El gran momento revulsivo humanizador de la existencia, el más hermanador y formador, es cuando aprendes a disfrutar del talento de los demás.
Por eso somos lectores de libros.
En este sentido mi novela historic-noir favorita de las de Pérez Reverte es Eva (la segunda de la serie sobre Lorenzo Falcó, este personaje ladino, o más bien maquiavélico, espía superviviente, escéptico y vividor en cualquier caso en contexto histórico de la Guerra Civil), que es una novela vertiginosa que sucede en Tánger durante la contienda y versa sobre el encargo a Falcó de que consiga que un barco repleto de oro cambie de bandera…. Mi novela de intriga favorita de las de Pérez Reverte es La piel del Tambor, una sobre oscuridades vaticanas a la española que tiene algo de novela de Morrist West de las de la tetralogía de novelas vaticanas (Las Sandalias del Pescador, Eminencia, Lázaro y Los Bufones de Dios) pero que es mejor que esas de Morrist West… Mi novela docu-ficción favorita de las de Pérez Reverte es Territorio Comanche, un duro, realista y tenebrosamente bello documento narrativo sobre el periodismo caliente en la guerra de los Balcanes. Mi thriller favorito de los de Pérez Reverte siempre será El Club Dumas, una novela con un personaje muy logrado (Lucas Corso, trasunto del autor a nuestro juicio, un detective a la caza de libros únicos que investiga sobre un capítulo perdido de un libro de A. Dumas, en paralelo a una investigación sobre un libro satánico)… ¡Cuanta versatilidad! ¡Y cuantas horas de placer lector me ha regalado!
Pero, con todo, su mejor registro es la novela histórica bélica, y, en este sentido, creemos que su cima narrativa es la novela El asedio.
El asedio es la guerra como sofisma, como ciencia y como espectáculo de la barbarie, y es el ajedrez como fascinante juego macabro cuando ejerce como una explícita metáfora bélica, y es esa abstracción llamada patriotismo, y la política como un espacio de confrontación pero sin la disciplina ciega que emana de lo castrense porque en ese ámbito «pacífico» abundan los traidores-… Eso y mucho más encontrarán en El asedio, una novela preclara a la hora de hacernos saber lo que los españoles fuimos y somos.
Confieso que me gusta pensar que la novela histórica es una respuesta a esa parte de nuestra Historia que demanda implicación. Y en este sentido los lectores de Pérez Reverte sabemos que su fervor por la novela histórica con fuerte carga documental y acusado escepticismo ideológico viene desde el principio mismo de su carrera literaria con El húsar, y pasa por novelitas-folleto con gracia como La sombra del águila hasta llegar a magnas obras galdosianas como Cabo Trafalgar, y Un día de cólera, y divertimentos históricos de ficción como la serie de El Capitán Alatriste. Sin embargo se puede decir, y ya hemos dicho que, en la fértil veta de novelas históricas del autor, hay dos paradigmas principales: el de la novela histórica de aventuras a lo Alejandro Dumas, y el de la novela histórica pura a lo Benito Pérez Galdós.
Pero, aún por encima de sus novelas náuticas (léase a tal efecto La Carta Esférica, una novela meritoria pero que creemos menos narrativamente eficaz de lo habitual en el autor porque el exceso de documentación obsesivamente exhibida espesaba la trama), en lo que es único, tiene huella digital narrativa propia, y alcanza sus más altas cotas literarias a nuestro juicio es en la novela histórica bélica. Sí, es en la novela histórica bélica en lo que creemos que pasará a la historia (valga la redundancia) por su rigor y su ritmo, sí, pero entreverados siempre con sentido de la épica, prosa con mucho galope, más estética que ética y un espejo directo que refleja la grandeza y la miseria humana.
Buen ejemplo, como decimos, de su maestría en este registro es su novela, ya un clásico contemporáneo, El asedio en la cual el género histórico se muestra sólo como uno más de sus nutrientes.
La trama en esta novela es inquietante. Por eso si desean asistir indemnes a la vida diaria de una ciudad bombardeada aunque no destruida. Si quieren sentir que un asesino actúa cerca y sus crímenes son ética y legalmente considerados de forma diferente al resto de muertes -”¿daños colaterales?-” a la vez que prueban la emoción tenebrosa de los ataques guerrilleros, las incursiones corsarias, los sobornos a periodistas, los cobros de recompensas, las visitas de los héroes a las prostitutas y las adivinas… Si les seduce asimismo ser testigos de excepción de las sesiones de las Cortes de Cádiz (en las que intervienen tanto los diputados españoles como los americanos -”la política por un lado y la realidad por otro-”). Si se atreven a la contemplar con detalle los fusilamientos de los desertores, los duelos por honor, la investigación de los crímenes, las vitriólicas fiestas de carnaval en medio del asedio y el modo en que un héroe queda finalmente amputado por nada. Y si desean, en suma, conocer a curtidos sobrevivientes como Rogelio Tizón, comisario de barrios vagos y transeúntes, o a Cadalso el alguacil, a Simón Desfosseux, capitán de artillería poseedor de una insólita clase y un apabullante estilo que contrasta con Bertoldi, su perruno teniente, o se arriesgan a desenamorarse de la ilustrada Laura Palma, ladina heredera y gerente de la empresa Palma e Hijos, no duden en adentrarse en las páginas de esta gran novela a la vez histórica, policíaca y de aventuras admirablemente escrita, con ritmo verbal, con atmósfera, con poso y con lenguaje profuso en palabras poco gastadas por el uso.
Glosamos ahora con pasión El asedio porque Arturo Pérez Reverte, como los “hombres buenos” de su novela sobre la Ilustración, ha vuelto a su mejor registro novelístico con el cual tanta pedagogía humana, política y social nos está haciendo con una novela que aún no ha llegado a mis manos, pero que, a tenor por lo comenta la publicidad vertida en medios sobre la misma, promete estar a la altura de El asedio.
Sí, la nueva novela de Arturo Pérez Reverte se titula El Italiano. ¡Qué ganas! ¡No se la pierdan!