Baleares. Cuatro islas, cuatro mundos

El mar turquesa de una de las calas de las Islas Baleares
photo_camera El mar turquesa de una de las calas de las Islas Baleares

“Oh, mi voz condecorada con la insignia marinera: ¡sobre el corazón un ancla, y sobre el ancla, una estrella, y sobre la estrella, el viento, y sobre el viento, la vela!” Rafael Alberti.

Las Islas Baleares son un tesoro en medio del Mediterráneo, un paraíso habitado, una joya que, ya desde principio de siglo, marineros y mercantes, escritores y bucólicos, aventureros y comerciantes se dispusieron a descubrir. Pero, ¿Cuáles son las diferencias que las separan y las letras que las unen?

Mallorca es la isla más grande del conjunto y sus impresionantes calas de aguas cristalinas o el variado y abundante panorama interior complementan la belleza de sus antiguos pueblos marineros llenos de encanto y autenticidad. Mallorca es un paisaje dentro de un paisaje y la isla ofrece tantas actividades culturales como espacios de relajación y entretenimiento.

¿Qué la hace irresistible? Según el escritor Xavier Moret (1952), Mallorca es “la isla de la calma, un escenario de contrastes, de montañas de caliza, ruinas romanas y lugares que van más allá de las chapuzas urbanísticas hechas en nombre del turismo”. En su libro Mallorca, abierto todo el año (Península, 2022), recorre cada punto cardinal y comparte con el lector los secretos de su viaje.

Palma de Mallorca
Palma de Mallorca

De Mallorca a Menorca se tarda un pestañeo. Aunque Menorca dispone de aeropuerto ubicado en la ciudad de Mahon, el escritor italiano Cesare Brandi (1906 – 1988) aconsejaba acudir a cualquier isla por mar, no porque la llegada fuera especialmente bella, sino porque en algún momento de la travesía podría suceder la magia que excedería la belleza del espectáculo: “el viajero sentirá que sus pies ya no tocan el puente del barco y que navega por mérito propio como una nave fantasma sobre las olas, no del mar, sino de su propia fantasía”. Si llegar a Mallorca es introducirse en cada una de sus fábulas, desembarcar entre las aguas turquesas de Menorca es conectar con todas y cada una de las energías que desprende la isla. 

Tanto si se visita su abrupta costa norte como si se disfrutan sus preciosas bahías del sur,  Menorca nunca pierde el encanto. Además, hay mucho que visitar en sus dos ciudades históricas: Maó y Ciutadella, y, a diferencia de Mallorca que acoge a un viajero más aventurero, Menorca es ideal para conectar con la paz y la tranquilidad.

Ibiza
Ibiza

Entrar en Ibiza es vivir varios mundos abrazados, únicamente, por la brisa del mar Mediterráneo. Todo el mundo ha oído hablar de ella y, si bien es cierto que la escena musical es muy importante, no hay que dejar de lado la atmósfera bohemia y relajada de sus barrios. Extensas franjas costeras sobreviven en perfecto estado y conviven con un paisaje montañoso densamente arbolado, salpicado de pueblos encalados y campos de almendros, higueras y olivos.

“- Cada estrella que pasa – dijo Otto – es un verano de nuestra vida. – No – le corrigió Nadia sin dejar de mirar el cielo-. Cada estrella que pasa es una vida.” El escritor Julio Llamazares (1965) escenifica la lluvia de estrellas de la mágica noche de San Lorenzo en su novela Las lágrimas de San Lorenzo (Alfaguara, 2013) y sitúa a sus personajes en una Ibiza nostálgica donde el entorno cobra vida convirtiéndose en el verdadero protagonista del texto. Si buscas diversión, en Ibiza está asegurada.  

Formentera
Formentera

A veinte minutos en barco se encuentra Formentera: la belleza hecha acuarela. Sus fascinantes costas y la gastronomía a pie de playa son el gancho para atrapar a cualquier tipo de viajero. Durante la escapada a Formentera se pueden descubrir pueblos realmente pintorescos que guardan la autenticidad de la isla en cada rincón y entre los números atractivos que nos ofrece, podemos elegir caminar hasta los estratégicos faros distribuidos alrededor de la isla, como el Faro de Cap de Babaria, o deleitarse de los históricos Molinos de harina de sa Miranda.

Una vez allí descubriremos que toda la isla es un inmenso parque, de hecho, la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1999, sin embargo, son sus calas las que condecoran este lugar. Cala Mitjorn, Cala Saona, Cala es Trucador, Cala es Pujols… Maravillosos lugares para perderse entre el atardecer y un buen libro. En cierto modo, Formentera es todo lo contrario que Ibiza. Puede que no sea el lugar recóndito que fue en su día (¿Qué lugar lo es en este momento de explotación turística?) pero hay muy poco que hacer en la isla y de eso precisamente se trata. Formentera, donde menos-es-más ofrece un estilo de vida donde la pausa es dorada y eso, queridos lectores, es lo que se necesita en algún momento de nuestra vida. Y ustedes, ¿Ya han decidido que isla balear van a brujulear?

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