Sobre las bandas juveniles: “hay que perseguir el delito sin señalar la pertenencia”

Entrevista con Mariah Oliver, experta en bandas juveniles  /    archivo
photo_camera Entrevista con Mariah Oliver, experta en bandas juveniles / archivo
La investigadora en bandas juveniles, Mariah Oliver, explica las raíces de las bandas latinas y reflexiona sobre el auge de violencia de los últimos años. Las redes sociales y la persecución institucional constante estarían en la base del problema actual

Des de que el pasado 5 de febrero varios enfrentamientos paralelos entre seguidores de los Trinitarios y los Dominican Don’t Play se saldaron con la muerte de dos jóvenes en Madrid - uno de ellos menor de edad -, la persecución policial y mediática contra estas bandas ha sido constante e in crescendo.

Aunque, por supuesto, la delincuencia debe perseguirse y castigarse, y más cuando se ha llevado por delante la vida de dos personas, estos grupos juveniles, vinculados con conocidas bandas latinas, esconden en sus raíces unos cimientos muy diferentes al oleaje de violencia que resuena en los medios desde hace un mes.

Lucha antirracista

Nacieron para hacer comunidad y luchar contra el racismo y, aunque ciertamente siempre han tenido vinculación con algunas actos violentos, en especial, por enfrentamientos entre bandas rivales, lo cierto, explica Mariah Oliver, investigadora de bandas juveniles, es que la violencia desmesurada ha ido en aumento en los últimos años.

Según ella, este pico de criminalidad se debe a la campaña publicitaria que han hecho estos jóvenes a través de redes sociales; y, a la incapacidad de las instituciones, concretamente en la Comunidad de Madrid – donde se registran el mayor número de incidentes - de mantener un diálogo con estos jóvenes.  

Las raíces

“Cuando los primeros seguidores de los Latin King llegaron a España, habían abandonado, en su mayoría, las prácticas más violentas. Pero los medios de comunicación recuperaron estos rituales que procedían del imaginario de las hermandades norteamericanas y se readaptaron. La realidad que difundía la prensa retroalimentó esas conductas y se reestablecieron ciertos ejercicios de violencia extrema que, por otro lado, llamaron la atención de muchos otros jóvenes que se sintieron atraídos por estas tendencias negativas”, explica Oliver, que, a su vez, formó parte de los Latin King en su juventud.

La importancia de las redes sociales

Ahora, con los últimos enfrentamientos, la violencia se ha disparado y la sed de venganza se ha trasladado, incluso, a las redes sociales, que se han convertido en la principal herramienta de difusión y captación de las dos bandas que, actualmente, protagonizan la mayoría de los enfrentamientos: los Trinitarios y los Dominican Don’t Play. Sin embargo, añade la investigadora, las dinámicas de estas bandas, tradicionalmente, han sido mucho menos agresivas y similares a las de otros grupos de adolescentes. Incluso, ha llegado a afirmar, que se han perdido las raíces de estos grupos y los líderes reales de las bandas, “jóvenes que han crecido en las calles de Nueva York, Los Ángeles o Chicago”, ni siquiera saben de la existencia de estos capítulos en España. “Los miembros de aquí idealizan a los de allí y éstos no saben ni de su existencia… no entienden el contexto”.

“Los jóvenes de ahora utilizan las redes para llamar la atención de otros jóvenes que se sienten atraídos por este imaginario de violencia y más cuando la convivencia con los pandilleros es algo que, a día de hoy, se ha normalizado y no es un tabú” añade Oliver.

La persecución institucional

Aunque la violencia no es una práctica que siempre esté en sus puntos más álgidos y tiene altibajos, la investigadora considera que la persecución institucional ha conducido a una especie de enfado generalizado de estos jóvenes, que se sienten señalados hayan o no hayan protagonizado actos violentos. La investigadora, en su pasado Latin Queen, cree que así como en Barcelona estos grupos juveniles han sabido encontrar su espacio y no sentirse perseguidos constantemente, en la Comunidad de Madrid, no ha ocurrido lo mismo.

“Han faltado y faltan estrategias de integración y mediación” considera Mariah Oliver, respecto a la situación en Madrid. “Aquí hay muchos Latin King que actúan como mediadores, que buscan reducir los actos violentos. Al final, hay que hacerles entender que la mayoría de las veces se enfrentan con otros ‘enemigos’ por asuntos, cuyo origen desconocen en absoluto”.

La importancia de la educación

Por eso, Mariah Oliver insiste en la importancia de la educación. "Deberíamos preguntarnos, como sociedad, qué ha pasado de repente para que esto sea lo más atractivo que encuentra un joven" lanza la investigadora a modo de reflexión. Porque, al final, la banda no va a buscar a nadie, son los jóvenes, cada vez más pequeños, quienes aspiran a pertenecer al grupo.

 "Hace falta mediación y prevención, no solo mano dura". Por supuesto, la investigadora defiende la persecución policial tras hechos tan graves como los registrados hace un mes, pero considera que la erradicación de la violencia, al menos de conseguir los mínimos enfrentamientos, radica en una combinación entre mediación, prevención y medidas policiales y judiciales cuando se haya cometido un delito.

Hay que perseguir el delito sin señalar la pertenencia. La persecución constante y generalizada imposibilita trabajar con el grupo. Debemos establecer unas reglas del juego y que eso no signifique claudicar. Imponer unas dinámicas por ambos lados que se vayan a respetar. Escuchar las demandas y negociarlas” sentencia Mariah Oliver.

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