El disparo que voló por los aires la amistad entre dos matrimonios

Los agentes intentan averiguar si el arma que han recuperado es la misma con la que se cometió el crimen | Guardia Civil
photo_camera Los agentes intentan averiguar si el arma que han recuperado es la misma con la que se cometió el crimen | Guardia Civil
Inicialmente los investigadores creyeron que se trataba de un robo con violencia pero pronto descubrieron que la víctima y el presunto asesino se conocían y que las parejas de ambos habían iniciado una estrecha relación de amistad a sus espaldas

El 15 de enero, Cristina N.T., de 33 años, estaba sola en su casa de Vilar de Costoia, una aldea de poco más de un centenar de habitantes en la parroquia de Porzomillos (A Coruña). Su marido se encontraba trabajando y su padre acababa de recoger al hijo de ambos, de apenas dos años. La tarde transcurría con normalidad, con la calma que envuelve al rural gallego.

A las siete menos diez de la tarde el teléfono de la centralita de emergencias empieza a sonar. Son los vecinos de Cristina alertando a la Guardia Civil de un asalto en la vivienda de la joven. En las llamadas explican que un hombre, de complexión fuerte y vestido con un chaleco reflectante amarillo, ha huido de la casa cojeando. Minutos antes han escuchado a la mujer gritar. Cuando llegan, los investigadores descubren a Cristina muerta en la entrada de su casa tendida sobre un charco de sangre. A él lo encuentran a escasos metros, agazapado entre unos arbustos, con un tobillo roto y con el chaleco reflectante cubierto de sangre. Dice que ha salido a pasear. Cuando le preguntan por la chica, sufre un amago de infarto y tiene que ser trasladado con urgencia a un centro hospitalario, donde es intervenido.

La hipótesis del robo

Las primeras informaciones apuntan a un intento de robo frustrado por la mujer que debería estar trabajando a esas horas pero que se encontraba de baja tras una pequeña cirugía. Este encuentro fortuito habría dado paso a un intenso forcejeo entre la víctima y el asaltante durante el cual ella se habría golpeado accidentalmente en la cabeza. Tras este desenlace inesperado el hombre habría huido asustado. Sin embargo, esta hipótesis se desmorona rápidamente como un castillo de naipes. 

Murió de un disparo 

Las primeras inspecciones oculares determinan que Cristina no se ha golpeado y que en la vivienda no falta nada de valor. De hecho, el asaltante ni siquiera ha cruzado el marco de la puerta. No se trata de ningún caco. Es Alberto S.P., un padre de familia de 51 años de Culleredo y, en su día, amigo de la pareja de Vilar de Costoia. Los investigadores descartan el robo como el móvil del crimen. La autopsia ha revelado que a Cristina le dieron un tiro en la nuca. Tras peinar la zona, la Guardia Civil ha descubierto cerca de los arbustos entre los que se encontraron agazapado a Alberto una pistola semienterrada, que no pertenece al presunto asesino, y una bolsa con cadenas, candados, grilletes, balas y otros objetos. En definitiva, un kit completo para secuestrar a alguien.  

El presunto autor de estos hechos ha ingresado en prisión provisional sin fianza tras declarar ante el Juzgado de Instrucción número 2 de Betanzos por un delito de asesinato y tenencia ilícita de armas.

Sus parejas se veían a escondidas

Ahora los investigadores tratan de atar cabos para resolver este enigmático crimen. Durante muchos años, ambos matrimonios mantuvieron una gran amistad. Sin embargo, según ha adelantado el diario La Opinión, desde hace un tiempo, el marido de la fallecida y la mujer del presunto asesino, que son compañeros de trabajo, iniciaron una estrecha relación. Aunque niegan haber sido amantes, han confesado que se veían a espaldas de sus parejas. Sin embargo, esta relación se enfrió y dio paso a serias desavenencias entre ellos cuando Cristina llamó a Alberto para ponerlo al corriente de esta relación que mantenían sus parejas.

Lo que sucedió a partir de ese momento es todo un misterio. El instituto armado cree que puede haberse tratado de un asesinato por venganza. La otra hipótesis que barajan los investigadores es que Alberto no iba a por Cristina sino que su objetivo era su marido, al que quería secuestrar o torturar por haber mantenido una relación con su mujer. En cualquier caso, ninguna de las dos teorías se ha podido confirmar porque el detenido se ha negado a declarar. En los próximos días, la jueza llamará a testificar en calidad de testigos a vecinos, amigos y compañeros de trabajo del viudo de Cristina y de la esposa de Alberto. Sus testimonios servirán para descubrir la motivación de este rocambolesco asesinato del que todavía quedan muchos flecos sueltos y que ha sacudido la tranquilidad de la pequeña aldea gallega. 

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