Nuevo golpe al narcotráfico en Catalunya. Esta mañana, en Girona, la Policía Nacional ha desarticulado una organización criminal dedicada al tráfico internacional de marihuana. La operación se ha saldado con 13 detenidos, de nacionalidad rusa, letona, española y venezolana, entre los que se encuentran el cabecilla de la trama y un electricista de confianza que cobraba 15.000 euros por cada enganche de luz. Se les investiga como presuntos autores de un delito contra la salud pública, pertenencia a grupo criminal, tenencia ilícita de armas y defraudación de fluido eléctrico. De los trece detenidos, ocho han ingresado ya en prisión preventiva por orden del Juzgado competente, entre ellos el líder de la trama.
Los agentes interceptaron un camión fletado por la organización en La Jonquera, justo antes de cruzar la frontera con Francia, con un cargamento de más de 180 kilos de cogollos de marihuana ocultos dentro de sacos de pienso para perros. Este suceso precipitó el despliegue de un amplio dispositivo policial que culminó con la realización de seis entradas en cinco domicilios y una nave industrial ubicados en los términos municipales de Vidreres, Fogars de la Selva, Tordera y Lloret de Mar. En los registros efectuados durante la operación, los agentes intervinieron varias armas de fuego, armas blancas y una ballesta, siete vehículos de alta gama, un barco, 642 plantas de marihuana, 15 kilos de cogollos y casi 100.000 euros en efectivo.
Casi un año de investigación
La investigación se inició en febrero cuando los agentes detectaron indicios en dos viviendas ubicadas en Fogars de la Selva (Barcelona) de que se estaría realizando algún tipo de cultivo de sustancias estupefacientes. El motivo de la sospecha fue el elevadísimo consumo de luz que, además, no era fiscalizado por los contadores eléctricos. Los agentes descubrieron que los encargados de cuidar las plantaciones eran parejas de extranjeros, captadas por compatriotas, que se hacían pasar por familias para pasar desapercibidos en el vecindario.
A raíz de estas primeras indagaciones, detectaron que la red utilizaba una nave ubicada en el polígono industrial de la localidad de Vidreres para almacenar grandes cantidades de marihuana, tanto cultivada por ellos mismos como obtenida a través de compras a terceros. Allí se encargaban de su preparación y distribución al resto de Europa mediante camiones de transporte internacional donde era ocultada entre la carga. El movimiento de personas y vehículos en la nave era constante. Además, los investigadores descubrieron que cuando se preparaba un cargamento importante estaba siempre presente la misma persona que se encargaba de dirigir las operaciones y que, finalmente, pudo ser identificado como el máximo responsable de la trama.