Su novela la publica Reservoir Books en su colección Roja y Negra, y cuenta con una prosa eficaz, directa, plástica y con mucho galope, mediante la cual el autor nos introduce en la violencia, la frustración y las pulsiones humanas más atroces desde la primera página, desde la primera escena en un hotelucho de una calle en curva de la parte vieja de Burdeos donde unos policías corruptos, que en su tiempo ayudaron a los nazis a perseguir judíos y miembros de la Resistencia, están interrogando a un pobre diablo que esconde una información que escupe a hostias. … Todo para hacernos saber inmediatamente que esto no es una novela histórica, sino más bien una novela noir, una sin distancia escénica, y por eso política y psicológicamente muy potente.
De hecho se trata de una novela situada en una época histórica muy violenta, la de la Francia que acaba de dejar de estar ocupada por los nazis (sí, la de ese Burdeos que estuvo socialmente oscilante entre el colaboracionismo y la resistencia, con políticos colaborando con los nazis en deportar a los judíos y con nazis deshumanizando a una parte de la población mediante técnicas salvajes, y que en los años 50 en que sucede la novela sigue casi igual). Sí, es una novela eficaz pero muy elaborada y documentada que, ya que en el fondo algo tiene de alegoría moral, intenta hacernos explorar la violencia y las causas de la misma, así como su orígenes, desarrollo, manifestaciones y consecuencias.
He aquí pues una novela que es la historia de una ciudad, de una casa, de una comisaría y un campo de batalla. Una que, a la vez que nos presenta un rosario de personajes al límite tales como soldados de la guerra de Argelia, policías depravados, exiliados españoles de la Guerra Civil, víctimas escapadas de un campo de exterminio, nazis ocultos, luchadores de la Resistencia y simples colaboracionistas, nos hace preguntarnos: ¿los que han sido causantes o sufrientes de la violencia de una guerra pueden dejarla atrás?, o ¿puede una sociedad librarse con facilidad de las secuelas de la violencia extrema?... Pero que nos interroga sin los mecanismos de la novela testimonial de Jorge Semprún o Primo Levi por ejemplo, sino mediante el poder hipnótico y contundente de la novela negra historic-noir.
Y lo hace contándonos la historia de Daniel, aprendiz de mecánico de la Burdeos de los años 50 que perdió a sus padres en los campos de exterminio, y el cual, poco antes de ser reclutado contra su voluntad para la nueva guerra, la de la independencia de Argelia, ve como llega alguien a su garaje con la excusa de reparar la moto: ¡es André Vaillant, un enigmático motorista; un fantasma del pasado que persigue venganza!... Y lo hace mediante también otro personaje memorable, el comisario de la policía judicial de Burdeos Albert Darlac, un agente del orden brutal, fascista cuando conviene y arribista sin ideología el resto del tiempo, violento, corrupto, y, sobre todo, muy realista y muy real (lo cual le hace más intimidante, y más inolvidable para el lector). Es un policía en nada distinto a los viejos policías colaboracionistas; uno que siempre está relacionándose con delincuentes, y sumergiéndose a los bajos fondos, y siempre está del lado de los que mandan: del lado del más fuerte, para que los que mandan nunca se cuestionen sus métodos… Y es a su vez una historia de la guerra de Argelia (una Argelia que posee a la vez en esta novela la luz de Albert Camus, y la sombra de los ecos de la II Guerra Mundial con todos sus brutales mecanismos de represión y opresión), en la que el joven Daniel acaba plegándose a la violencia de la que huía, de la violencia que rechazaba, al convertirse en francotirador de élite… Y es también una historia sobre un superviviente de los campos de la muerte en Auschwitz...
Una novela negra de contexto histórico, en suma, sobre la violencia y sus secuelas, sobre las heridas históricas que nunca acaban de cerrarse y sobre las venganzas personales, narrada magistralmente en varios niveles de ficción, con escenas que se te quedan en la mente, con paralelismos iluminadores, con la violencia de James Ellroy pero a la francesa, con tanta textura ambiental como la novela negra nórdica de Stieg Larsson pero al modo sureño, con peso metafísico, epistemológico y psicológico pero sin que evada al lector ni le distraiga ni aminore la intensidad, y también con finura política, pero, sobre todo, con mucha capacidad de hacer disfrutar...
Es por novelas como ésta por lo que amamos la novela negra.
Qué suerte tendrá quien pueda ir a escuchar a este autor, que dentro de pocos días estará en España participando en el Festival Getafe Negro 2021. Pasen y lean.