El ‘Ángeles Alvariño’ cambia de estrategia para encontrar a Tomás Gimeno

Imagen ampliada de la travesía que ha realizado el buque este lunes | Marine Traffic
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El buque se ha desplazado hacia el sur de la isla siguiendo las corrientes marinas que podrían haber arrastrado el cuerpo

Sin que se haya marcado un límite temporal para la búsqueda en aguas del Atlántico de los cuerpos de Anna Zimmerman y su asesino, Tomás Gimeno, después de la última prórroga aprobada por el Ministerio de Ciencia e Innovación, este lunes los investigadores a bordo del ‘Ángeles Alvariño’ han virado en su estrategia. 

Para sorpresa de periodistas y curiosos que siguen las labores de búsqueda desde tierra firme, el buque ha amanecido este lunes mucho más lejos de la costa de lo suele ser habitual. La nave no solo se ha alejado a unos 9,5 kilómetros del puerto sino que también se ha desplazado hacia el sur de la isla. 

El cambio de rumbo responde a la principal hipótesis que baraja la Guardia Civil, que cree que Tomás Gimeno se arrojó al mar instantes después de lanzar su teléfono móvil al agua. Sin embargo, ahora los agentes creen que este suicidio podría haberse cometido más tarde de lo inicialmente contemplado. El motivo de este desplazamiento hacia el sur no es otro que seguir la corriente que arrastró el barco de Gimeno desde Santa Cruz de Tenerife hasta el Puertito de Güímar, donde apareció a la deriva. En esa misma zona, se recuperó también la sillita de Anna, flotando muy cerca de donde se halló la pequeña embarcación. Por eso, los investigadores creen que el cuerpo de Tomás podría haber sido arrastrado hasta un punto cercano por la misma corriente.  

El robot necesita una revisión

No obstante, las labores de rastreo del fondo marino se verán interrumpidas, de nuevo, en las próximas horas. Según ha adelantado Manu Marlasca, periodista de LaSexta, está previsto que el ‘Ángeles Alvariño’ regrese a puerto a lo largo del día de hoy para someterse a trabajos de mantenimiento y avituallamiento. El causante de estos recurrentes parones es el robot submarino que, a pesar de su capacidad para trabajar a una profundidad de hasta 3.000 metros de profundidad, no está pensado para soportar tal presión durante jornadas ininterrumpidas. 

Precisamente, por este motivo, no se descarta que el robot tenga que ser desmontado para pasar una revisión exhaustiva en Vigo, donde se encuentra la base del buque propiedad del Instituto Español de Oceanografía. Esta revisión supondría una demora en la búsqueda de varios días, que podrían ser claves para la resolución del caso. 

Lo sustituirá un submarino 

En vista de que el buque tenga que retirarse en las próximas horas, la Guardia Civil ha comenzado a buscar nuevas alternativas. Según ha anunciado el Cabildo de Tenerife, la nave que recuperó el cuerpo de Olivia podría ser sustituida por un submarino de propiedad privada con capacidad para operar a una profundidad de hasta 2.180 metros. 

Carta de Beatriz al Ángeles Alvariño

En una emotiva carta publicada a través de las redes sociales, Beatriz Zimmerman, la madre de Anna y Olivia ha querido expresar su gratitud y agradecimiento a los investigadores a bordo del buque. "Quería ir al barco a agradecer toda la labor que están haciendo, pero me dijeron que era peligroso, por lo que les escribo una carta", arranca el texto. “Gracias a ustedes (cuando digo ustedes también me refiero a la Guardia Civil), puedo sentir a mis niñas conmigo. Puedo vivir sumida en la tristeza, pero en la paz y en el amor de saber que sabemos la verdad.” Sobre el hallazgo del cuerpo de su hija Olivia, de 6 años, la madre reconoce que si no la hubieran encontrado, ella nunca habría parado de buscar hasta encontrarlas. 

Esa agonía era, precisamente, lo que Tomás Gimeno deseaba cuando cometió el macabro asesinato de sus dos hijas. Sin embargo, nunca pudo imaginar que su plan sería truncado por el trabajo imparable de veinticinco agentes que peinaron cada palmo del fondo del mar, día y noche, sin descanso. Tal y como relata El Mundo, a pesar de saber que habían resuelto el caso, cuando descubrieron lo que el robot, utilizado para recuperar fósiles marinos y tesoros hundidos, les estaba mostrando, los veinticinco rompieron a llorar como niños. Ni siquiera los investigadores, acostumbrados a finales aciagos, fueron capaces de contener las lágrimas ante tanta maldad.

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