“El género negro ha sacado el crimen del jarrón veneciano y lo ha puesto en la calle”, escribió una vez Raymond Chandler para explicarlo todo.
En efecto, la novela negra es mucho más que un juego.
De hecho la novela negra, en lo que narrativamente tiene de delincuencial poética del realismo, es hoy la nueva novela social.
Así las cosas, en nuestra novela social de postguerra, como bien apuntó Eugenio de Nora en el último tomo de su inconmensurable y aún no superada LA NOVELA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA, la ficción política estaba repleta de contundencia en su denuncia, y de solemnidad en su fina ideología.
Sin embargo algunos de los mejores novelistas políticos de la actualidad están apostando por el género negro para hacer literatura social (así por ejemplo Leonardo Padura, Julián Ibáñez, Juan Madrid, Rosa Ribas, Paco Gómez Escribano, Alexis Ravelo, Cristina Fallárás, etc), y también por el humor esperpéntico valleinclanesco heredero de la picaresca y del humorismo de Gómez de la Serna y W. Fernández Flórez (Eduardo Mendoza, Juan Bas, José Javier Abásolo, Jon Arretxe, Carlos Salem, Pablo Tusset, Eloy M. Cebrian, Juan Soto Ivars y por ahí todo seguido) a la hora de hacer un noir actual muy entretenido pero, sobre todo, repleto de un componente político también muy contundente en su denuncia, y muy solemne en su fina ideología (aunque no lo parezca a primera vista a veces).
Y así, con esos mimbres y mucho desparpajo, mucho ritmo, mucho humor y un gran sentido del espectáculo, el novelista Carlos Bardem (Madrid, 1963), en su última novela EL ASESINO INCONFORMISTA (Ed. Plaza&Janes) nos propone una novela negra híbrida (he aquí otro degenerado que no cree en los géneros literarios) casi alegórica, casi esperpéntica, repleta de humor negro, y desde luego contundentemente política e ideológica.
Se trata de una novela que presenta un personaje redondo (el pulcro, apocado, relamido, shakespeareanamente enamorado de modo patológico, conradtianamente curtido por la violencia ambiental remota, holmesianamente neurótico, psicoanalíticamente dostoiesvskiano y eruditamente brillante asesino a sueldo Fortunato; un mercenario que sólo mata políticos corruptos).
Y es una obra que funciona como un reloj a la hora de diseccionar la realidad con el bisturí de la ficción.
EL ASESINO INCONFORMISTA empieza con la presentación física y psicológica de este personaje fascinante, un asesino a sueldo que no soporta la impunidad y que por eso, ya decimos, sólo mata a políticos corruptos, pero que a la vez es un tipo rezuma amor por todos sus poros por una actriz adorable, Claudita. Y la novela, junto al personaje, arranca a la vez con la presentación de una sociedad pervertida y humillada a causa de la precariedad y, sobre todo, de la corrupción política y económica (vemos de la mano de Fortunato la corrupción en las instituciones, en los políticos, y hasta en el CESID)…
Y el primer punto de giro argumental se produce con un encargo que Fortunato recibe, el cual le obligará a tener que escoger entre el amor y los principios.
Sí, Fortunato es un justiciero mercenario pero enamorado y con principios. ¿No es adorable?
La boca del lector se queda abierta al descubrir que el encargo es matar, será en un hotel próximo al Congreso de los Diputados, a una política española con fama de corrupta, y que el encargo viene de políticos de su propio partido que tienen miedo a que ella largue… ¡Hasta un ciego pensaría en el PP y en Rita Barberá y en las cloacas del estado!... ¡Hasta quien nunca haya leído novela negra sabría que esto no es novela negra-enigma pues la denuncia social y política está muy por encima de quién es o no es el asesino y de cómo mata o no mata!
La trama es actualísima, potente e iluminadora. Y no digamos el anti-héroe protagonista. Pero, por encima incluso, lo que más brilla en esta novela es la prosa, esa primera persona tan virtuosamente fluida que nos lleva sin resuello a través de las páginas a base de inteligencia, ironía, pensamiento y, por momentos, hasta ácida poesía.
Hay que decir, y ya lo hemos dicho, que esta novela de Carlos Bardem es genial en su potencia imaginativa y su espectacularidad alegórica, y que opera en el ámbito de la excelencia en su forma de denunciar la impunidad de nuestros políticos.
Pero además es una puta comedia. Y más cosas…
Sí, EL ASESINO INCONFORMISTA, además de una buena novela negra humorística, es una audaz novela social, y un thriller, y un esperpento entreverado de reflexión psicológica y política… Pero lo que prima en esta historia es el noir social.
Sin embargo hay quien diría que la novela negra no es solo realismo social. De hecho, si echamos un ojo al momento en que en Estados Unidos se superó la novela-enigma y se fundó la novela negra, hubo muchas novelas con tramas sobre dramas sociales del momento. Y muchas de las antiguas novelas de tramas cogidas con alfileres, dedicadas íntegramente a plasmar un suceso concreto histórico, no se sostienen hoy en día.
Son novelas ancladas a hechos que hoy nos resultan obsoletos, antiguos. Temporalmente, perduran mejor las novelas que describen entornos o sucesos que se abstraen de hechos concretos, novelas que nos pueden hablar de desolación, racismo, venganza, pobreza o cualquier sentimiento universal y atemporal. Varios autores, como Jim Thompson, Chester Himes o David Goodis y más tarde Walter Mosley o James Sallis, añadieron al conflicto social el conflicto personal, con lo que sus novelas ganaron en matices, además de demostrar que un conflicto social era la suma de muchos conflictos personales.
Hay quien diría que la novela negra social de circunstancia es perecedera, pero nosotros nos quedamos con su inteligencia, su desparpajo y su personaje digno de convertirse en un personaje de serie.
Te lo pasas bien leyendo. Te enamoras del cabrón de Fortunato. Reflexionas. Te ríes. Flipas de asombro. Te estimulas política y moralmente. Aprendes. Te empapas de diálogos perspicaces y de citas librescas. Y te vengas en sueños de los que te están robando y quedan impunes… ¿Qué más se le puede pedir a una novela?