Silencio, inclusión y radicalización: Las secuelas del 17-A en Ripoll

Es Satty, el Imán de Ripoll considerado el cerebro de los atentados del 17-A. Al fondo el ayuntamiento de la localidad  |  eltaquígrafo
photo_camera Es Satty, el Imán de Ripoll considerado el cerebro de los atentados del 17-A. Al fondo el ayuntamiento de la localidad | eltaquígrafo
La célula terrorista del atentado del 17-A, que se crio en este municipio del norte de Catalunya, ha dejado fuertes secuelas entre sus vecinos, que todavía tienen muchas incógnitas por resolver.

Resuenan las campanas del románico e histórico Monasterio de Ripoll. No se puede ver desde todos los escondidos rincones de la pequeña ciudad pirenaica, pero el silencio que invade sus calles a primera hora de la mañana filtra el latido de la Iglesia por todas las arterias del municipio. Suenan las 9 horas de un nuevo día y, aunque hace relativo calor —estamos en pleno mes de agosto—, el ambiente lleva varios días frío.

Seguramente, dos años atrás, las sociedades de aquí y de allá conocían a esta pequeña ciudad del norte de Catalunya por su bonito Monasterio; eso quienes la conocían, para muchos otros, quizá ni se contemplaba esta idea.

Ahora, hoy, la cosa ha cambiado y, aun con el pesar de todos y cada uno de sus vecinos, este municipio, de aparente paz, también es reconocido a nivel mundial por algo que dejó a dichas sociedades —de aquí y de allá— sin aliento: los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils del pasado 17 de agosto de 2017.

En este paraje natural, a las puertas del majestuoso Pirineo y rodeado de montañas, se forjó, sin que sus gentes pudiesen hacer nada para evitarlo, la célula terrorista que perpetró los ataques del 17-A. Una realidad compleja, que ha dejado a muchos de sus vecinos en silencio. Otros, sin embargo, trabajan cada día por mejorar la convivencia y sanar la fractura social que desencadenaron los atentados, mientras que un tercer grupo, más radicalizado, se ha acogido al discurso de “tolerancia cero”. Lo que por todo el mundo se ha vivido como otro atentado yihadista, en este pequeño municipio de Girona ha creado un nuevo precedente.

Silencio

Paseamos por el pueblo. Los abuelos han salido a comprar con sus nietos y las cafeterías empiezan a llenarse. Como el silencio que invade a esta hora buena parte de las calles, muchos de sus vecinos se han acogido a él cuando se les ha preguntado por los atentados del 17-A. Es una pregunta incómoda, “dos años no son suficientes para reencontrar el equilibrio, coser la herida y asimilar dicha complejidad”, aseguraban fuentes municipales a eltaquigrafo.com. En general, no hay ganas de remover sentimientos encontrados.

Nos paramos en la Plaça Gran. Hay un grupo de jóvenes tomando café —no deben tener más de 25 años—, están esperando a un amigo. Mientras, nos explican que desde ahí vivieron uno de los registros policiales al inmueble de una de las familias implicadas. Justo enfrente, vivían dos de los terroristas, los hermanos Allaa. Su relato no rebosa detalles y se nota cierta incomodidad en sus palabras. Finalmente, lo confiesan: “no éramos amigos, pero habíamos ido juntos al instituto”.

La célula terrorista no estaba formada por chavales marginados, excluidos y rechazados. P.A. uno de los jóvenes que toma café, insistía en remarcar que “aquí no los tratábamos mal y por eso se rebelaron contra el mundo, sino que aquí estaban relativamente integrados, aquí tenían trabajo, aquí habían ido a la escuela, pero en ningún caso, los marginábamos más o menos que en otras ciudades. Esto sucedió en Ripoll, pero estoy convencido de que mi municipio no es el problema”.

La Plaça Gran de Ripoll, al fondo vivían dos de los terroristas, los hermanos Allaa | TQ

De hecho, hasta el 17 de agosto de 2017, el modelo de

convivencia e integración de Catalunya se mostraba como ejemplo, pero los malditos

atentados abrieron la puerta a reconsiderarlo. Desde hace un año y medio, el

Ayuntamiento de Ripoll, el consorcio de Bienestar Social del Ripollès, el

Departamento de Educación y la conselleria de Asuntos Sociales y Familia,

además de otras entidades sociales, trabajan transversalmente en un nuevo

modelo de sociedad para conseguir una villa más inclusiva y que sirva de modelo

y precedente para otras poblaciones.

Una realidad compleja

Segúnfuentes municipales con las que ha tenido contacto este medio, el silencio que retumba en las calles “viene dado por este proceso de asimilación de una realidad compleja”. Y los primeros que se han acogido a él son las familias de los terroristas. La mayoría de ellas perdieron a dos hijos o tienen alguno en prisión. No se han marchado del pueblo, pero tampoco hacen vida en él. Sobreviven, sin vivir.

Los mismos jóvenes nos aseguran que, a estas familias, “apenas se las ve por la calle y tienen las persianas de casa casi siempre bajadas”. Se han aislado del entorno, para intentar reordenar su mundo. “A quien se le ve más por aquí, es al propietario del Locutorio, que dejaron en libertad al no tener pruebas suficientes sobre su implicación”, explican. Pero, cuando este medio trató de ponerse en contacto con alguna de ellas, la mayoría de las familias aseguró que no estarían en el pueblo para estas fechas o simplemente que ya habían contado todo lo que sabían. De nuevo, silencio. Pero este era un silencio que dolía, que desgarraba.

Aun así, las familias y los vecinos no son los únicos que

siguen asimilando esta realidad, otra prueba de que el sentimiento general es

el de intentar pasar página lo muestra el hecho de que ninguna institución ni

entidad de la comarca del Ripollès ha programado ningún acto para esta fecha.

Nuevo reto: la inclusión

Más que trabajar para la integración, Ripoll se ha marcado el reto de convertirse de nuevo en un municipio inclusivo en todos los ámbitos y sectores de la sociedad. Éste, precisamente, es el posicionamiento que ha adoptado otro grupo del pueblo: no dejar que los atentados dividan más a la sociedad.

Bien es cierto, que esta postura esta liderada por la administración pública y nuevas entidades surgidas a raíz de los trágicos acontecimientos, y todavía hay mucho camino, reconocen, para llegar y calar en la población ripollesa.

Tras la ruptura del modelo de convivencia e integración existente

antes de los atentados, tanto en Ripoll como en otros municipios catalanes, la

Generalitat, con los departamentos de Educación y Bienestar en cabeza,

encargaron a dicha localidad la construcción de un nuevo modelo de convivencia,

totalmente inclusivo, que sirviera de precedente y base para toda Catalunya.

¿Cuál es el problema? “No tenemos ningún precedente, partimos de cero, tan solo con la premisa de que lo que estaba establecido, no funcionaba”, comenta Elisabeth Ortega, presidenta del Consorcio de Bienestar Social del Ripollès.

Ripoll, Plaça Gran durante el día de ayer | TQ

Este nuevo modelo de convivencia se sustenta en tres pilares, explican fuentes municipales: “uno de políticos, otro de instituciones y servicios, y un tercero de ejecutores. Los que formamos parte de este tercer grupo trabajamos directamente con la ciudadanía y aplicamos en ella las propuestas que van surgiendo. Eso sí, es un proceso muy lento y a veces no se valora el trabajo que hay detrás”.

El colectivo ciudadano que les genera más preocupación, y en el que trabajan más a fondo, es el de los jóvenes. “Nuestra intención es que todos se sientan parte de un mismo proyecto, no dejar a nadie fuera, ni hacer diferencias”. Por eso, desde el consistorio llevan un tiempo trabajando con varios colectivos y proponiendo actividades para tejer una mejor convivencia.

Aun así, lamentan que “los colectivos más vulnerables a los que queremos llegar de lleno, son normalmente a los que más cuesta de acceder y los que se muestran más reacios a las acciones de la administración”.

Otras propuestas

Resuenan de nuevo las campanas del Monasterio. Ahora marcan el medio día y parece que las calles se han llenado de vida. Los abuelos y sus nietos han intercambiado el supermercado por el parque, y las cafeterías preparan vermuts antes de la comida.

Dejamos el silencio y la tensión de primera hora de la mañana por el olor a mediodía de verano, más colorido y sabroso. Unas mujeres que toman el sol en la plaza del ayuntamiento nos explican que ha surgido un nuevo movimiento de jóvenes catalanes musulmanes en el municipio.

Investigamos. Intentamos contactar con algunos de sus

representantes, pero fuentes municipales cercanas al proyecto nos informan de que

están en Marruecos de vacaciones, visitando a su familia.

Lo cierto es que en el último año, han nacido varias propuestas inclusivas en el municipio pero, sin duda, una de las más destacadas es la Asociación Sociocultural de Jóvenes Musulmanes y Catalanes del Ripollès (JMCR). Abdellah El Meftah es uno de sus representantes y explicó en una entrevista con el diario ARA que su proyecto nace de la voluntad de acercar ambas realidades y demostrar que se puede ser catalán y musulmán y estar totalmente integrado en la sociedad.

Tolerancia cero

Un último sector se ha arrimado a discursos de tolerancia cero, como los 503 votantes del Front Nacional de Catalunya (9,44% de los votos) o los 112 votantes de Som Catalans - Som Ripoll (2,10%) en las últimas elecciones municipales en Ripoll. De hecho, el Front Nacional de Catalunya (FNC) consiguió una concejalía en el ayuntamiento de Ripoll, gracias a los votos obtenidos en dichas elecciones.

Este grupo asegura haber perdido la confianza en aquellos que les rodean y están dispuestos a plantar cara a las políticas de inmigración que tienen marcadas desde el consistorio ripollés. Margarita Cabello, militante e impulsora del FNC, asegura en una entrevista con eltaquigrafo.com, que “la convivencia, antes de los atentados, era prácticamente nula y ahora, dos años después, tres cuartos de lo mismo”.

El grupo, que ha entrado por primera vez en el ayuntamiento de Ripoll, liderado desde hace años por Jordi Munell, de JxCat, cree que las decisiones que se tomaron cuando sucedieron los atentados marginaron totalmente a la ciudadanía de Ripoll “de toda la vida” y apoyaron y respaldaron, tan solo, al colectivo musulmán. Cabello asegura que todas estas medidas son imperdonables y reconoce que ha perdido la confianza en sus vecinos y en el consistorio.

Miembros del grupo municipal Front Nacional de Catalunya (FNC) en el centro Margarita Cabello | TQ

Creo sinceramente —proseguía Cabello—, que mucha gente del pueblo piensa como yo, pero por miedo a decir una verdad que duele y que es incómoda, el ayuntamiento y otras instituciones achacan el atentado y la escasa integración de esos chicos a la falta de presupuesto”. En este sentido, el Front Nacional de Catalunya considera que las instituciones no han sido capaces de afrontar la raíz del problema “por miedo de ser acusadas de islamofóbicas o racistas”.

Por eso, Margarita Cabello, que había sido profesora de

inglés en Ripoll, propone un conjunto de “medidas de control”, como establecer

cámaras en las mezquitas o regular las subvenciones, para evitar, de este modo,

“que este colectivo se aproveche de la buena fe del pueblo catalán y que,

además, se radicalice dentro de las mezquitas que tenemos repartidas por todo

el territorio”.

Todavía hay muchas dudas

Hayan adoptado la postura que hayan adoptado, los vecinos de

Ripoll mantienen muchas incógnitas por solventar. Y ahora, con el levantamiento

del secreto de sumario, los interrogantes y la incertidumbre se ha

multiplicado. Hay quienes prefieren vivir sin saber qué es lo que ocurrió

exactamente, pero otros no puede evitarlo y necesitan llegar hasta el final. El

grupo de mujeres de la plaza del ayuntamiento es de este segundo grupo.

Piden explicaciones porque creen que será la única manera de

pasar página. No buscan culpables más allá de los evidentes, solo respuestas.

¿Ninguno de los fieles a la mezquita sabía nada? ¿Realmente se realizaron

llamadas a la yihad desde Ripoll? ¿Estos chavales recibieron ayuda

internacional de otras células? ¿De dónde sacaron el dinero? ¿Cómo, cuando y

dónde se radicalizaron? ¿Fue Abdelbaki es Satty confidente del CNI hasta

el día de su muerte? ¿El CNI realmente estaba al corriente de la radicalización

de estos jóvenes?

Algunas de estas se resolverán, otras, como pasa en muchos casos,

quedarán suspendidas en el aire, sin más. Por eso, el nuevo consistorio aprobó

por unanimidad una moción para instar al gobierno español y al CNI a resolver

todos los interrogantes, aceptando un comité de investigación del 17-A.

Miedo

Ahora bien, en lo que sí que muchos de los vecinos con los

que ha podido hablar este medio coinciden es en pensar que más gente estaba al

corriente. Y aquí es cuando todos los puntos, todas las posturas, se unen: en

el miedo. En el miedo de pensar que hay más implicados, en el miedo de volver a

fallar, en el miedo de que se vuelva a repetir una situación similar a la de

hace dos años.

Hacen falta más de dos años para sanar las heridas que dejó

el atentado, para tejer una sociedad inclusiva tanto en Ripoll como en cualquier

otro punto de nuestro territorio y de los territorios vecinos. Hace falta aun

más tiempo, para coser la fractura social y empezar a convivir y no sólo a

coexistir.

El sol se pone por detrás de las montañas que rodean Ripoll.

Son pasadas las 9h de la noche y, mientras las terrazas de los bares acogen las

primeras cenas, muchos vecinos bajan la persiana. Esperemos que todos éstos,

mañana, la vuelvan a levantar.

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