La declaración de un nuevo testigo podría arrojar nuevas pistas sobre lo que sucedió la mañana del 24 de agosto del 2017 en el pantano de Susqueda, cuando Marc Herández y Paula Mas, de 23 y 21 años, fueron asesinados mientras se encontraban de excursión en la zona.
Ciel Schenkel se encontraba alojado con su padre, Laurent Schenkel, la pareja de este, Gi Won, sus tres hermanastros, y Olivier Bodenghien, el dueño del mas Llomar, en la propiedad de este último. El joven ha explicado que la mañana de los hechos escuchó varios disparos y un grito procedente del pantano. No obstante, al ser menor de edad en aquel entonces, nunca se le tomó declaración. Hasta ahora. Tal y como ha adelantado Tura Soler en El punt avui, Benet Salellas, el letrado del principal sospechoso y único imputado por el crimen de Susqueda, Jordi Magentí, ha solicitado la comparecencia de este joven, que lo ha hecho por videoconferencia desde Francia.
Siete testigos escucharon disparos
Durante su declaración, que por problemas de conexión se ha pospuesto hasta que Schenkel regrese del país galo y pueda testificar presencialmente en un juzgado de Santa Coloma de Farners, el joven ha dicho que desde la caravana en la que se encontraba aquella mañana escuchó varios tiros, un grito y, finalmente, un último disparo. Con el testimonio inédito de este joven, ya son siete las personas que constan en el sumario de este caso que aquel día escucharon los disparos que acabaron con la vida de los dos chicos.
La sospecha sobre Veyrier
Asimismo, Ciel Schenkel ha declarado ante el juez que en el momento del crimen junto a ellos se alojaba también Victor Pierre Veyrier, un ciudadano francés, pero que en el momento de los disparos no estaba con ellos. Cabe recordar que este hombre fue investigado como sospechoso por los Mossos d’Esquadra. Él siempre mantuvo que en el momento del crimen se encontraba arreglando unos cables con el dueño de la propiedad, sin embargo Bodenghien nunca lo ha confirmado. En lo que coinciden todos los inquilinos de la casa es en que Veyrier se ausentó un buen rato aquel 24 de agosto y que cuando regresó tenía una herida sangrante en la mano para la cuál no encontró explicación. Además de conocer la zona, fue el único inquilino que permaneció en la casa varios días después del crimen, por lo que habría tenido tiempo suficiente como para hundir el vehículo de los dos jóvenes, borrar cualquier pista del doble homicidio y lastrar sus cuerpos hasta el fondo del pantano.
El móvil de Magentí
Alimentar la sombra de la sospecha, nuevamente, en torno a la figura de Veyrier parece ser la estrategia de defensa que mantendrá Benet Salellas para alejar el foco de su defendido, Jordi Magentí. No obstante, todo apunta a su cliente, que ya cumplió condena en el pasado por asesinar a su exmujer de un tiro en plena calle, como presunto autor del crimen. De hecho, las cámaras de seguridad del pantano registraron el Opel Zafira azul de la pareja y el Land Rover Defender que conducía Jordi Magentí con tan solo 28 minutos de diferencia. Además, la pareja del sospechoso en aquel momento declaró que, al día siguiente, fueron a pescar al pantano y él la dejó sola un largo rato, que podría haber utilizado para deshacerse de los cuerpos.
Una de las hipótesis que barajan los investigadores es que el único imputado habría asesinado a los chicos después de que estos hubieran encontrado, fortuitamente, la plantación de marihuana que Magentí ocultaba cerca del pantano. No obstante, las circunstancias que envuelven este crimen siguen siendo todo un misterio. Por eso, la declaración de cualquier persona que ese día se encontrara en las inmediaciones del pantano de Susqueda es fundamental para reconstruir las últimas horas de Marc y Paula.