¿Una novela que denuncia la corrupción generalizada de la clase social poderosa será siempre silenciada por los mecanismos silenciadores de esa clase poderosa?
Hoy hablamos de una novela tan audaz en sus denuncias que no es de extrañar que no haya sido muy publicitada, pero que para nosotros no ha pasado desapercibida.
Cada novela, como nos enseñan los expertos en Teoría de la Literatura, ha de ser analizada por los críticos literarios con los instrumentos de la preceptiva teórica que mejor se adapten a esa obra, ya que la teoría de la literatura es como una lupa preclara para leer los textos literarios. Así, a veces hay que mirar las novelas a la luz de la teoría literaria feminista, en ocasiones con la teoría literaria postcolonial, la psicológica, la teoría literaria del pacto autobiográfico (cuando hablamos por ejemplo sobre la tan en boga autoficción), etc. Y, a veces, el mejor instrumento crítico sigue siendo la vieja teoría de la literatura marxista (la llevada al culmen a nuestro juicio por el pensador húngaro ya clásico Georg Lukács –con libros pioneros como Teoría de la Novela donde propugna una historización de las teorías estéticas para mejor entendimiento de la fuerza de la ficción como reflejo de la realidad-, y que cuenta en nuestros ámbito con seguidores de lujo y de calado y ya también clásicos como Eugenio de Nora –son todo un monumentos crítico sus tomos quizá superables pero aún no superados de La Novela Española Contemporánea).
Nada mejor aún hoy que la teoría literaria marxista para desentrañar las claves de la última novela politic-noir de Juan Madrid titulada Gloria Bendita (Alianza Editorial).
Efecto nada mejor, aunque cabría sin embargo una lectura crítica de esta novela también desde el prisma de la teoría literaria feminista (hay que ser intelectualmente muy pacato o pacata para creer todavía que, en la política o en la ficción o en la vida, el feminismo es cosa sólo de mujeres): de hecho es una novela que cuenta la historia de tres generaciones de mujeres, la abuela, la madre, y la hija, como correlato y como espejo de este país desmemoriado y sin remedio llamado España, y como corolario de las corruptelas económicas y sexuales de la monarquía, y de las cloacas del estado que posibilitan esas corruptelas y las maquillan.
Juan Madrid en este sentido es un pionero de la novela negra hispánica ya desde sus contundentes viejas novelas protagonizadas por Tony Romano (y en las que ya salía Juan Délforo, contrapunto de Toni Romano y alter ego del autor): unas novelas aquellas que, en mis gozosas revisiones, he advertido como tan atmosféricas como exentas de ruido y de escenas clónicas como tamizadas de sociología de época, diálogos de oído entrenado.
Sí, unas novelas con las cuales el autor estaba criticando ese proceso histórico, político, sociológico y hasta biológico que en España llamamos Transición.
Después de eso el autor ha venido publicando muchas novelas negras con sustrato político que se han convertido en un espejo negro-criminal de la actualidad (recomendamos especialmente Los hombres mojados no temen la lluvia), y hasta ha revisado la desmemoria histórica española mediante una muy documentada incursión en el historic-noir con la excelente novela narrada en dos tiempos Perros que duermen.
Todo, ya decimos, en la línea epistemológica de Lukács y su idea de que el narrador ha de ser un poeta austero y terrenal en la prosa, y un cirujano social en el argumento, para desentrañar con eficacia política los tentáculos del poder, y para denunciar sus arbitrariedades, y en la línea de Eugenio de Nora para el que la novela negra es novela social que nos ayuda a discernir entre villanos delincuenciales y damnificados sociales… O sea, todo ficción con sentido del espectáculo, pero también siempre muy concienciada a la hora de reflejar la eterna lucha entre poderosos y subalternos, que es la eterna lucha entre la oscuridad y la luz.
La ficción de Juan Madrid siempre se mueve en esas coordenadas. El tono narrativo de sus novelas es por eso siempre más epopéyico que elegíaco y filosófico, y siempre deja que lo que significa la historia que nos cuenta no lo diga la historia misma, sino que lo revelen los personajes con sus aconteceres y sus diálogos.
El estilismo afectado y la filigrana estructural faulkneriana no están pues en su agenda de escritor, pero sí lo están la calidad narrativa y la potencia política de su realismo.
En verdad, nadie como Juan Madrid entre los clásicos vivos de nuestra novela negra para desentrañar las oscuras peculiaridades y las contradicciones y los fracasos históricos repetidos de este país nuestro ultrajado, festivo, pasional, terrible, jodido e interesante.
Acérquense a tal efecto a su última novela publicada, Gloria Bendita, y verán.
Es una novela indignada que revisa el país, y revisa su monarquía corrupta protegida por comisarios políticos y todo un aparato que se aloja en las cloacas del estado. Y tal revisión la lleva a cabo en paralelo mediante la historia de María, una exdeportista guapa y trabajadora en precario que llama la atención del Emérito, la cual la reclama el Emérito como pareja de baile. ¡Y es la historia sobre lo que todo eso desencadena...! Y mediante la historia del comisario Romero, un comisario perteneciente a las cloacas del estado, el cual está pagado por el estado pero se dedica a resolverles los problemas a los poderosos, y es la historia de su mujer, y de lo lejos que pueden llegar en sus códigos personales al margen de lo establecido legalmente. ¡Y de todo lo que eso desencadena...! Y es la historia de Juan Délforo, personaje recurrente del autor, que viene a Madrid para encontrarse con sus viejos amigos que fueran compañeros de trinchera, y, sobre todo, viene para seguir estudiando la represión española del comunismo para que éste no llegue al poder, y la historia de cómo Délforo conoce a una mujer fascinante, Emilia, la madre de María, vieja luchadora hija de un agente secreto del General Mola que actualmente está en una clínica reponiéndose de un ictus. ¡Y todo lo que conocer a esa mujer desencadena!
Un mosaico narrativo trenzado con fascinante y contundente naturalidad.
El resultado en su conjunto es una novela sobre los oscuros juegos de poder; una que desenmascara a la monarquía pre-23F y la monarquía post-23F a la vez que denuncia a las instituciones corruptas, a los servicios de inteligencia maliciosos, a la prensa manejada, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado con manzanas podridas, a la burguesía que sólo quiere ganar dinero por encima de cualquier otra cosa y que se ha hecho tan históricamente desmemoriada y tan políticamente anestesiada que hasta ha posibilitado que regrese la extrema derecha…
Una novela de ficción impresionantemente apegada a la realidad más rabiosamente actual.
Sí, he aquí, en definitiva, una novela muy potente narrativa y políticamente, muy actual y necesaria, muy atrevida, indignada y de denuncia que versa sobre la podredumbre nacional, y en la cual palpita toda la energía ideológica, intelectual, emocional y desencantadamente generacional que el autor ha vertido en ella como lo hacen siempre a lo largo de toda la historia los novelistas que ven los entresijos y nos iluminan y nos regalan novelas que sirven de revulsivo.
Supongo que por eso querrán acallar esta novela.
Al menos nosotros sí podemos afirmar con apasionada rotundidad desde nuestro reducto que esta novela es la hostia.