Una de las obras que mejor refleja la miseria en general es Oliver Twist (1838), de Charles Dickens (1812 - 1870), donde el escritor se vale de su personaje estrella para criticar la pobreza y la estratificación de la sociedad victoriana
Casi seguro que conoces la fiesta del trabajador, celebrada hoy, día 1 de mayo, pero ¿alguna vez te has preguntado de donde viene y por qué se celebra? Cuando a finales del siglo XIX los trabajadores de medio mundo se movilizaron para reivindicar la mejora laboral en sus empleos, el resto de la humanidad todavía no era consciente de lo que significaría esta rebelión en el futuro. Para comprender el verdadero significado del día del trabajador es necesario que nos remontemos en la historia para e indagar en los hechos.
Chicago, año 1887. Hartos de trabajar ilimitadamente en fábricas sin ventilación y cobrando un sueldo miserable, los empleados de varias industrias consiguieron que el sector empresarial cediese a las “exigencias” laborales, lo que significaba dejar de trabajar 16 al día para hacerlo solo 8, aumentar los sueldos de los trabajadores progresivamente y obtener unos derechos humanos para no caer en la explotación laboral salvaje.

Tras la concesión de las propuestas a regañadientes, la preocupación en el sector norteamericano hizo intervenir al gobierno, que calificó los hechos como “indigentes e irrespetuosos” y volvió a incentivar las huelgas entre el proletariado. El pacifismo se esfumó y los altercados empezaron a cobrarse víctimas inocentes. Sin ningún tipo de pruebas, el gobierno acusó a ocho trabajadores responsabilizándolos de las revueltas y de los atentados que se produjeron contra la autoridad, y el pueblo se indignó de tal manera ante su inminente muerte que declararon a estas personas como “los mártires de Chicago”.
Uno de los ajusticiados, George Engel (1836-1887), pronunció unas palabras antes de morir en la horca por la que se le recordaría lustros después: “No combato individualmente a los capitalistas, combato por el sistema que produce esos privilegios”.

La fuerza que emplearon los obreros después de estas lamentables jornadas marcó un antes y un después en la historia de todos los trabajadores y, aunque no estuvo exenta de una violencia desmedida, sí que sirvió para que los cambios laborales salieran a delante y el día 1 de mayo se instaurara como el día mundial del trabajador. (Dato curioso: en la actualidad, Estados Unidos no celebra el día del trabajador el primero de mayo para no recordar las atrocidades que tuvieron lugar en Chicago en el año 1887. Lo trasladó al mes de septiembre).
Hoy, la literatura nos acerca a un momento de la historia genuino e irrepetible. Gracias a los autores que supieron reflejar la realidad social de su tiempo conocemos los hechos de primera mano. Una de las obras que mejor refleja la miseria en general es Oliver Twist (1838), de Charles Dickens (1812 - 1870), donde el escritor se vale de su personaje estrella para criticar la pobreza y la estratificación de la sociedad victoriana. Para conocer la dureza de los trabajos franceses, Émilie Zola (1840 - 1902) escribió Germinal (1885) un libro duro y realista sobre las situaciones laborales que padecían los mineros en el norte del país.

Dentro de nuestras fronteras tenemos varios ejemplos de una increíble dureza y realidad. La Tribuna (1883), de Emilia Pardo Bazán (1851 - 1921) es una obra de gran interés histórico y sociológico que tiene como principal protagonista el mundo obrero de la época preindustrial. Un hito en la literatura del S. XIX que ya rompió moldes con su personaje principal femenino, la Tribuna.
En La Bodega (1905), Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) quiso retratar la decadencia que se ceñía sobre el campo andaluz, con las exigencias de los terratenientes y la explotación de los jornaleros, sometidos a la voluntad de estos. Cuando leí la novela de Blasco Ibáñez me recordó a la imagen que reflejó John Steinbeck (1902-1968) en su libro Las uvas de la ira (1939), donde se acuñó un término que incluía a los “vagabundos de la cosecha” u okies, personas consideradas bestias de carga de las que no se podía prescindir en el campo, pero a las que se trataba con el desprecio más absoluto.
En un momento histórico más reciente, pero no por ello más próspero, podríamos incluir las obras de Valle-Inclán (1886 - 1936), Luces de Bohemia (1924), o La Colmena (1950), de Camilo José Cela (1916 – 2002) donde se narran los sinsabores de la postguerra española de la clase media baja y que, sorprendentemente, cuenta con más de trescientos personajes. El trasfondo de ambos relatos es la podredumbre humana y el reflejo de la explotación laboral.
El 1 de mayo trae a la memoria las conquistas y las reivindicaciones de los obreros del siglo XIX y, gracias a la literatura, nos podemos acercar a los momentos históricos que cambiaron el curso de la actualidad.