De vez en cuando hay que recordarle a la gente que existe el deseo, la intensidad, la sorpresa verbal, la música callada, la pasión desbocada, la tensión inspirada y sanadora que nos da aliento y vida en la medida en que nos saca de todo, hasta de nosotros mismos, y nos mueve esparce y desordena.
De vez en cuando hay que recordarle a la gente que lea poesía.
Yo por mi parte acabo de descubrir una poeta de la que nunca había oído hablar, Marta Jiménez Serrano (Madrid, 1990), y un libro suyo que me ha emocionado LA EDAD LIGERA (Ed. Rialp, accésit del Premio Adonáis 2021).
Es una voz sonora a la vez cuidada y desatada, es irreverencia cultural, sexual y vital, es un femenino yo lírico femenino que no quiere ser musa. Que hasta le dice al Dante Alighieri de la Comedia que no desea ser Beatriz, no rescatada, sino lanzarse ella a los abismos apasionadamente antes de que, como decía el maestro Garcilaso de la Vega, todo lo mude la edad ligera… ¡El primer poema del libro es un gran logro!
He aquí el libro de una mujer con sed de todo. Y esa sed se derrama en poemas figurativos de bellas sonoridades muy rítmicas, repletos de elaboradas metáforas cuasi-surrealistas y de recursos estilísticos de rica paleta lírica, los cuales, por su combinación de frescura, modernidad y clasicismo, y hasta de culturalismo sin insistencia exhibicionista, me sorprenden tanto como el discurso me emociona. Y me reposiciona… Y, por qué no confesarlo, hasta me seduce con esa delicada y entusiasta forma de decirme al oído ¡no te mueras!
En estas páginas hay inteligencia, sensibilidad, música y alma, eros y magia, rigor verbal, un deje reflexivo más lírico que psicoanalítico y, además, mucha pasión: ¡justo lo que necesitamos!
Sí, de vez en vez hay que recordarle a la gente que compren y lean poesía, porque sin la poesía seguramente la vida seguiría existiendo, pero no sabríamos qué significa.
Ea.