Como en la leyenda del caballo de Troya. Así es como el FBI y la Policía Australiana se han infiltrado en más de 300 pandillas del crimen organizado de todo el mundo. Aunque menos ostentoso que el regalo envenenado de los griegos a los troyanos, los investigadores han conseguido inmiscuirse en las entrañas del crimen a través de una aplicación móvil instalada en teléfonos monitoreados por los servicios de inteligencia que el FBI introdujo en las pandillas sin levantar sospechas.
Después de que varias de las apps de mensajería móvil preferidas por los delincuentes por su nivel de encriptación fueran desmanteladas por las autoridades, el crimen organizado necesitaba un nuevo medio de comunicación seguro. Los investigadores enseguida vieron un filón. Desde el Buró diseñaron, crearon y monitorearon una app de mensajería encriptada que ofrecía una altísima seguridad a los delincuentes. O eso les hicieron creer cuando les vendieron, de forma encubierta, miles de terminales con dicha app instalada que bloqueaba las llamadas, la cámara, el micrófono del móvil y el GPS para evitar posibles escuchas por parte de las autoridades.
La “Operación Brazo de Hierro”, desarrollada por el FBI y la policía Australiana durante más de tres años, desde el inicio del diseño de la app hasta este martes, cuando ha culminado el dispositivo, se ha saldado con 800 detenidos en Australia, Nueva Zelanda, Europa y Estados Unidos.
En concreto, en el marco de la operación se han realizado 700 registros y se han incautado más de 32 toneladas de drogas, incluidas cocaína, cannabis, anfetaminas y metanfetaminas. Las autoridades también han aprehendido 250 armas de fuego, 55 coches de lujo, 148 millones de dólares en efectivo y criptomonedas y se han clausurado 6 laboratorios de drogas.
11.800 teléfonos del FBI en manos de criminales
A través de estos teléfonos, que se popularizaron en la esfera del crimen organizado transnacional por considerarlos extremadamente seguros, los delincuentes llegaron a confesar asesinatos, rutas de cargamentos de drogas y otra información sensible referente al tráfico de estupefacientes o blanqueo de capitales.
De los 11.800 dispositivos móviles que el FBI distribuyó en los cinco continentes, España fue uno de los países que más terminales recibió. Definitivamente, se trata de la acción policial contra el crimen organizado, según el propio FBI, más compleja en el mundo realizada hasta la fecha.