Tó. Este último es el mismo sacerdote que fue condenado por abusos en 1992 y enviado a Bolivia -donde falleció- por la congregación jesuita. Sobre el padre Sala, sin embargo, "estas son las primeras denuncias que hemos recibido", afirmab aMasllorens.
La congregación investiga los hechos
Masllorens ha explicado que el proceso canónico lo investigará la Congregación de la Doctrina de la Fe del Vaticano y si en su investigación lo considera oportuno, llevará el caso a la justicia ordinaria, aunque ha aclarado que "si fruto de la investigación propia se deducen delitos", ellos desde aquí también pueden llevar el caso a los juzgados.
El director general de Jesuitas Educación ha reiterado "la voluntad de responder con transparencia", así como la "consternación y el dolor por cualquier tipo de abusos ocurridos en nuestros centros o cometidos por algún jesuita". Tras la conversación telefónica que mantuvieron a finales de febrero, el director general ha asegurado que está en contacto con los dos hermanos para mantenerles informados de como avanza la investigación.
De momento, "no hemos tenido conocimiento de otros casos", informaba el responsable de Jesuitas Educación, aunque sospechan que puede haber más afectados. La investigación es "lenta, aunque hemos dado algunos pasos", añadía. Además,han querido transmitir un mensaje de "tranquilidad a las familias" al afirmar que sus escuelas "son seguras" y que quieren "corregir errores del pasado".
Al margen del correo electrónico que ha creado Jordi de la Mata para contactar con otros posibles abusados, la congregación
ha facilitado otro correo para contactar también con las víctimas, [email protected].
Las víctimas urgen soluciones inmediatas
Por otro lado, el presidente de la Asociación Nacional Infancias Robadas (ANIR), Juan Cuatrecasas, ha enviado una carta a la Conferencia Episcopal española (CEE) en la que reclama a la Iglesia que deje de "ofender" a las víctimas de abusos y urge a emprender acciones claras, concretas y contundentes contra la pederastia.
Estas declaraciones, se pronunciaron después de que la Iglesia española dijera que no tiene autoridad para realizar el informe sobre pederastia que tanto Gobierno, como Fiscalía, como asociaciones en defensa de las víctimas habían reclamado a la institución sagrada.
Ricardo Blázquez, presidente de la CEE,comentaba en rueda de prensa que “La Conferencia Episcopal no tiene la autoridad sobre las diócesis para hacer este tipo de estudio, que cada diócesis haga lo que considere oportuno".
En este sentido, el presidente de ANIR añadía que se abre ahora para la Iglesia "un tiempo de oportunidades" que, "si es despreciado o cogido con hilos, sólo provocará más tiempos de zozobra y crucifijos de cristal".