Catedrales, de Claudia Piñeiro (Ed. Alfaguara)

Catedrales, de Claudia Piñeiro es una novela negra coral, psicológica, teológica, moral y social. Una con deje dostoievskiano en su tratamiento de la culpa y el remordimiento. Ésta es una obra maestra como una catedral.

Ésta es una novela negra sobre los secretos de familia cuando la familia es lo más negro que existe. Ésta es una novela negra sobre la religión cuando la religión en su versión fanática es lo más negro que hay. Esta es una novela sobre las oraciones cuando rezar ayuda ya solo a calmar los nervios; cuando repetir una oración ya ayuda a pensar en otra cosa.

Hace treinta años, apareció en un solar baldío de Adrogué, Buenos Aires, el cuerpo desmembrado y quemado de Ana Sardá, la hija menor de una familia católica. El descubrimiento del cadáver de Ana resulta un revulsivo para su familia y amigos; un suceso clave que hace saltar por los aires el equilibrio familiar de imposturas y secretos.

Sólo el relato cura, decían Freud y Lacan, y tal postulado psicoanalítico está presente de fondo en esta novela: sólo la narración de la historia por los diversos personajes que la vivieron o conocieron será capaz de redimir su lacerante negritud…

Esta es pues una novela negra sobre el cadáver descuartizado de Ana, pero también y sobre todo una novela psicológica sobre la pérdida de fe de su hermana Lía. Dice el texto: "No entendí de dónde mi madre sacaba fuerzas para cualquier otra cosa que no fuera desgarrarse en vida por la muerte de su hija más pequeña. Mi padre, que era quien mejor me conocía y no tenía dudas de que yo hablaba en serio, me apartó del grupo para pedirme que lo reconsiderara y que, mientras tanto, al menos dijera que era agnóstica. Carmen, nuestra hermana mayor, […] lloró en los brazos de sus amigos de la Acción Católica y dejó de hablarme a partir de ese día"… A partir de ese día, Lía se va extrañando de la reacción de su familia, hasta tal punto que ese extrañamiento emocional precisará convertirse en físico: por eso ella decidirá poner miles de kilómetros por medio.

Abandonará pues su barrio en las afueras de Buenos Aires. Se trasladará a vivir a Santiago de Compostela, donde regentará una librería…

A partir de tal cambio de rumbo vital tan solo con su padre mantiene cierta relación epistolar, aunque a su progenitor le tiene prohibido que le proporcione noticias del resto de la familia. Hablan pues solo de literatura, y otras cosas importantes que no duelen. De los autores que cada uno va descubriendo; de Raymond Carver, por ejemplo, y su relato "Catedral" con el que Lía quiere hacerle entender a su padre como es la Catedral de la ciudad en la que vive (es tan sutil el modo en que esta intertextualidad se cuela en la historia de la novela que hemos de calificar tal recurso de precioso)…

Tan solo una noticia tiene su padre permiso para comunicarle a Lía y es la resolución del asesinato de Ana.

Pero en vez de tal noticia con forma de nueva carta de su padre, lo que le llega a la librería es la visita inesperada de su hermana Carmen y de su marido Julián, y a partir de ahí la novela cambiará de rumbo argumental, y se volverá tan hipnótica como luminosa. Conoceremos a Mateo, el hijo de Carmen, y nos completará la historia criminal de la novela repleta de víctimas. Conoceremos a Marcela, amiga de Ana, y contradecirá los testimonios anteriores. Conoceremos a Elmar, que pondrá voz a la ciencia racional. Conoceremos por fin al padre…

Esta es una novela negra coral, psicológica, teológica, moral y social. Una con deje dostoievskiano en su tratamiento de la culpa y el remordimiento. Con hondura. Y con estructura faulkneriana de mosaico narrativo desarrollado a través del recuerdo de los personajes, que solo en su conjunto componen la historia desde todos los ángulos, y nos revelan, más allá de la muerte criminal de Ana, y de sus implicaciones, que estamos en una obra que presenta magistralmente la batalla a muerte entre dos fes: el amor, y la religión católica.

Ésta es una obra maestra como una catedral.

Comentarios