Según ha detallado la alcaldesa de Carcaixent, de dónde era originaria la víctima, el asesino amenazó a punta de pistola al hijo de su exmujer: "Te voy a matar si no te vas”, le dijo, luego lo empujó y cerró la puerta.
Tras el trágico episodio de esta miércoles en Alzira (Valencia), poco a poco se van conociendo más detalles sobre la relación de la víctima, Raquel Lorente, con su exmarido, el policía nacional jubilado que acabó con su vida y luego se suicidó. Tras pasar horas atrincherado en un chalet de la calle Sagrada Familia, el hombre mató a su mujer – con quien estaba en trámites de divorcio – y luego se suicidó.
Aquella mañana, la de este miércoles 30 de agosto, Raquel acudió con uno de sus hijos (fruto de un matrimonio anterior) a recoger sus pertenencias. Tras una inicial discusión, el agresor, a punta de pistola, obligó a Raquel a bajar al garaje y a su hijo a abandonar la vivienda. Fue entonces que el joven, de 28 años, alertó a la Policía de lo que estaba sucediendo.
Apuntó al hijo de la víctima con una pistola
Según ha detallado la alcaldesa de Carcaixent, de dónde era originaria la víctima, el asesino amenazó a punta de pistola al hijo de Raquel: "Te voy a matar si no te vas”, le dijo, luego lo empujó y cerró la puerta. El hijo quedó entonces al otro lado de la puerta del chalet, desde donde lo presenció todo. Al poco, se oyeron los primeros disparos. Aunque los agentes de la Policía Local y de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional llegaron a los pocos minutos, el agente jubilado ya se había atrincherado con la mujer.
Fue entonces cuando se acordonó la zona y se activó del protocolo ante este tipo de "incidentes críticos" a la espera de que llegasen los GOES, la UIP y el equipo de negociación de la Jefatura Superior de la Comunidad Valenciana.
La casa llena de cámaras
Según relatan amigas de Raquel a LaSexta, el asesino planeó esta trampa mortal: la mujer acudió al domicilio a por sus últimas pertenencias, tras 12 años de matrimonio. Ellas cuentan que el policía era una persona muy agresiva, que funcionaba por impulsos, que primero hacía las cosas y después pedía perdón. Es más, el entorno ha confirmado que el hombre tenía su casa llena de cámaras para poder vigilar a la víctima.
La investigación sigue abierta y algunas informaciones apuntan a que podría no haberla tenido retenida durante las ocho horas que duró el dispositivo policial. Se escucharon varios tiros por la mañana con los que él podría haber acabado con la vida de Raquel y luego, tras una larga e infructuosa negociación, acabar con la suya propia.